IX. Hotel

127 7 2
                                    

Siempre me han dicho que quién no arriesga, no gana.

Aunque bueno, para perder o ganar hay que jugar, ¿no? Y creo que ahora mismo, estoy fuera de juego.

No os voy a engañar, hay algo dentro de mí que se emociona cada vez que pienso en la posibilidad de volver a ver a Marco. Sin embargo, hace mucho que dejé de prestar especial atención a los hombres. Me explico: cuando vives una decepción detrás de otra, es complicado volver a creer en el amor.

De hecho, mis amigas tienen la teoría de que tengo miedo de volver a enamorarme y, por eso, huyo tanto de volver a tener algo con alguien. Y sí , es cierto que evito a toda costa cualquier mínimo indicio de relación.

Sé que es complicado de entender, pero, a veces, es necesario ponerte en la piel de la otra persona para entender su comportamiento. Y esta es una de esas ocasiones.

Ya os lo he contado: Asier es el tipo de chico que me pone muy nerviosa; Raúl me cae muy bien y en otra situación y en otro momento de mi vida, quizá hubiese dado pie a algo más; y luego está Lucas, que me llevo tan bien con él que es impensable que ocurra algo entre nosotros.

En definitiva, me encuentro en un momento muy estable y feliz de mi vida conmigo misma. No tengo la necesidad de tener feeling con alguien.

Sin embargo, es inevitable no sentirme mal cuando le contesto a Marco por WhatsApp comentándole que no voy a ir al partido el domingo. Eso sí, hasta aceptando mi rechazo es adorable este chico.

Marco A: Bueno, si esta vez no te apetece no pasa nada. 10:34h

Sigo teniendo partidos todas las semanas, espero verte en alguno. 😜 10:35h

En mi defensa diré que si accedía a esa invitación también tendría que pasar mucho tiempo con Asier. Y no olvidemos que es otro de esos hombres que me pone nerviosa. Así que, mejor me quedo en casa tranquilita.

Sobre el mallorquín... intercambiamos un par de mensajes más sobre lo complicados que son sus horarios y lo rutinaria que puede llegar a ser mi vida, y poco más.

Nada que nadie no sepa.

Pero ¿sabéis cuando estáis huyendo de algo y la vida se empeña en ponértelo delante? Bienvenidas a la mía.

-¿A qué se debe tanto alboroto? -pregunto entrando por la puerta de la oficina mientras veo a Lucas y Samuel hablando fuerte y demasiado entusiasmados-. Es lunes, chicos... quién tiene ganas de tanta emoción.

-Siéntate y escucha -me ordena Lucas en tono amigable-, esto es importante.

Joder, bien empezamos la semana.

-¿Te acuerdas del cliente de Sevilla del que te hablé hace unos meses? -Samuel se sienta a mi lado para explicarme todos los detalles- Acabo de recibir un email suyo en el que nos comunica que ha decidido dejar de trabar con nosotros para invertir en la mejora de su hotel. El proyecto empezaba en dos semanas y nos lo acaba de cancelar.

-¿Cómo? -pregunto extrañada y sorprendida-. ¿Y vas a dejarlo así? Quizá estemos a tiempo de hacer algo. Podemos proponerle alguna acción diferente o...

Esto no me lo esperaba. Según Samuel, invertir en ese hotel era todo un acierto. Es uno de los mejores valorados de la ciudad sevillana.

-He pensado que lo mejor es visitarles y hablar con ellos en persona. Habíamos firmado el contrato y estaba todo tramitado, no podemos dejarles escapar así como así -nos explica Samu-.

-Es una buena idea -comenta Lucas, expectante a las siguientes palabras del jefe-. Quizá reelaborar el contrato es la mejor opción. O podemos llegar a un acuerdo.

-Pues si os parece correcto, mañana mismo podemos estar allí. Voy a comprar los billetes de Ave para los tres.

-¿Cómo que para los tres? -Pregunto sorprendida. Me encanta viajar, pero cuando hay tanto trabajo de por medio... hay que poner los pies en la tierra-.

-He pensado que entre los tres podemos idear una nueva estrategia y presentarla de forma mucho más creativa. Necesitamos estar en equipo y seguir adelante con este proyecto.

Y así es como acabé en plena Sevilla un martes de noviembre. Mi vida, tan improbable como siempre.

No os penséis que visitamos la ciudad e hicimos turismo, nada de eso.

Durante los días que estuvimos en la ciudad, nos quedamos en dos de sus habitaciones. Era la excusa perfecta para comprobar su funcionamiento y añadir a nuestra estrategia ideas mucho más personalizadas y ajustadas.

Al ser tres, decidimos que Lucas y Samu compartiesen habitación, mientras que yo tuve una para mí sola. Intenté convencerles que no podíamos coger una triple, pero lo preferían así.

Tras acomodarme en la habitación y trabajar un par de horas con el portátil, llega una de mis partes favoritas de los hoteles: el buffet de comida.

Salgo de la habitación para dirigirme al restaurante y les aviso a mis compañeros para que sepan que les espero abajo. Mientras tanto aprovecho para revisar mi móvil y atender a todo lo que puedo.

-No puede ser, ¿qué haces tú aquí? -escucho cerca de mí, por lo que levanto la mirada del móvil y me encuentro al mismísimo Marco Asensio enfrente de mí muy sorprendido-.

-¿En serio? -abro los ojos como platos cuando me encuentro al futbolista junto a otros dos chicos morenos-. Ni hecho a propósito.

Y en ese momento caigo en la cuenta: los tres van con el mismo polo deportivo y con el escudo del Real Madrid. Esto quiere decir que están convocados para jugar durante estos días.

Recordemos que yo también estaré varios días aquí. Esto es serio. La vida se ha empeñado en ponerme al futbolista hasta en la sopa.

Hacerte feliz | MARCO ASENSIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora