17. PUBLIC SEX

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Las calles del pueblo estaban desérticas, como era de esperarse a esas horas. A la gente no le solía apetecer salir a las cuatro de la madrugada, mucho menos cuando las vacaciones de verano habían terminado y la mayoría de los niños que rondaban a todas horas por esas fechas habían regresado a sus hogares. Solo eran ellos dos y el cielo estrellado, ni siquiera podrían hablar de farolas porque se podían contar con los dedos de una mano las que había en los alrededores. Visto desde fuera, esa caminata que estaban dando ambos podría parecer inocente: solo se la veía a ella un poco más adelante y a él mirando su móvil. Nada raro, solo dos personas tomando el aire...

La cosa cambiaba en el momento en el que se podía apreciar la aplicación que tenía encendida Dante y los estragos que causaba en Estela. La pobre chica andaba torpemente, con las manos en los bolsillos y la cabeza baja, como si eso fuese a salvarla de que cualquier persona que pudiese aparecer mágicamente detectase en su rostro que se moría de placer internamente.

En cambio, el hombre iba un poco más despacio, solo para asegurarse de tener una buena panorámica de las piernas temblorosas de su novia. Esas delgadas y exageradamente largas piernas con un lunar en la parte trasera del muslo izquierdo apenas podían mantenerse en pie, pero ahí estaban: siguiendo un camino inexacto. Él tampoco tenía pensado un destino en específico, solamente se dejaba guiar por la morena y las palpitaciones constantes de su propia entrepierna.

Volvió a subir al máximo durante unos segundos el vibrador para volver a dejarlo al intermedio, haciendo que la más alta se frenase durante unos segundos y se encorvase levemente. No se lo pensó mucho a la hora de darle un azote en el culo en el momento en el que llegó hasta donde ella estaba sin que la menor hubiese movido ni un dedo, cosa que consiguió hacerla acelerar el paso ipso facto. Una sonrisa de suficiencia se hizo paso en su rostro al ser consciente de que una acción tan simple bastaba para que ella obedeciese, sin siquiera necesidad de palabras para que entendiese qué le quería decir.

Siguieron dando vueltas sin sentido un generoso cuarto de hora, ninguno de los dos parecía estar dispuesto a rendirse en sus propósitos. Ella tenía claro que no iba a tener un orgasmo mientras estuviese en movimiento, él estaba convencido de que era capaz de conseguir este efecto con el cacharro que había comprado hacía menos de una semana.

En medio de su travesía, Estela vio algo en el suelo, peligrosamente cerca de sus pies, que no sabía si era una roca o un sapo. Muchas veces había confundido una cosa con la otra a esas horas y si era un animal no quería patearlo o pisarlo sin querer así que no dudó en inclinarse hacia adelante para distinguir qué era realmente. Y, claro, un acto tan inocente como ese hacía que su falda no terminase de taparla y, por tanto, Dante le viese todo porque habían quedado en que ella iba a salir sin ropa interior.

Se notaban los estragos que había hecho en ella el juguete sexual todavía presente y, sin pensárselo ni un segundo, se acercó y metió un dedo en aquel agujero que parecía rogar por su tacto. A pesar del claro estremecimiento que recibió como consecuencia y que pudiese comprobar del todo que estaba muy lubricada, a la chica no se le escapó ni un mísero jadeo, estaba muy empeñada en no hacer ningún tipo de ruido que pudiese despertar a alguno de los vecinos. Mientras ese dedo hacía travesuras en su interior acompañando esa vibración que la derretía por dentro, descubrió que, finalmente, se trataba de un sapo y éste se fue saltando de allí. También pudo darse cuenta de que tenía un cordón desatado así que no dudó en alejarse de su novio para sentarse en un banco cercano. Él se quedó parado en el sitio y se dedicó a chuparse esa misma falange.

Una vez allí, flexionó la pierna en cuestión sobre la madera de forma en la que volvía a dejar expuesta parte de su entrepierna, hecho que no conseguía otra cosa que atraer al de barba hacia allí de nuevo. No le dio tiempo suficiente a su novia para atarse el dichoso cordón porque le dio por agarrarla de ambas piernas y observar en la oscuridad esa vulva que tan loco le volvía.

KINKCEMBER 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora