Estela estaba entre sorprendida y complacida. En un día tan normal como el que había tenido no se esperaba que Dante apareciese con esa petición indecente, mucho menos que ya tuviese todo lo necesario para llevarla a cabo. Ambos estaban sentados en la orilla de la cama que compartían y, sobre el regazo del hombre, había un juego de correas que debían colocarse en un colchón para atar a alguien a éste. Ella las miraba con una mezcla de curiosidad y diversión, estaban como nuevas a pesar de que el otro hubiese admitido que las tenía desde hacía tiempo.
– Entiendo si no te llama o te da mal rollo, pero... Bueno, por preguntar no se muere nadie, ¿no? – al ver que la chica asentía levemente, suavizó su expresión.
– ¿Por qué no me habías dicho antes que te van ese tipo de cosas, Dan?
– No quería asustarte o algo así. Soy consciente de que no son para todo el mundo y estaba tanteando terreno para ver si a ti te podía gustar todo el tema de la sumisión... Además, el otro día hablamos de que la comunicación en una pareja es importante para que el sexo sea bueno para todos y... Bueno, esto me haría feliz.
Una vez más, asintió con la cabeza, no añadiendo una sola palabra. Estaba pensativa porque, aunque ella tampoco hubiese dicho nada hasta entonces, había fantaseado en múltiples ocasiones con escenarios relacionados con el BSDM y no lo había comunicado por lo mismo que él: temor a que el otro no lo tomase bien. Hasta cierto punto, se le hacía gracioso que ambos tuviesen esa naturaleza cautelosa con sus fetiches.
– Nunca lo he probado...
– Me lo imaginaba, eras virgen cuando te conocí. – ni siquiera la dejó terminar para añadir aquello.
La morena se le quedó mirando con esa sonrisa concreta que ponía cuando algo le daba rabia, contagiándole el gesto al otro más jovialmente. Llegados a ese punto, la manía tan mala del mayor de interrumpir a los demás era algo rutinario.
– Nunca lo he probado, PERO... – se le quedó mirando como si le retase a no dejarla hablar, pero él se mantuvo en silencio – Es algo que siempre me ha llamado.
– No jodas... – su sonrisa lo decía todo.
Los dos soltaron una risita avergonzada, encontraban una mezcla de emoción y apuro en sincerarse con su persona amada y descubrir que, por suerte, a ambos les parecía correcto tratar de llevar a cabo esa práctica que llevaba pululando por sus cerebros desde hacía tiempo.
– Voy a poner esto en la cama, ¿vale?
Estela se levantó y dejó a su novio preparar todo, aprovechó este tiempo para quitarse la ropa y agilizar el proceso. Una vez ya no quedaban prendas de las que deshacerse, se sentó en el escritorio y se quedó mirando con una pequeña sonrisa la concentración con la que el mayor se dedicaba a preparar aquello, además tenía ese brillo en los ojos que no hacía más que demostrar la ilusión que le estaba haciendo ese momento. Fue paciente con él y, una vez acabó, le vio girarse en su dirección.
Iba a decirle que se acercase y pretendía ser él mismo quien la desnudase, pero ya había hecho el trabajo sola y, para qué mentir, encontraba muy atractivo en algo tan simple como poder apreciarla sin hacer nada en especial. Llevaba desde que habían empezado mostrándose de esa manera frente al otro, que quedaba fascinado por la naturalidad con la que Estela vivía su desnudez. En el pasado se había relacionado con chicas que no eran capaces de estar sin ropa a no ser que fuesen a tener sexo o tuviesen que ducharse. La morena, en cambio, era indiferente a su propio cuerpo y, aunque ahora estaba así por lo que iban a hacer juntos, vivía tranquilamente la mitad de su día sin una sola prenda encima. Le parecía dulce esa comodidad que sentía, ni siquiera él mismo podía empatizar con ello porque, como mucho, se paseaba por el piso en calzoncillos. Tal vez le gustaba tanto eso de ella porque también le gustaría ser así.
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KINKCEMBER 2022
RomanceMe dio ganas de hacer esta cosa y aquí estamos, NO recomiendo para nada esta historia para menores de edad porque es medio jodido el consumir cosas tan sexuales siendo pequeño, que no se diga que no he avisado e_e