Capítulo 24

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—Este es el gran día, Anastasia —informó Rasputín emocionado, como un niño con zapatos nuevos—. Mejor dicho, la gran noche. Nuestra presentación al mundo. La resurrección de la gran Duquesa Anastasia, nuestra emperatriz.

Anastasia lo veía a Rasputín como el resto de la cohorte de nobles que habían aparecido alguna vez por el palacio de su padre adornando la realidad. Trataban de abstraerse del sentimiento generalizado en las calles, en los hogares, en los campos y ciudades de toda Rusia. Ella no lograba estabilizarse en el cuerpo de aquella campesina. En cualquier momento, podría desvanecerse y no volver más. Si realmente confiaban en ella como la cara visible de su revolución, estaban destinados al fracaso.

Tenía que hacer un gran esfuerzo por no dejarse llevar por la inercia de su cuerpo de dormir y desaparecer. Aunque Yuliya estaba encerrada en un hueco de su mente, aquella cárcel sería destruida con el tiempo. "Yo hago esto por el bien de mi pueblo. No por vivir por la eternidad. Eso es algo que Dios me ha negado, por lo visto", reflexionó con amargura.

Rasputín aseguraba que su guerra no era contra bandos que habían perdido el camino, sino para establecer una paz y un progreso que el mundo estaba necesitando. Anastasia dudaba que el monje tuviera unos ideales tan filantrópicos. Desde que lo había conocido, sólo se había preocupado por llevar a cabo sus oscuros deseos. Esta revolución no podía ser otra cosa que una forma de ganar un poder inmerecido. "Yo lo estoy ayudando", reflexionó. "La puñalada por la espalda será inminente".

—Me interesa más conocer tu sorpresa, Grigori.

—Todo a su debido tiempo, alteza imperial. Os prometo que no os decepcionará.

¿Qué podría tener el monje que pudiera ser realmente digno de su agradecimiento? Era algo por lo que tendría que esperar para verlo. Las pocas clases que había tenido con Kawamura la habían ayudado a controlar su impaciencia. Aun así, tenía ganas de agarrarlo por los pies y revolearlo hasta que le dijera qué diablos era su sorpresa.

—Estaba pensando. ¿Qué clase de presentación podemos hacer al mundo si no tenemos invitados de relevancia? —preguntó Anastasia acertadamente—. Sin testigos de nuestro reclamo, no somos más que unos locos queriendo llamar la atención.

—Mi querida Nastia —otra vez había saltado del respeto al maldito tono paternalista—. Van a llegar diplomáticos y periodistas de todas partes del mundo que serán nuestros predicadores. Saben que algo grande se está cociendo, pero no el qué. Hemos invertido mucho dinero en su seguridad para que no rechacen nuestra invitación. Tras esta noche, nos agradecerán eternamente haber sido parte de este histórico momento.

—¿Existe la posibilidad de que la revolución cese sin necesidad de derramamiento de sangre? ¿O quieres una guerra a toda costa?

—No seas ilusa, Nastia. Los rojos no van a ceder su creciente dominio a los reclamos de una supuesta heredera al trono del imperio ruso. Una vez se tiene acceso al poder, no hay forma fácil de cederlo.

—No veo que eso te desagrade. De otra manera, no podrías dar uso a tus juguetitos.

—Hubo una inversión muy grande de tiempo y dinero para empezar todo esto. Y me gustaría que el mundo supiera que somos algo más que palabras.

—Al parecer tendrás tu oportunidad, Grigori. Porque una cosa es recuperar el control de Rusia y otra muy distinta, es señorear sobre el resto del mundo.

—Desde luego no espero que esto se consiga de la noche a la mañana. Pueden pasar años hasta que veamos cumplido nuestro sueño de una Europa unida bajo un mismo gobierno por y para el pueblo.

—Me voy a preparar —se despidió Anastasia dejando al monje emocionado.

"Es peligroso", reflexionó. "El dominio mundial siempre fue el sueño de locos peligrosos". Ella misma había sido seducida por aquellas maravillosas palabras. "¿Quién no se estremece de placer cuando te ofrecen las llaves de un poder arrollador?". No obstante, ¿era lícito que el mundo tuviera un solo señor? ¿Un dueño? ¿Y a quién beneficiaría eso? ¿A la mayoría? ¿O a la minoría? "Si realmente llego viva a esto, trataré de que sea algo positivo para todos".

The Red Steam RevolutionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora