Capítulo 9

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El viaje a Perm estaba siendo largo, duro y aburrido. El camino era tan escarpado que los caballos tenían que parar frecuentemente para descansar. La noche tampoco era de las más luminosas. El cielo estaba parcialmente cubierto por nubes. Cuando la luna en cuarto creciente hacía sus eventuales apariciones, llegaba a iluminar levemente el camino que recorrían. "¿Había necesidad de salir con tanta premura?", se preguntó Aleksey. Bien podrían haber esperado al amanecer.

Les llevaría un par de días llegar hasta las afueras de Perm en donde se encontraba el destacamento del que hablaba Anatoly. Continuar a esas horas de la noche hacía peligrar la integridad de los caballos y, en definitiva, la de ellos. Caer a esa hora sobre un suelo irregular, podría tener graves consecuencias. Decidieron pues, parar y descansar. Reanudarían la marcha al romper el alba.

Anatoly aseguró que no habría problema en prender una pequeña hoguera. Conocía esas tierras y la presencia de bandidos era residual. Además, la noticia de algún tipo de engendro asolando pueblos de la zona secuestrando mujeres, había empujado a los criminales a que cambiaran a otra zona más tranquila. Sabían que esa cosa era de temer.

—Entonces sabes qué le pasó a Yuli —aseveró Aleksey tras el aviso del reclutador.

—Este... estuve preguntándole a algunos mercaderes —titubeó—. Hay algo por ahí fuera que rapta a mujeres de ciertas características: jóvenes, pelirrojas y ojos azules. No tiene mal gusto aparentemente.

—No... no entiendo. ¿Para qué se las querría llevar?

—Lo desconozco, amigo mío. Aunque algunos afirman haberlo visto cerca de Ekaterimburgo.

—¿No ese es un bastión rojo? Allí fusilaron...

—Sí, a la familia imperial.

—Piensas que pueda estar relacionado con...

—Con los rojos, todo es posible.

Aleksey recordó una ocasión en el que un viajero, quien por azar había tenido la oportunidad de ver a la familia real, le había comentado a Yuli, que se parecía mucho a una de las hijas menores de Nikolái. Aleksey tenía el nombre en la punta de la lengua. "Annette... Anushka...".

—¿Cómo se llamaban las hijas del zar? —le preguntó a Anatoly. Sin duda alguna, como blanco, debería de saberlo.

—OTMA. Olga, Tatiana, María y Anastasia.

—¡Eso! Una vez le dijeron a Yuli que se parecía a Anastasia.

—¡Que el diablo me lleve! Ahora que lo dices, sí. Se parece —exclamó fingiendo una sorpresa que Aleksey no creyó.

Cada minuto que pasaba tenía más dudas en su reclutador. Sabía mucho más de lo que decía. "Más le vale que no trate de jugármela o lo pagará caro", había decidido.

—¿Puede estar esto relacionado con la revolución?

—¿Para usarla en contra nuestra? —caviló Anatoly forzando su actuación—. Sí, es posible. Afirmar que la joven duquesa sigue viva puede cambiar la actitud de nuestros generales. Es la heredera al trono. Tratarían de recuperarla como fuera. La verdad Alyosha, esta información será increíblemente útil para nuestros líderes.

Lo estaba tomando por idiota. Era imposible que hubiera averiguado todo eso antes de marcharse de Krasno. De alguna forma él estaba al tanto de todo lo que estaba ocurriendo en la zona. Para el caso él era el reclutador que recorría todos los pueblos. Ya no necesitaba más pruebas de que le estaba ocultando información. Ahora bien, una voz en su cabeza le sugirió una terrible idea. Aleksey hizo un esfuerzo para no darle más vueltas. No le iba a ayudar a rescatar a Yuli.

The Red Steam RevolutionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora