XVII

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Tras ver aquello en la televisión, miré preocupada a Claudia y seguidamente saqué mi móvil para llamar a Marco.

Tres pitidos bastaron para que el mallorquín descolgara el teléfono.

-Hola -fue lo primero que dijo, no muy efusivo-.

-Hola, ¿qué tal estás?

Iba a dejar que respondiera pero mis ansias por saber si estaba bien o no, me pudieron. Así que no le di tiempo a responder.

-Oye, Marco... -hice una pequeña pausa-, he visto en las noticias que te has lesionado y que estás en el hospital. ¿Es verdad?

-Sí, escucha... perdona por no decirte nada antes. No quería preocuparte. En el entreno de ayer me doblé el tobillo y parecía algo leve, pero al parecer es algo más grave y de momento me están haciendo pruebas.

-¿En serio?

Mi preocupación aumentaba por momentos.

-Tengo un dolor bastante intenso en el pie y tienen que asegurarse de que no es más que un esguince.

-Esperemos que así sea -le dije sin saber que más decirle-. Ayer vi a Igor, bueno estuvo con nosotras, y no nos dijo nada...

-Lo sé y lo siento. Mi hermano se enteró de lo ocurrido justo después, cuando llegó a casa, y le pedí que no te dijese nada.

-¿Por qué?

-Te prometí que nos veríamos y esto ha roto todos mis planes. No me parece justo que pases tus vacaciones preocupada por mí.

-No te preocupes, no pasa nada. Aunque bueno, no te voy a mentir, podrías haberme dicho algo. Por un momento pensé que tú ya no... bueno, da igual.

-Creo que sé a qué te refieres y siento mucho que hayas pensado eso. No era mi intención. Prometo visitarte en cuanto pueda.

-Ahora tienes que recuperarte, ¿cuándo vuelves a casa?

-Si todo va según lo esperado y no es nada más grave, creo que mañana -me lo imaginé poniendo ojos cual niño pequeño-.

-Seguro que sí, ya verás -le animé, convencida de ello-. ¿Podrás avisarme cuando sepas algo más?

-Sí, y perdóname. Con mi hermano y mi padre en casa, ahora lo del pie y todo... no he podido decirte nada antes.

-Tranquilo, te entiendo -intenté calmarle, me sabía mal que se siéntese así por mí-.

-Hablamos mañana, ¿vale? -me propuso y obviamente le dije que sí-.

Después de la conversación con el mallorquín, continué cenando junto con Clau y subimos a la habitación a descansar. El día había sido agotador, andando sin parar por la capital. Y la noticia de última hora también había pasado factura.

Al día siguiente nos despedimos de Madrid con un sabor agridulce. O al menos para mí. La escapada de amigas había estado genial, pero aunque no quisiera, había echado de menos a Marco. Y no verle, sumado al motivo, complicaba las cosas.

Empezaba a no entender a mi cabeza.

Tras dos horas de Ave llegamos a Valencia y fui directa a casa. Necesitaba poner en orden todo lo que llevaba en la maleta y también mi vida.

Además, al día siguiente era Nochebuena y seguido Navidad. Estaría ocupada junto a mi familia y eran días de desconectar.

Aunque, poco después de llegar a casa recibí un mensaje del mallorquín.

Marco:

Acaban de hacerme las últimas pruebas y parece que está todo controlado. Nada que unos días de reposo no puedan arreglar. 😅 15:33

Siento no habernos podido ver estos días. Me hubiese encantado, ya lo sabes. 🤭😘 15:33

Aprovecho para felicitarte las fiestas. 🤗 15:34

No tardo en responderle, sé que se siente mal por lo ocurrido.

¡Qué bien! Me alegro mucho y espero que tu tobillo se mejore cuanto antes. 15:40

No te preocupes, a la próxima nos vemos seguro.  15:41

Muchas gracias e igualmente. Felicita a tu padre y tu hermano de mi parte. 15:41

En los dos días festivos siguientes me limité a pasar tiempo con los míos. A veces es más que necesario pasar tiempo con los tuyos y desconectar.

También salí a cenar con las chicas. Aprovechamos cualquier excusa para juntarnos un rato y hablar de la vida.

Entre otros temas, Clau me preguntó por el pie de Marco, Inés hizo hincapié en juntarnos para fin de año con Igor y sus amigos y Mary secundó aquella idea.

Finalmente, la fecha del 31 de diciembre de aquel año se acercaba. Mis amigas habían dado con em Instagram de Igor (cómo si fuese muy complicado, teniendo en cuenta quién es su hermano, claro) y ya se habían encargado de crear un grupo con el mayor de los Asensio y sus amigos.

A mí no me desagradaba la idea, pero había algo que me inquietaba. Pese a ello, accedí a sus planes.

Así fue como las cinco amigas acabamos en Madrid para celebrar la última noche del año junto a Igor y algunos de sus amigos, Ángel y Berto, entre otros.

Alquilamos entre todos una casa bastante grande en la que poder estar todos y pasarlo bien.

Y es que, a veces, los planes más simples y que menos esperas, son los mejores.

Sí, el moreno de ojos impresionantes que estáis pensando también apareció. Aunque a última hora y para sorpresa de todos.

Estaba preparando cosas de la cena de aquella noche tan especial con Clau e Inés, por lo que las tres estábamos bastante concentradas.

-Oye, Lara... -la voz de Berto me desconcentró y le miré para saber qué quería-. Creo que te están llamando.

Salí de aquella cocina gigante en busca de mi móvil, pero no estaba junto a la mesa donde lo había dejado antes.

-¿Buscas esto?

En ese momento me sorprendí. Era Marco quien tenía mi móvil en la mano y sonreía victorioso de su sorpresa.

-¡¿Qué haces tú aquí?! -pregunté justo antes de abrazarle-.

-Es una noche especial como para no estar aquí, ¿no crees?

-Bueno, venga. vamos a divertirnos -dijo Ángel cogiéndonos por el brazo y separándonos.

En parte se lo agradecí, me estaba muriendo de vergüenza.

Y es que en lo que quedaba de noche... todavía quedaban más sorpresas. Es cierto eso de que la noche del 31 de diciembre es mágica.

Hacerte feliz | MARCO ASENSIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora