Capítulo 33

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El sonido de unos tímidos golpecitos la despertó a una hora temprana de la madrugada. Todavía el sol no se asomaba por el horizonte. "¿Quién diablos será?", se preguntó con la mente nublada por el sueño. Se incorporó y, mientras luchaba por levantarse, trató de alisar lo más posible su vestido arrugado. No había sido capaz de quitárselo antes de quedarse dormida. A pesar de sus deseos de levantarse en otro sitio y en otro momento, seguía atrapada en aquella realidad.

—¿Sí? —preguntó con voz dormida.

—Soy yo... Aleksey.

¿Qué le pasaba en la voz? Sonaba más ronco. ¿Estaría resfriado?

—¿Qué quieres? —preguntó sin abrir la puerta. ¿Qué eran esas horas para molestarla?

—Quiero que hablemos. Necesitamos hablar.

—¿Estás loco? Ven cuando amanezca.

Ivana regresó a la cama y se echó sobre ella. No pudo ni cerrar los ojos que de nuevo los golpes en la puerta resonaron en la habitación. "¿No es capaz de entender un no como respuesta?", pensó molesta.

—¡Vuelve en un rato! —exclamó desde la cama.

Un golpe más fuerte la asustó y la hizo pegar su espalda contra el respaldo. "¿Qué diablos está haciendo?". Despierta por el efecto de la adrenalina, descubrió que la calle se empezó a llenar de gritos, disparos y explosiones.

Otro golpe y otro más y otro más hasta que la puerta cedió. Ante sus ojos apareció un hombre que no era Aleksey. Un soldado, vestido con el uniforme del ejército negro, la apuntaba con un extraño revólver con resortes y mecanismos como los de un reloj. "¡Nos encontraron!". La pesadilla no había terminado.

Se levantó y corrió asustada hasta la mesa de la ventana sobre la que reposaba un candelabro y lo agarró. Si se acercaba un metro más se lo estrellaría en la cabeza.

—¿Te crees que me vas a poder frenar con eso? —se burló mientras amartillaba el revólver.

Disparó y la bala se estrelló contra la base del candelabro haciéndolo caer de las manos de Ivana. "Tendríamos que habernos ido de aquí cuando pudimos", reflexionó. Perm parecía ser un lugar maldito para ellos. Bueno, Rusia era maldita para ellos. "Nada bueno nos ocurrió en ningún lado". ¡Quién sabía si en el resto del mundo no sería igual!

—¿Qué quieres de mí? —preguntó asustada.

—Yo muchas cosas. Mi maestro, una sola. Así que me vas a acomp...

El soldado salió impulsado hacia el suelo repentinamente. Del dintel apareció Aleksey quien agarró al hombre y le estrelló la cabeza con el suelo hasta que él dejó de moverse. Recuperó el revólver y le ofreció la mano a Ivana para que lo acompañara.

—¿Qué está pasando? —preguntó Ivana mientras bajaba por las escaleras y veía al posadero y a su hijo degollados sobre el suelo de madera de la posada —¡Oh, Dios!

—El ejército negro invadió Perm. Están matando a todos. Sin excepción. Mujeres, niños, ancianos... No... no sé qué pretenden.

—Aquel soldado me dijo que me buscaba. ¡Rasputín volvió! Esto no terminó Aleksey. ¡Quieren vengarse de nosotros! ¡Oh, Yuli! —exclamó asustada. ¿Estaría de camino a Krasnovishersk? O, ¿estaría por ahí? "No, por favor. No todo de nuevo otra vez"—. ¡Por qué se fue sola!

—Salgamos de aquí —apremió Aleksey.

—¿A dónde vamos?

—A casa.

Ivana se dejó llevar por Aleksey. Sintió su mano fuerte sujetando la suya y se estremeció. Quiso pensar que era por el miedo y no porque la hiciera feliz el contacto. "No es el momento para esto. Tengo que estar concentrada en escapar. En Yuli".

The Red Steam RevolutionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora