Capítulo 4: Hablar con la Pared

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Anet no se sentía cómoda desde que accedió a revelar los horrores que había vivido, tener que revivir esos momentos, la hacía sentirse como una mala persona

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Anet no se sentía cómoda desde que accedió a revelar los horrores que había vivido, tener que revivir esos momentos, la hacía sentirse como una mala persona. Ella se cuestionaba si realmente tenía buenos valores.

«¿En realidad soy buena persona?», se cuestionó mientras se acordaba de que por un momento pensó en forzar a Ulises para contarle más acerca de su familia porque sabía que él no rascó ni la superficie de su historia.

Tumbada encima de su cama, ideaba la forma prudente para conocer más acerca de Ulises, aunque fuera por Marie. A ella se le hacía peculiar su comportamiento, presentía que él escondía un secreto y se esforzaría para conocerlo.

—Aunque, tal vez no sea necesario hablar con Marie —reflexionó, sentándose—. Cada vez que algo le irrita, disimula un dolor de espalda. Él constantemente se palpa allí y se queja —sospechó, poniéndose de pie delante para ir hasta su tocador.

Ahora ella se miraba a través del espejo y recordó el día en que intentaron violarla, sin embargo, no se dejó dominar ante el recuerdo. Tan solo pensar en aquel día, era como haber consumido un alimento podrido.

Ella apartó la vista al escuchar: «Veamos qué tan eficiente es la Bestia». Al retumbar aquellas palabras dentro de su mente, vio al hombre que la quiso tocar sin su consentimiento. Ann sintió tanta ira que golpeó el cristal, rompiéndolo y lastimándose la mano.

—Me alegra que ella te haya matado —rugió ella—. Alabo al Diablo por haberte reclamado —afirmó, percibiendo que su mano temblaba, despilfarrando sangre. El ardor no le preocupaba, pues ella se había acostumbrado al dolor.

El dolor era inimaginable, sintió que no faltó mucho para ingresar al Infierno, que había hecho un pacto con Satanás para escaparse de su realidad, pero su conciencia la rescató. Ella intentaba no reaccionar, quería observar su lento descenso.

Anet oyó que Ulises y Marie se exaltaron en la sala. Ellos se confabulaban acerca de cómo intervenir dentro de la habitación de Ann, sosteniendo su apoyo hacia ella.

Ellos invadieron el cuarto tras asustarse con el sonido de cristales rompiéndose, sorprendidos ante la calma de Anet. No comprendían cómo era capaz de no gritar, a sabiendas de que estaba muriendo.

—Anet —voceó Marie.

—¡¿Qué mierda te hiciste?! —chilló Ulises—. Tu mano está... —Él corrió por alcohol y una venda, esperando que su novia hiciera presión en la herida con lo que estuviera cerca.

—Todo es culpa suya, me obligaron a recordar —dijo Ann, clavando su formado trasero en la cama—. Ahora quiero cobrarme por ello, pero daré mi petición cuando Ulises regrese.

—No fue con malicia, Ann. Te lo juro —palió Marie—, aunque creo que sí me excedí al comprimir fuerte tu tobillo. ¡Te acorralé! Aun así, gracias a tu sinceridad, Camile, Ulises y yo estamos contigo.

Coleccionista de Tormentos #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora