III. MALLORCA

168 10 1
                                    

-Esto es increíble -es lo primero que escucho al abrir los ojos de la mini siesta que me acabo de dar-.

-¡Wow! Ya te digo, es impresionante -afirmo dándole la razón a Claudia, una de mis mejores amigas, mientras veo el amanecer desde el avión-.

-Estamos a punto de aterrizar, ¡qué nervios! -mi amiga me coge de las manos y se echa a reír-. ¿Tienes ganas de disfrutar unos días?

-¡Y tanto! Todavía no me puedo creer que esté de vacaciones y aquí en Mallorca.

-Mira, eso de ahí es Palma... Qué bonita, ¿verdad?

-Lo vamos a pasar genial, ya verás.

-Espero que sí -sonríe mientras mira por la ventana y me abraza-, nos lo merecemos.

Clau y yo somos amigas de toda la vida, de esas que crecen juntas y no se separan por nada del mundo. Tanto que, 27 años más tarde, aquí estamos las dos. Durante todo este tiempo, hemos vivido momentos muy buenos y muy malos de la mano, siempre unidas.

Por eso, es una de las personas en las que más confío. Y, sobre todo, por la que me dejaría guiar sin pensarlo.

Hace unos meses que la noto un pelín más cabizbaja y, aunque no me lo diga directamente, sé que no está en su mejor momento. Claudia lleva toda la vida a mi lado apoyándome. Estuvo ahí cuando Javi, mi ex, me dejó después de seis años. También me apoyó cuando me enamoré de Dave, un chico de Erasmus que me ilusionó y se marchó.

Y, sobre todo, cuando Adri, mi primo, nos dejó en un accidente de tráfico. A ella y a mí. Era como mi hermano, crecimos juntos y era mi alma gemela. Pero, sin duda... Clau era su ojito derecho. Todas sabemos que ella estaba enamorada de él, aunque nunca tuvieron nada formal. Él era un chico muy orgulloso y no quería reconocer sus sentimientos, pero estoy segura que también la quería.

Mallorca es nuestro viaje, el mío y el de las mías.

-¿Estás de coña? -Inés, la más rebelde del grupo, está alucinando con el hotel que será nuestro hogar durante los próximos días.

-¡Es increíble! -Sandra, que al final conseguimos que viniera, sonríe sin creérselo-. Me encanta, chicas.

-¿Una foto aquí en la puerta y con las maletas? -Mary, la más trending y adicta a las redes sociales de todas, tardaba en pedir una de sus fotos-.

-Una y las que quieras -responde Clau, emocionada por el momento-. Hay que inmortalizar este viaje como sea.

-¿Entramos? -les pido ante el asombro que tienen ellas y las ganas que tengo de ver cómo es por dentro-.

Adoro viajar, pero, aunque parezca mentira por el sector al que me dedico, el trabajo me impide hacerlo todo lo que me gustaría.

Pasamos por recepción para hacer el check-in y recoger las llaves de las habitaciones y, directamente, subimos para dejar las maletas. Son solo las nueve de la mañana y tenemos todo el día por delante.

Bueno, tal vez no.

-¿Estás bien? -me pregunta Clau, mi compañera de habitación durante estos días, mientras saco unos pantalones estilo traje de mi maleta y me dirijo al baño para darme una ducha-.

-En un par de horas estaré mucho mejor, te lo prometo -le explico mientras me escabullo y me meto en la ducha.

Me intento relajar mientras los chorros de agua caen sobre mi cabeza, pero mezclar trabajo con vacaciones, me atormenta.

-¿Quieres que te acompañe? -Clau insiste en ir conmigo a la reunión que tengo en cuarenta minutos con Asier, el dueño de uno de los principales hoteles de lujo de la isla.

Sí, al final, accedí.

-No, estaré bien, tranquila -acabo de maquillarme y retocarme el pelo-. Sé defenderme sola y cuanto antes me quite esta reunión de encima, antes podré disfrutar del viaje.

-Está bien -concluye Clau, resignada tras mis negativas-. Eso sí, en cuanto acabes... nos vamos de cervezas.

-¡Eso está hecho! -exclamo mientras me pongo las sandalias negras y gano unos centímetros de altura-.

-Qué guapa eres, jodida -Clau siempre piropeándome-.

-No exageres, al final voy a creer que te gusto -le bromeo. Nos llevamos tan bien, que siempre estamos igual.

Me despido de Claudia y las demás, no sin antes quedar con ellas en un chiringuito de la playa a las doce y media. De hecho, me han obligado a decirles el nombre del hotel para venir a rescatarme si tardo un minuto más de la hora pactada.

Solo puedo reír y poner rumbo a la reunión.

-Buenos días, soy Lara F -me presento al llegar a la recepción del resort-. Había quedado con Asier, justo en dos minutos.

-Claro, un segundo y le aviso -me explica la chica que me atiende-. Mira, no hace falta, viene por ahí -me avisa señalándome la puerta principal del hotel-.

Me pongo nerviosa justo en ese momento. ¡Ni tiempo de tranquilizarme he tenido! No me queda otra que girarme en la dirección que me indica la chica y cambiar el chip al modo "trabajo".

-Asier -escucho a la recepcionista llamar su atención-, esta chica es Lara F. Pregunta por ti, teníais una reunión ahora.

En ese momento miro hacia la puerta y veo al chico alto, rubio y de ojos claros que vi aquel día por videollamada. Junto a él, hay otro chico, alto, moreno y ojos oscuros. Ambos se me quedan mirando y yo solo sonrío.

-¡Madre mía, la reunión! -exclama agobiado Asier-. Perdóname, se me ha pasado totalmente... -se acerca a mí, agobiado mientras el otro chico se queda más atrás-.

-Tranquilo, no pasa nada -le disculpo, aunque por dentro me estoy cabreando-. Si te pillo en un mal momento, puedo acercarme otro día.

-Ni hablar, me niego. Sé que estás en la Isla unos días de vacaciones, no voy a hacerte perder más el tiempo.

-De verdad, Asier, no me cuesta nada -intento calmarle, pero parece que no me escucha-.

-Mira, ¿te importa que nos acompañe y así lo dejamos zanjado? -me pregunta cauteloso, señalando al chico que le acompaña-.

-No, claro que no.

-Perdona de nuevo, tampoco te he saludado -se acerca a mí todavía más y me da dos cálidos besos-. Encantado de conocerte en persona.

-Igualmente, Asier. Un placer poder visitarte y descubrir este magnífico hotel.

-El placer es mío, desde luego -se retira un poco y mira a su acompañante-. Por cierto, él es Marco, Marco Asensio. Un amigo que también está de visita por Mallorca unos días.

Y entonces, caigo en la cuenta de quién es el chico moreno.

MADRE MÍA, no puede ser.

Hacerte feliz | MARCO ASENSIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora