XXIX

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Me desperté en su cama. Sí, en la de Marco. Y sí, pasó lo que tuvo que pasar.

En resumen, la noche continuó bien, muy bien. Mejor de lo que esperaba. Sus amigos nos interrumpieron entre beso y beso, e hicieron que entráramos al salón para comer algo y unirnos a la fiesta con ellos.

Desde ese momento, no nos separamos. Cenamos sentados el uno al lado del otro. Jugamos a juegos divertidos y nos picamos entre nosotros. Me tomé una copa y fue Marco quien me adivirtió que la resaca no la llevaba nada bien.

Después bailamos. Bailé con las chicas, con sus amigos y hasta con el mallorquín. Al principio no quería, pero le insistí y accedió. Según él, así se me pasaba más rápido el alcohol.

Entre canción y canción, sus amigos y mis amigas venían a vacilarnos. Todos esperaban aquel momento como de agua de mayo. Y no sé si quién estaba más emocionado.

-Podéis iros ya a la habitación, nadie os lo impide -nos soltó Berto, acercándose a nosotros y cogiendo a su amigo por el cuello.

-Qué cabrón -le respondió el futbolista.

Yo me reí.

Y la verdad es que no tardamos en desaparecer e ir a la habitación de Marco. Y sí, Clau y Sandra durmieron sin mí, pero se alegraron mucho por el motivo.

-Buenos días -escuché decir a Marco y me giré hacia él. Ya estaba sonriendo y qué sonrisa más bonita.

-Buenos días -respondí acariciándole la cara.

-¿Has dormido bien? -me preguntó, y asentí-. Yo también, no te imaginas cuánto -me dijo y me abrazó.

-¿Dónde hay que firmar para despertarse así todos los días? -le pregunté y ambos reímos.

-Siento cortar el rollo, pero o nos levantamos ya, o pronto tendremos a tus amigas y mis amigos por aquí molestando.

-Cierto -le di la razón y le besé para después ir directa a la ducha-. ¿Me dejas ducharme primero?

Cuando salí m ya duchada y con el pelo mojado, con la toalla puesta, Marco estaba con el móvil. Al verme se dispuso a ir a la ducha, no sin antes sorprenderme.

-Por cierto, ¿le vas a decir Clau que ya nos hemos acostado?

Me dejó sin palabras, una vez más.

-Creía que se te había olvidado aquella conversación -le dije, muerta de la vergüenza.

-¿Cómo olvidarme? -dijo riendo-. Por mí no te preocupes, puedes contarle lo que quieras -soltó antes de darme un beso y meterse en la ducha.

Joder, qué cabrón. Pensé mientras me cambiaba y él se duchaba.

-Oye -llamó mi atención saliendo de la ducha con la toalla en la cintura y despeinado con el pelo mojado-, ¿tú sabías que mi hermano habla a menudo con una de tus amigas?

-Ah, sí, algo nos ha contado Mary -admití riendo, mientras me abrochaba el último botón de la blusa-.

-¿Y qué te parece? 

-Pues bien, mientras estén a gusto, me parece genial. 

Me miró y se rió. 

-¿Siempre eres así de inocente? -me preguntó mientras se acercaba a mí me abrazaba-. 

-¿Qué? 

-Fue Igor quien me insistió en pedirle a Mary que vinieras. Tus amigas sabían de sobra que también celebraríamos mi cumpleaños y que, por lo tanto, tú no querrías venir. 

-Bueno, al final he venido y eso es lo que cuenta, ¿no?

Me besó, contestándome. 

-No estaría mal que mi hermano estuviese con una amiga tuya, sería mucho más fácil vernos. 

-¿A qué te refieres?

-Ya sabes... tengo horarios muy estrictos, viajes, partidos y obligaciones de las que no me puedo escapar. 

-No me lo recuerdes si no quieres que salga corriendo -le dije intentando zanjar el tema. 

-Ah, no, ahora ya no te puedes ir -me abrazó fuerte, y posó un cabeza en el hueco de mi cuello. 

-Por cierto, ¿qué le has contestado al mensaje que te puso Asier ayer?

-Ah, le dije que ya hablaríamos... que algo había. 

-Qué morro tienes -le dije riendo. 

En ese momento recordé que Marco había subido una foto de los dos a su perfil de Instagram. Ya sabemos que significa aquello, miles de personas preguntándose quién era yo y por qué aparecía en su perfil. 

Gracias Marquito por no etiquetarme. Y gracias a mi yo del pasado por no seguir su cuenta, y por tener la mía privada. 

Tras aquellas conversaciones, nos dirigimos al salón de su casa, donde estaban todos los demás. En ese instante fuimos el centro de atención. 

-¡Buenos días, parejita! -Berto fue el primero en recibirnos-. 

Hola, tierra, trágame y escúpeme muy lejos de aquí. 

Mientras hablamos entre todos y pasaba la mañana, aproveché para revisar mi teléfono. Y me sorprendí. Tenía un mensaje de mi hermano, sorprendido: 

Lara, ¿la que sale en esta foto de Marco Asensio eres tú? 10:15

Archivo adjunto: foto. 10:16

Estoy flipando. 10:16

Sí, la misma... 10:25

Es una historia muy larga, pero en resumen: amigos en común. 10:26

¡Venga, ya! 10:27

Ya me explicarás, ya... 10:27

A ver si te estiras y me lo presentas jaja Un crack 10:28


Genial, el hecho de subir aquella foto había causado revuelo. 

Después de comer todos juntos de nuevo y conversaciones divertidas, tocaba volver a casa. Aquello significaba despedirse y yo no estaba preparada. 

-¿Cuándo nos volveremos a ver? -me preguntó Marco, mientras hablábamos en su coche. El resto ya había bajado y nos habían dejado solos-. 

-Espero que pronto -admití sin estar segura de cuándo-. Intentaré escaparme. 

-¿Hablaremos todos los días? -me preguntó-. 

-Te lo prometo -le dije sincera, mirándole a los ojos.

-Te voy a echar de menos -me dijo y casi me derrito allí mismo. 

-Yo también, se me hará difícil no verte -le dije y esbozó una pequeña sonrisa. 

-Bueno, siempre podemos hacer videollamada -me dijo para quitarle hierro al asunto-. Cuídate y cualquier cosa que necesites, me llamas. 

-Vale, entendido -le respondí riendo. 

Nos abrazamos y al separarnos, nos dimos un beso. Me guiñó un ojo y acto seguido salí del coche. Mis amigas me esperaban para entrar a la estación del AVE y poner rumbo a casa. 

-Avísame cuando llegues -fue lo último que me dijo antes de marcharse.

Hacerte feliz | MARCO ASENSIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora