Capítulo 3: Meditación

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Los Hamato se habían acomodado en la casa de Gen como se tenía planeado desde un inicio, Chizu no volvió esa noche ni las siguientes en la semana, solo informo que se encontraba en buenas condiciones cuando iba un rato a la casa de paso...aunque Kitsune se sintió molesta y dolida por aquello, pero por ese suceso al menos se amisto con la tortuga llamada Miguel Ángel quien la ayudo a preparar la mejor cena de la vida de Gen.

Todo iba bien y se comenzó a entrenar como se tenía planeado entre los clanes.

Cuando comenzó este proceso pusieron a Mikey a combatir contra Gen.

El grupo pensó que era un emparejamiento injusto para el kame.

Hasta que la pequeña tortuga logro vencer aquel rinoceronte que obviamente era el doble de su tamaño.

Las tortugas no necesitaban un entrenamiento físico, entonces...

¿Que necesitaban aprender del conejo?

Simple.

La meditación.

—... CÓMO ES POSIBLE QUE PUEDAS HACERME TRAGAR TIERRA Y NO SEPAS MEDITAR?!

Dijo sin delicadeza el conejo a su nuevo amigo azul que estallo en risa mientras acariciaba a Spot.

— No lo sé! O eres muy malo peleando samurai o la meditación está sobrevalorada.

Bromeó haciendo que el conejo suelte un bufido, mientras ambos individuos se sentaba a descansar de un arduo entrenamiento bajo un hermoso cerezo que amenazaba con pronto florecer.

— Si meditar es lo que necesitan aprender...¿Porqué no solo le pidieron ayuda a Hanna? Ella me enseñó a mí...

Comento volteando a ver a su compañero quien imitó su acción.

— La nena lo intento, pero no pudo; dijo que la meditación es un proceso de relajación y de dejar la mente en blanco, pero aquellas personas a las que su pasado atormenta ese sentimiento y órdenes son difíciles de seguir y desconocidas, Hanna dijo que al parecer no estamos listos para soltar aquello que debe atormentarnos.

Relato como si no fuera nada y se volvió acomodar en el árbol escondiéndose en una pañoleta azul de su cuello que desde el día que conoció al conejo traía...y que nunca se quitaba, eso trajo una pregunta que tenía desde hace mucho tiempo pensando al mamífero a su mente.

—...Leo...no quiero sonar invasivo contigo...pero que les pasó a tus hermanos y a ti antes de entrar a los brazos de la familia Hamato? Tu pañoleta y el ojo de vidrio de Rapha...tienen que ver con eso? Que ocultas ahí?

No resistió más la curiosidad el joven samurai y se atrevió a preguntar.

Lo que decía era cierto, Raphael, aquel gigante dulce le faltaba un ojo.

Cuando sus amigos y el se percataron de este suceso comenzaron a generar teorías entre ellos, la más racional era que había nacido sin este.

Pero una vez escucharon un "Juro que un día te devolvere tu ojo" de Mikey para el grandulon.

¿Lo había perdido por el?

(...)

— De verdad quieres ver qué hay bajo mi pañoleta?

Pregunto con nerviosismo presente en su voz el shinobi abrazando por reflejo al tokage y sacando al samurai de sus pensamientos.

— D-Digo! Si te incómoda no tienes que explicarme nada!

Respondió torpemente y Leo le sonrió tranquilo sentandose de manera adecuada con Spot.

— Somos amigos no? Creo que puedo confiar en ti verdad?

El conejo asintió ante el comentario y la tortuga lentamente deslizó sus manos para retirarse la pañoleta con los ojos expectantes del samurai encima de el...y ahí se encontraban en su cuello antiguas cicatrices como si fueran zarpazos que en el pasado hubiesen buscado arrancarle la piel.

La escena era preocupante pues apesar de las cicatrices parecían poseer años no las hacían lucir menos dolorosas.

— Se ve horrible verdad?

Comento con una risita nerviosa Leo colocando con cierta vergüenza sus manos en las heridas para cubrirlas, pero Yuichi interrumpió su accionar colocando primero su mano en aquel lugar, acaricio las cicatrices con sus peludas extremidades suavemente como si buscará lavarlas, la cara de Leo se iba coloreando en un tono rojo al no entender porque el samurai hacia eso.

— Yuichi ¿Que haces?

Pregunto el kame al final tan rojo como un tomate, pero cuando el conejo reaccionó también sonrojándose y apartándose de golpe estalló en risas.

— PERDÓN PERDÓN FUE UN REFLEJÓ NO QUERIA HACERTE SENTIR INCÓMODO.

Se disculpo de inmediato mientras Leo y Spot parecían burlarse de sus nervios.

— No no tranquilo! Si fuera tu, también hubiese querido acariciar el cuello de una hermosura como yo!

Molesto la tortuga haciendo que las orejas del conejo se tiñeran más rojas de lo que estaban.

— NO, NO FUE POR ESO PRESUMIDO!

Grito el mayor cubriendo su cara con sus largas orejas.

La tortuga se limito a sonrierle luego de su reacción, esperando que se tranquilizara, cuando eso sucedió...la conversación prosiguió.

— Como te provocaste esas heridas?

— Con el deseo de sobrevivir y con el deseo de salvar a Mikey, Donnie y Rapha de algo que no se merecían.

Murmuró colocándose su pañoleta.

— Que fue lo que sucedió para que tuvieras esos deseos?

— Yuichi...si te cuento mi pasado y el de mis hermanos, prometes no hecharnos ni...asustarte?

Lo prometo.

(...)

— No puedo entrenarlos.

Confesó Yuichi frente a toda la familia Hamato luego de hablar con Leo.

El shinobi se escondió en su pañoleta cuando dijo esto, ya que pensó que lo había asustado apesar de que el conejo prometiera que eso no sucederia, pensó que realmente fue un iluso por al tan poco tiempo confiar en el mamífero, temia que lo próximo que dijera el conejo fuera que ya no los quería en su hogar y los hechara...no tedrian dónde más ir...

— No puedo entrenarlos porque aún no tengo el título de samurai como tal, soy ignorante en el tema en el que me piden ayuda...pero se quién podría ayudar!

Declaró con entusiasmo fijando su mirada más encima del azul quien sonrió torpemente tras su pañoleta, el conejo...era realmente un buen amigo.

Por fin Leo había confiado sus pecados a la persona adecuada, respiraria paz de no tener que huir después de hablar...solo por un tiempo.







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