✇ 𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹.

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Podía sentir algo molestarme en los ojos

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Podía sentir algo molestarme en los ojos.

Los apreté con fuerza, para luego empezar a entreabrirlos con dificultad, debido a la cegadora luz blanca. Finalmente, poco a poco, logré abrirlos al completo, mientras trataba de acostumbrarme a la claridad del lugar.

Parpadeé un par de veces más, intentando identificar el lugar en el que estaba. Lo primero que pude observar, fue un techo completamente blanco, que evidentemente no era el de mi habitación.

Todo el lugar estaba muy silencioso. Demasiado silencioso.

— ¡Oh, al fin! Ya despertaste.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente.

Conocía esa voz. Llevaba tiempo sin escucharla, pero definitivamente conocía esa voz.

Gire mí cabeza hacia la derecha, y entonces la vi. Estaba allí sentada a un lado de la cama, y me sonreía entre feliz y aliviada.

— ¿Qué...? — susurré apenas.

— Me tenías tan preocupada... — dijo dando un suspiro — Espera aquí, no te muevas, ¿sí? Iré a llamar a la doctora.

Sin más se levantó de un salto y salió corriendo de la sala.

Me quedé allí, mirando hacia todos lados. Era más que obvio que estaba en el hospital, el olor a desinfectante y alcohol etílico me lo hacía saber. Pero la verdadera pregunta era: ¿cómo rayos había llegado hasta ahí?

Se supone que hasta hace unas horas yo estaba en mí casa. O al menos lo estaba hasta que me fui a dormir. ¿Qué me había sucedido? ¿Qué pasó durante la noche? ¿Soy sonámbulo o qué?

No, claro que no. ¿Y sí es un sueño? ¿Era algo posible, no? Sí, muy seguramente de eso se trataba.

Eso explicaría el porqué estaba ella sentada junto a mí cuándo desperté. Sí, eso debía ser: solo un sueño. Un muy extraño sueño.

Un sueño del que pronto despertaré, y estaré en mí casa. En mí cama. Y volveré de nuevo a mí vida normal. Seguro que sí.

Mientras intentaba convencerme a mí mismo de que solo se trataba de un sueño, la puerta de la habitación se abrió.

Entró una mujer alta de cabellos negros recogidos en una coleta, y detrás de ella la persona que me estaba haciendo compañía hasta hacía unos minutos.

— Muy bien, Kakashi — dijo la que parecía ser la doctora, parándose a un lado de la cama — Al fin has despertado. Dime, ¿te duele mucho?

Parpadeé rápidamente con gesto confundido, ladeando mi cabeza sin comprender.

— ¿Disculpe? — hablé, con notable confusión — ¿A qué se refiere?

— Pues... A tu cabeza — respondió, como si fuera lo más obvio — ¿Te duele mucho?

𝙱𝚒𝚛𝚝𝚑𝚍𝚊𝚢 𝚆𝚒𝚜𝚑. •𝙾𝚋𝚒𝙺𝚊𝚔𝚊•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora