Obito y Rin platicaban animadamente entre ellos, mientras yo solo me dedicaba a observarles en silencio con aburrimiento.
Hacía ya tres días que el Uchiha había despertado, y este se encontraba emocionado puesto que esa tarde por fin le darían de alta.
— ¿Cuándo va a venir la doctora? — preguntó el pelinegro.
— Dijo muy claramente que a las cinco de la tarde — respondí.
— Por eso. Ya son las cinco treinta, y todavía no ha llegado — se quejó el azabache.
— Para que veas cómo nos sentimos nosotros cuándo tú llegas tarde — hablé alzando una ceja. Obito solo se dedicó a hacer un puchero con los labios en respuesta.
— Ten paciencia. Pronto vendrá — le animó Rin, sonriéndole.
— Pero quiero que venga ahora — continuó quejándose.
— Solo espera un poco más — pedí — Quizás está ocupada con algo.
— Bueno... — murmuró, cruzando sus brazos.
La doctora acabó llegando a las 6:00 de la tarde, en lugar de a las 5:00 como había dicho. Y durante todo ese tiempo de espera, Obito no dejó de quejarse ni un segundo. Típico.
Después de firmar el alta del pelinegro, debatimos entre Rin y yo qué hacer con él. Pues no creíamos que fuera buena idea el dejarle solo, y la doctora había dicho que sería mejor si tenía a alguien haciéndole compañía. Así que decidimos que por unos días, el azabache se quedaría conmigo.
Minato había venido a ver cómo se encontraba el chico, y también para informarnos que no tendríamos entrenamiento hasta que el Uchiha se recuperara por completo, (lo cuál no tardaría mucho con un poco de suerte).
También nos dijo que las búsquedas se habían detenido. Algo que tenía mucho sentido, pues después de todo lo único que habíamos podido hallar, había sido una cueva abandonada dónde parecía ser que alguien había estado habitándola hasta hacía muy poco.
Pero haber hallado eso de nada nos servía, puesto que no había nada allí que nos indicara que el sujeto había estado en ese lugar. Podría haber sido cualquier otra persona.
Después de que firmaran el alta de Obito, y de haber charlado con el Namikaze, el Uchiha y yo nos despedimos de nuestro sensei y compañera, y nos dirigimos hacia mí casa.
Como era de esperarse, nos cruzamos con muchas de las ancianitas que el pelinegro solía ayudar a diario.
Debido a la condición de Obito, algo de lo que las señoras ya estaban informadas, fue que ninguna se atrevió a pedirle ayuda con algo, sin embargo nos detuvieron para hablar durante un largo rato. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de paradas que habíamos tenido que hacer.
Finalmente, cuándo se cansaron de platicar y nos dejaron ir, tome al pelinegro de la mano y caminé de forma rápida con él detrás de mí antes de alguien más nos detuviera.
Una vez en casa, abrí la puerta y le dejé pasar primero.
— Bien — hablé, cerrando la puerta — Te mostraré dónde vas a dormir. ¿De acuerdo?
Obito asintió en respuesta y me siguió escaleras arriba hacia la habitación dónde se quedaría.
Abrí la puerta del cuarto que estaba frente al mío.
— Aquí es. Te dejaré que te acomodes. Y si necesitas algo, ya sabes que mi habitación está justo ahí — señalé la puerta de mí dormitorio tras de mí.
— Está bien, gracias — respondió el pelinegro depositando sus cosas sobre la cama.
Di media vuelta y caminé hasta las escaleras. Bajé hacia la sala y me senté en el sofá a esperar a que el azabache terminara de acomodar sus cosas.
Ahora que el Uchiha estaba bien, lo que preocupaba a los demás era el no haber podido hallar al responsable de todo. Había logrado ocultarse muy bien, sabíamos que estaba por ahí, pero no sabíamos exactamente en qué lugar.
La búsqueda se había suspendido después de casi diez días sin encontrar nada relevante.
Suspiré echando mí cabeza hacia atrás, mientras cerraba los ojos. Ese tipo iba a acabar con la paciencia de todos.
La tranquilidad en la que me encontraba se vio interrumpida por un fuerte estruendo a mi espaldas que me hizo sobresaltar.
Me senté derecho en el sofá de forma rápida y me giré hacia atrás, mirando hacia arriba en las escaleras.
— ¿Obito...? — pregunté — ¿Estás bien?
— Aah...
Sentí un quejido en voz suave más cerca de lo que esperaba.
— ¿Obito? — volví a preguntar, mirando hacia los lados.
— Estoy bien — respondió, con voz adolorida.
Abrí los ojos con sorpresa y me puse de pie. Caminé hasta las escaleras y me quedé quieto en mí sitio, viendo al Uchiha tirado al pie de las escaleras en el suelo.
— ¿Qué estás haciendo? — alce una ceja con confusión.
— No, pues... el piso estaba muy solo así que le estoy haciendo compañía.
— Mira tú — respondí — Qué amablemente torpe resultaste ser.
— En vez de quejarte, ¿por qué no me ayudas?
Luego de observarle durante unos segundos más, me incliné hacia adelante, tomándole de la mano, ayudándole a levantarse. Obito se puso de pie con un quejido y expresión de dolor, y camino hasta el sillón dando saltitos en un pie mientras tenía el otro en el aire.
— ¿Cómo fue qué te caíste? — le pregunté después de que se sentara.
— Iba distraído y me tropecé.
— ¿Con qué?
— Con mis propios pies.
— Esto es increíble — llevé una mano a mi cara, suspirando con cansancio — Vas a terminar rompiéndote hasta el último hueso.
— Naah... Siempre me caigo de las escaleras en casa y nunca me pasa nada — respondió, restándole importancia.
— ¿Cómo qué siempre? — pregunté sorprendido.
— Así es — dijo con tranquilidad — Es algo qué pasa siempre. Incluso a veces rompo cosas al caer, así que vete acostumbrando.
Vaya, sin dudas esto no sería fácil.
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𝙱𝚒𝚛𝚝𝚑𝚍𝚊𝚢 𝚆𝚒𝚜𝚑. •𝙾𝚋𝚒𝙺𝚊𝚔𝚊•
Разное𝙳𝚒𝚌𝚎𝚗 𝚚𝚞𝚎 𝚜𝚒 𝚙𝚒𝚍𝚎𝚜 𝚞𝚗 𝚍𝚎𝚜𝚎𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚝𝚘𝚍𝚘 𝚝ú 𝚌𝚘𝚛𝚊𝚣ó𝚗 𝚎𝚜𝚝𝚎 𝚜𝚎 𝚌𝚞𝚖𝚙𝚕𝚎. 𝚈 𝚎𝚜𝚘 𝚏𝚞𝚎 𝚕𝚘 𝚚𝚞𝚎 é𝚕 𝚑𝚒𝚣𝚘. ¿𝚀𝚞𝚎 𝚝𝚊𝚕 𝚜𝚒 𝚎𝚜𝚎 𝚍𝚎𝚜𝚎𝚘 𝚕𝚎 𝚙𝚎𝚛𝚖𝚒𝚝𝚒𝚎𝚌𝚎 𝚟𝚒𝚟𝚒𝚛 𝚞𝚗𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊 𝚖...