Capítulo 10: Fuerte Hedor

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La antigua tienda departamental era oscura, fría y casi vacía

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La antigua tienda departamental era oscura, fría y casi vacía. Había pocos productos regados por el suelo, anaqueles y vitrinas tirados o rotos, maniquíes despedazados y mal olientes, y una caja registradora sin dinero. Además, el tapiz de las paredes se desbordaba hacia las baldosas del piso.

Las parejas yacían descansando encima de algunas prendas que encontraron por allí, abrazadas y cómodas. Mientras tanto, Camile estaba sentada frente a la puerta de cristal que filtraba vagamente luz lunar, sintiéndose inservible.

Vigilar los alrededores era cansado, implicaba mantenerse despierto por bastantes horas hasta que alguien se ofreciera a suplantarla. Para cuando la Luna se lució por completo, Camile miró hacia donde descansaba su hermana menor.

La mujer bostezó, jurándose en voz baja: —Ya no debería ayudarlos tanto. Ninguno de ellos ha movido un dedo para corroborar que me encuentre en buen estado.

Cuando creyó que perdió la batalla. Alguien despertó, abriendo los ojos con dificultad porque todavía tenía sueño, pero le importaba más el estado de Camile.

—Descansa —le indicó Anet a su hermana. Ella se contorsionó hasta la señora, estando un poco atontada por el cansancio.

«En serio, te amo... Esperaba que no fueses tú», concluyó Camile.

A pesar de que quería apoyo, no soportaba que Anet despertara para hacer el cambio. La castaña retrocedió dos pasos, imaginando que su amiga negó la ayuda porque quería salir de su zona de confort.

«Con eso no se juega, Cam», reflexionó Anet antes de despertar a Lucien. Ella sabía que no era prudente la decisión de su hermana, así que necesitaba actuar antes de que la mujer mayor pusiera su vida en peligro.

El dormilón se estiró felinamente, parándose para ser sostenido por el herido. A él le costaba unir frases para hablar, apenas estaba despabilándose.

—Cam, ve a dormir. Seguiré vigilando —bostezó Lucien. Él todavía quería manipular a Anet de alguna manera para empezar a protegerla, por lo cual pensó que sería magnífico terminar la ronda de vigilancia para ganar puntos.

—¿Por qué nadie puede verlo? —cuestionó Camile mientras observaba que Anet regresaba a su cama—. Ann no es un ser despreciable, solo incomprendido. A veces, siento mucho coraje cuando la gente se aparta de ella, debido a rumores y actos del pasado.

—La gente ama juzgar, mis sobrinos no son así. Ellos la adoran —comentó el moreno, consciente de que la señora confiaría más él debido a su revelación.

«¿Anet los conoce?», meditó Camile, «...Nunca ha mencionado algo al respecto y, tal vez sea para que su vida esté lejos de peligros de la isla». Ella estaba molesta porque su hermanita le había guardado un enorme secreto.

—Estaba segura de que Ann jamás abandonaba su apartamento —exhaló Camile, frunciendo el ceño. ¿Cómo pudo visitar a Lucien sin que sonara la alerta de su tobillera?

Coleccionista de Tormentos #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora