Solo eran Dante y Estela en el despacho del piso, la silla había sido movida hacia el centro de la sala y él estaba sentado en ésta. Por su parte, ella tenía el torso sobre el regazo del mayor, las bragas por los tobillos y llevaba una minifalda que no llegaba a taparla correctamente en esa posición. Sus mejillas sonrojadas por la vergüenza, el sol de las seis de la tarde colándose entre las cortinas, el silencio sepulcral que reinaba en el lugar, el calor que se forma entre las zonas de sus cuerpos que se encontraban unidas, las yemas de los dedos del moreno acariciando casi imperceptiblemente las nalgas de su novia, lo expuesta e indefensa que se sentía... Había algo en todos estos pequeños detalles que encendía la llama de la excitación de la más alta al punto de mojarla.
En el momento en el que el hombre se percató de la humedad de su novia, no pudo evitar reír por debajo de la nariz, claramente complacido. Verla así solo le despertaba sentimientos contradictorios porque, a la vez que quería destrozarla, le daban ganas de recorrer y adorar ese cuerpo con todas sus fuerzas.
Dejó este último pensamiento morir y dio el primer azote. Uno sonoro, pero no especialmente doloroso, solo lo suficientemente impredecible como para que a la morena se le escape un jadeo de la sorpresa. Su primer instinto fue taparse la boca con ambas manos, siguiendo un impulso estúpido de no perturbar la paz que se había creado hacía ya rato.
– No.
Esa simple palabra de dos letras dicha tan autoritaria y seriamente recorrió el cuerpo de Estela al punto de desencadenar un escalofrío por su espina dorsal. Volvió a dejar las manos en su sitio por inercia, casi sin ser consciente de que lo estaba haciendo.
– Buena chica... – esto fue acompañado de una caricia suave en la parte afectada.
Este nuevo gesto consiguió despertar algo completamente contrario en ella: cosquillas. Trató con todas sus fuerzas de no hacerlo, pero se le acabó escapando una risita tonta ante el contacto, cosa que hizo levantar una ceja a modo de preguntar en silencio a Dante.
– Es que me haces cosquillas. – todavía estaba ese toque divertido en su voz.
– Ah, ¿sí? – al ver que la chica asentía con la cabeza, se decidió a seguir hablando – Entonces no te preocupes, que las cosquillas no van a durar mucho más.
Un segundo azote, esta vez en la nalga contraria y más fuerte que el anterior. Este sí picó y aceleró la respiración de la sumisa, también le hizo soltar un jadeo lastimero. Una sonrisa llena de satisfacción se hizo paso en los labios del dominante, que estaba orgulloso de lo limpio que había salido el movimiento.
– ¿Este ha dolido más que el anterior, cariño?
Demasiado centrada en la sensación de ardor y pensando en cómo iba a quedar su trasero una vez hubiesen terminado con aquello, la morena solo volvió a asentir. Era obvio que ya estaba dentro de ese trance tan especial en el que entraba durante ese tipo de prácticas y, aún así, el mayor buscó su doble confirmación de siempre.
– ¿De verdad está bien que me desquite contigo...?
Ella ni siquiera tenía que preguntar a qué se refería porque él ya se lo había contado cuando había entrado por la puerta: la última hora de clase había sido un caos que le había dejado lleno de tensión y una rabia visceral que no sabía cómo sacar. Este tipo de situaciones no se daban con frecuencia porque el moreno tendía a mantener la mente fría ante cualquier situación, pero cuando se enfadaba de verdad...
– Por favor y gracias.
– Qué educada eres, princesa...
Sin darle tiempo a procesar ese apodo tan dulce que rara vez salía a la luz, comenzó a soltar azotes llenos de ira con su diestra mientras agarraba la zona de la cintura de la falda ajena con la zurda, tratando de evitar así que se cayera.
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KINKCEMBER 2022
RomanceMe dio ganas de hacer esta cosa y aquí estamos, NO recomiendo para nada esta historia para menores de edad porque es medio jodido el consumir cosas tan sexuales siendo pequeño, que no se diga que no he avisado e_e