¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los días habían pasado realmente rápido. Ya habían pasado tres meses desde lo ocurrido en el bosque, y dos desde que Obito había regresado a su casa.
La verdad era que ya me había acostumbrado a convivir con el Uchiha y su torpeza. Cumplió con lo de las escaleras, tal y como lo había dicho. Creo que no hubo un solo día en el que no se cayera, y de vez en cuándo también rompiera algo en el proceso.
Aún así no había sido malo convivir con él. Al menos tenía compañía y no me sentía solo, ni me aburría como antes. Aunque claro, el Uchiha tenía sus cosas, como por ejemplo, no le gustaba cuándo Gai, Iruka o Yamato venían a la casa. Aunque fuera para verle a él.
Mientras ellos hablaban él solo se dedicaba a observarles desde un rincón entrecerrando los ojos con los brazos cruzados.
Esto tenía reacciones diferentes según quién nos visitará ese día. Como por ejemplo, al principio Iruka se sentía un poco incómodo cuándo la penetrante y fría mirada de Obito se posaba sobre su persona. Pero después de un par de días se logró acostumbrar. Aunque claro, seguía sintiéndose nervioso. Cosa que divertía al pelinegro.
Gai por su lado solo le ignoraba como si no estuviera ahí. Claro que esto solo hacia enfadar aún más al azabache. Tanto que en una ocasión le aventó una sartén.
En cambio con Yamato era diferente. Ya de por sí él era más pequeño que nosotros y sí a eso le sumamos la mirada amenazante del Uchiha, podríamos decir que el pobre niño realmente se asustaba cada vez que venía a la casa. Obito podía dar miedo cuándo se lo proponía.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¿Y bien...? ¿Qué tal te has sentido estos días?
Los tres nos encontrábamos en el campo de entrenamiento, aguardando la llegada del sensei del equipo, que dicho ya sea de paso, iba con retraso.
Y más sorprendente aún, el Uchiha había llegado temprano. Antes que yo inclusive.
— Rin, me has preguntado lo mismo todos los días desde hace tres meses desde que salí del hospital, y mí respuesta siempre ha sido la misma.