—¿Todavía sigues viva? —preguntó Rasputín mientras veía que la mancha de sangre del corsé de Ivana no era lo suficientemente grande para la puñalada recibida—. Quién diría que un vestido te iba a salvar.
Ivana se levantó lentamente mientras se llevaba las manos al vientre. El sólido material del que estaba compuesto el corsé, junto con las piedras bordadas, había evitado la tragedia. Tan sólo quedaría una herida, no lo suficientemente profunda, como para preocuparse. "¿Otra cicatriz para mi cuerpo? Así nadie me va a querer".
—¿Tanto miedo me tienes que necesitas atacar a traición para matarme?
—En la guerra no hay honor. Si una matanza se pudiera evitar por medio de un solo asesinato miserable, ¿no lo harías, niña?
—No creo que alguien como yo suponga un problema para ti, viejo.
—Todo lo contrario, querida. Tu intervención ha frustrado mis planes. En vez de estar celebrando una gran victoria con nuestra entrada en la guerra civil, voy a ingresar por la puerta trasera.
—¿Disparar a gente inocente e indefensa es lo que llamas victoria?
—La inocencia es un concepto muy relativo. La muerte de Anastasia era mi billete de ingreso. Lo tenía todo finamente planeado. Asesinada por un traidor que no puede soportar que los zares vuelvan al poder. Alguien que fuera un claro símbolo de los rojos, de alta jerarquía. No un soldado de tres al cuarto. En el último momento, antes que tu hermana lo matara, se soltaría y le volaría los sesos.
—¿La secuestrasteis sólo para matarla? —preguntó asqueada—. ¿Qué clase de enfermo sois?
—Ese no era nuestro plan inicial, querida. Pero tu hermana parece estar muy enamorada de ese Aleksey, que ni con engaños, hemos podido doblegarla. Anastasia no pudo vencerla. Aunque también tengo que darte algo de crédito a ti. ¿Qué más puedo decir? Vuestra existencia me enferma. Es por eso por lo que será mi tarea personal haceros sufrir hasta la más terrible de las muertes.
Si él supiera lo que significaba el leñador para las dos, entendería el porqué de todo. Pero ¿qué podría saber de amor aquel despreciable hombre? No sabía lo que era soñar con la persona amada. Levantarse entre suspiros pidiendo a Dios poder verlo, al menos, una vez más. Escucharlo reír y hablar de la vida, de las cosas que lo hacían feliz. De besarlo. Porque no había nada más grande en la vida que ser amado. "Nada. No hay nada".
Unos pesados pasos a su espalda alertaron a Ivana que el oso estaba en el arsenal. "¿Y ahora qué?". Sólo podía hacer frente al oso o al monje. No a los dos. Mientras esquivaba a uno, el otro podría sorprenderla y asestarle el golpe final.
Ivana tenía que reconocer que su suerte podría estar agotada. Su lucha contra la muerte podría concluir en ese momento y en ese lugar. "Que sea lo que tenga que ser".
No sabía por qué, pero desde que se había embarcado en aquella aventura, no se imaginaba volviendo a Krasnovishersk. Era una persona muy distinta a la que se había ido. Sin darse cuenta, rescatar a Yuli había cambiado su vida y la había conducido por caminos que jamás había transitado. Era una mujer valiente. "¿Yo valiente? Increíble". La siempre temerosa Ivana había luchado contra soldados, recibido puñaladas, balazos y había besado al hombre de sus sueños. ¿Qué más podía pedir una jovencita de dieciséis años? "Ser correspondida tal vez". No obstante, no servía que Aleksey la amara si iba a morir aquel día. No quería verlo llorar. No por ella. Con Yuli iba a ser realmente feliz. "Sí, eso es lo que quiero para él".
Estaba preparada. Pero no iba a esperar a que la muerte le llegara. Si tenía que morir se iba a llevar a alguien con ella al infierno. "¿Cómo será la muerte?". ¿Será dolorosa la transición? ¿Recuerdas quien fuiste una vez...? ¿Podría volver como lo había hecho Anastasia? ¿Sería capaz de aceptar volver así? "No. Es un engaño". Una forma de prolongar el dolor de un hecho no aceptado: una vida agotada. No era fácil. Nadie tampoco había dicho que lo fuera. "Todos moriremos algún día. Padre, madre, Yuli, Aleksey...". No se puede escapar de ella. No puedes engañarla. Estaba a la vuelta de la esquina dispuesta a arrebatarte tus esperanzas de gloria y eternidad. No obstante, podría ser también una bendición. Porque suponía el fin de aquellos desgraciados que sólo vivían por y para el mal. También le llegaría al monje y sus secuaces.
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The Red Steam Revolution
Novela JuvenilEL AMOR PUEDE CAMBIAR EL DESTINO DEL MUNDO. Rusia está en guerra tras la muerte de la familia imperial. El Ejército Negro, con Rasputín al mando, busca dominar Europa con la victoria. Para ello, necesita un golpe de efecto: Anastasia, pero ella está...