Capítulo 7: Moribundo

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Marie intentaba comprender qué había sucedido con Anet

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Marie intentaba comprender qué había sucedido con Anet. Ella tenía el don de saber cuándo algo estuviera mal, pero no era capaz de curar las desdichas de sus seres queridos, simplemente se limitaba estar allí para escucharlos.

Ella no conocía mucho acerca de la vida amorosa de su amiga ni cuántos golpes recibió al creer en el amor, tan solo podía pensar ella misma, en todas las ocasiones en que un chico le pulverizó el corazón porque la relación no iba al ritmo que deseaban.

«Ay, Ann. ¡Cómo me encantaría robarte el dolor para destruirlo con mimos y calidez fraternal», murmuró Marie para sí. Sus lagrimales estaban por lubricar su vista porque la postura y situación la llevó a recordar su segundo amor.

Ella jamás olvidaría que aquel muchacho la ridiculizó frente a sus compañeros porque en ese entonces, parecía más una adolescente con acné severo y brackets que la bella doncella que era en la actualidad. ¿Cómo fue que aguantó el bullying?

Marie lagrimó por unos minutos, sintiéndose impotente porque no pudo encarar a sus agresores. Ella estaba adentrándose tanto en su pasado que ya hasta podía percibir el olor a sobacos sudados con tremenda pestilencia.

—¡Te odio, Pekín! —aulló ella, ignorando que estaba apretando fuertemente la mano de Anet y que su amiga se quejaba del dolor.

—¡Marie, la lastimas! —masculló Ulises, apartando a Marie de Ann—. ¡¿Qué mierda te pasa?! ¿No ves que está herida, y todavía vienes a clavar tus rosadas uñas en su piel? En serio, no sé qué pensabas.

Anet se sobó la mano, presintiendo que Marie tuvo un oscuro flashback porque era el único motivo para herirla sin mostrar remordimiento instantáneo. Su sangre poco a poco continuó su recorrido, pero los arañazos se quedaron allí.

—Perdón —se disculpó Marie, evadiendo su episodio eufórico. Ella miró a Ulises y Marie con vergüenza—. No era mi intención.

«O tal vez sí lo fue», reflexionó Marie. ¿En qué momento Anet se convirtió en el adolescente rubio que la denigró delante de otras personas solo porque ella se le declaró? Creo que ni ella conocía la respuesta.

Ella prestó atención a su amiga, quien estaba por mencionar algo con respecto a cómo se sentía. Aun así, no dejaba de pensar que actuó muy mal con ella. Las risas de aquellos muchachos resonaban como si fuesen melodías reproducidas a través de la radio.

—No me gusta que me vean así —dijo Anet, escondiendo su rostro. Ella se sentía como un varón, pero su vestimenta deportiva evocaba que era una mujer—. Soy un horripilante monstruo —exclamó, abrazando sus piernas.

«Maté sin ayuda de El Monstruo», analizó ella, dejando escapar un ojo entre sus manos. Segundos más tarde, escuchó el graznido de su identidad. Ella odiaba aquel sonido, era como si un pato y una cabra hablaran al mismo tiempo.

Ella se revolvió el cabello, el ruido estaba alterándola tanto que pensaba en la lobotomía como una salida pertinente para su desorden desconocido para sus amistades.

Coleccionista de Tormentos #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora