XIV

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¿Sabéis de esos momentos en los que queréis desaparecer? Esa era yo en aquel preciso instante, aunque el mallorquín supo salir de aquella situación como si nada.

-Ya me explicarás a qué venía lo que acabas de decirle a quien imagino que es Claudia -dijo echándose a reír y mirándome fijamente-.

-Mejor vamos a dejarlo -le respondí echándome las manos a la cara Mirra de la vergüenza-.

-Por cierto, esta tarde Nacho nos ha invitado a cenar a su casa.

-¿Nos ha invitado? -le pregunté extrañada-. ¿Saben que estoy aquí?

-Claro, si llevan toda la semana burlándose de mí y contando los días para tu llegada.

-¿Estás de broma? -le dije riendo, mientras le miraba y sacaba dos platos del lavavajillas-.

-Es verdad -dijo alzando las manos en señal de inocencia-. Yo solo les comenté que estarías aquí unos días, el resto es cosa de ellos...

Y así es como acabé cenando con algunos de los jugadores del equipo blanco y sus parejas. Por un momento no acabé de entender qué hacía yo ahí, no pintaba absolutamente nada.

Tampoco os voy a negar que antes de ir, me cambié de ropa más de cinco veces. Aunque, al final, acabé apostando por un vestido negro de punto. Básico, pero bonito y acierto seguro. Como decía Clau: muchas veces, menos es más. Y esta era una de esas ocasiones.

Al llegar a casa de Nacho, el mallorquín me presentó a todos los presentes. Es cierto que fueron todos majísimos y me sentí muy a gusto.

Incluso, fue Marco quien en algún momento que otro se sintió más nervioso de la cuenta, por las bromas de sus compañeros de equipo.

-Entonces, ¿lo vuestro ya es oficial? -soltó Carvajal, mirándonos a Marco y a mí-.

-¿Cómo? -pregunté sorprendida, mirando al de Mallorca-.

-¡Era una broma, mujer! -dijo enseguida Nacho echándole un brazo por encima a Marco y provocando la risa de todos-.

-Bueno, ¿cenamos? -propuso María, la mujer de Nacho-.

Intenté desviar el tema y no darle vueltas a lo que el central del Real Madrid había soltado por la boca. Sin embargo, el hecho que desde ese momento Marco intentaba evitarme, no me lo hacía más sencillo.

¿Realmente el mallorquín quería algo conmigo? ¿Realmente le había planteado a sus compañeros esa posibilidad? De no ser así, ¿a qué venía aquella pregunta?

En aquel momento necesitaba hablar con alguien de confianza, pero solo pude enviarle un WhatsApp a mi mejor amiga:

Clau, necesito hablar. 21:04

Es importante, pero ahora no puedo. 21:04

En menos de dos minutos, mi móvil sonó y ya tenía respuesta:

¿Cómo que no puedes hablar? Yo te llamo sin ningún problema. 21:06

Me asusta que me estés hablando para pedirme esto. 21:06

Intenté resumirle, por encima, por WhatsApp. Necesitaba desahogarme para poder continuar con la cena:

Los compañeros de Marco nos han invitado a cenar a casa de uno de ellos. Hasta aquí genial. 21:07

Problema: uno de ellos nos ha preguntado, directamente, si somos algo o si hay algo entre nosotros. 21:07

¿Qué significa eso? 21:08

¿Tener algo con el futbolista es un problema? 21:10

Por cierto, si de verdad hay algo entre vosotros, quiero ser la primera en enterarme. 21:10

Realmente, no sé si hablar con ella me hizo bien, o no. De todos modos, hice como si no pasase nada y continué charlando con el resto de personas allí presentes.

En aquel momento necesitaba un poco de aire y tranquilizarme. Y como anillo al dedo, vi la puerta que daba al jardín entreabierta. No lo pensé y salí.

-¿Te encuentras bien? -Una voz con un acento peculiar me sacó de mis pensamientos-.

-Sí, claro, ¿por qué? -le contesté, medio sonriendo al gallego Lucas Vázquez-.

-Disculpa a Nacho. Sé que lo que ha dicho antes estaba fuera de lugar, pero no tenía ninguna mala intención. Desde que os ha preguntado eso a Marco y a ti... estás muy callada. Me he dado cuenta y quería decirte que no te preocupes, era solo una broma.

-Eres muy observador, ¿no? -fue lo primero que se me ocurrió decirle. Obviamente, no iba a decirle que acaba de dar en el clavo-.

-Ahora solo disfruta, no te preocupes por nada que hayamos podido decir. Ya te darás cuenta que los futbolistas somos más de jugar que de hablar.

Y con aquello, me sacó una sonrisa. Le agradecí con la mirada y entramos dentro con el resto. Le estaré agradecida toda mi vida por aquel detalle.

El resto de aquella cena transcurrió con normalidad: mucha comida, risas, buen ambiente, conversaciones divertidas y bromas. En definitiva, lo pasé genial con gente que acababa de conocer.

Sin embargo, aquella pregunta de Nacho no paró de sonar en mi cabeza durante horas. Incluso, hasta que llegamos a casa de Marco y el mallorquín no tuvo más remedio que dar la cara ante la pregunta de su amigo.

-¿Estás bien? -se acercó a mí antes de abrazarme-.

-Sí, ¿por qué lo dices? -intenté disimular, pero ambos sabíamos que no era cierto.

-Llevas mucho rato callada.

-Ah, pues no me he dado cuenta. No sé, quizá la vergüenza de conocerles hoy.

-No te preocupes, son todos muy majos -me dijo, acabando con el abrazo y mirándome.

No tuve más remedio que intentar salir de esa situación.

-Bueno, ¿y si dormimos? Estoy cansada.

-Sí, claro -acto seguido subimos a la planta de arriba de su casa-. ¿Duermes conmigo?

-Sí, vale -le dije, aunque no muy segura de si aquello era lo mejor ante mi confusión-.

Se quitó la camiseta y los pantalones para meterse en la cama. Yo, mientras tanto, busqué mi pijama y me acomodé en el baño. Cuando me metí en la cama, el mallorquín retomó la conversación:

-Siento si he dicho algo que te ha sentado mal -soltó.

-No, no te preocupes. Estoy bien.

-Sé que no te esperabas el comentario de Nacho y quizá eso te ha molestado. De verdad que yo solamente les comenté que venías y ellos solos han sacado sus propias conclusiones.

No sé qué me dolió más: las palabras de Nacho o las de Marco.

-Bueno, no pasa nada -le dije, intentando desviar el tema.

Creo que entendió mi intención de esquivar su conversación, así que se acercó a mí, me dio un beso en la frente y se acomodó para dormir.

Hacerte feliz | MARCO ASENSIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora