No había nada que hacer ese domingo por la mañana. No tenían ni un solo plan en todo el día, sus obligaciones del fin de semana ya estaban terminadas, nadie parecía tener intenciones de molestarles... Solo eran ellos, el sofá en el que se habían tumbado haciendo la cucharita nada más terminar de desayunar y la televisión.
Dante no estaba prestando atención al electrodoméstico, estaba ocupado observando a Estela. No parecía darse cuenta de que tenía toda la atención del hombre, estaba ocupada con su móvil, echándole un vistazo a sus redes sociales. Jugueteó un poco con su cabello, tratando de llamar su atención con algo que sabía que a ella le daba calma. Cerró los ojos unos segundos al sentir esa muestra de afecto, pero, una vez los abrió, volvió a bajar por su trendline de Twitter.
Se acercó un poco más a ella y, con una delicadez medida, dio un pequeño beso en su oreja. La morena, que era muy sensible en esa zona y le gustaba cuando él la mimaba, no dudó en apagar su teléfono nada más notarlo, girando su rostro con una sonrisa entre sorprendida y avergonzada. No obtuvo respuesta verbal a su mueca, solo más besos, lamidas y mordidas suaves que la hicieron suspirar. Acarició como pudo la barba del mayor, recolocándose para hacerle más fácil el trabajo.
No sabía a qué venía eso, pero tampoco se iba a quejar. Le gustaba que la consintiera un poco, que se le notase que tenía ganas de ella en detalles tan simples como su respiración entrecortada mientras hacía un camino hasta su cuello para darle los mismos tratos. Le encantaba cuando hacía eso, aún más cuando se subía encima de ella, como acababa de hacer en ese mismo momento. La llenaba de un placer liviano, hacía que le diesen ganas de frotarse contra él y no hacer nada más hasta llegar al orgasmo. Él parecía tener otros planes, a juzgar por su intento de quitarle la camiseta. Se dejó sin dudarlo, pero necesitó abrir la boca.
– ¿Y esto...? – al hacer la pregunta, él se quedó quieto.
– ¿No quieres? – se había tensado de golpe.
– ¡No, sí quiero! Lo que pasa es que no entiendo a qué viene tan de sopetón.
– ¿No puedo querer mimarte un poco, cariño?
Mantuvieron contacto visual unos segundos, él estaba sonriendo y ella se había quedado un poco embobada. Su mirada era tan bonita... Siempre tenía los ojos como cansados, pero en ellos había una chispa indescriptible que hacía que le diese la impresión de que podía ver hasta la parte más recóndita de su alma. Solo con eso la hacía sentir más cercana a él que con cualquier cosa que pudieran hacer en ese momento. Se mordió el labio por inercia, recibiendo una risa por parte del de gafas.
Una vez se le pasó, Dante no dudó en pasar sus manos por el torso desnudo de Estela, empezando por la cintura y subiendo hacia arriba. La morena se estremeció un poco cuando notó el roce de los pulgares contrarios contra sus pezones, no se esperaba ese contacto tan pronto. Esta reacción solo consiguió que el otro se centrase en esta zona, estimulándola con cierto cuidado. Sabía que era muy sensible para su novia y, si era demasiado brusco, ella no soportaba el tacto. Era mejor ir despacio, dejarla disfrutar de ello a su manera. La chica echó la cabeza hacia atrás involuntariamente al sentir esa satisfacción prolongada, soltando jadeos y, llegados a cierto punto, agarrando la cabeza del hombre y tratando desesperadamente de acercarla para que usase su boca ahí. Que no dudase ni un segundo en cumplirle el capricho y pronto estuviese chupando uno de sus pezones consiguió que sintiese todo su cuerpo arder y sus bragas pegajosas de lo que estaba lubricando, no había nada más placentero en el mundo para ella que él complaciéndola al instante cada vez que demostraba querer algo.
Ni siquiera tuvo que pedirle que bajase un poco más porque, como si le leyese el pensamiento, él mismo fue acercándose lentamente a su bajo vientre, jugueteando un poco con el borde de los pantalones del pijama y las bragas en el proceso. Cuando estuvo peligrosamente cerca de los genitales de la menor, se limitó a quitar la ropa que estorbaba y, en vez de acercarse de una buena vez hacia ellos, besó y acarició con la nariz en interior de los muslos contrarios. Estela soltó un quejido lastimero ante esta acción inesperada, abriendo más las piernas en busca de tentarle a acercarse.
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KINKCEMBER 2022
RomanceMe dio ganas de hacer esta cosa y aquí estamos, NO recomiendo para nada esta historia para menores de edad porque es medio jodido el consumir cosas tan sexuales siendo pequeño, que no se diga que no he avisado e_e