Capitulo 20

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Comienza a escribir tu historia

Eran las 9:30 de la mañana cuándo mi papá entró en mi cuarto. Tenía un aspecto rudo.

—¿Todo bien? —pregunté

—Si, solo tuve un día malo en el trabajo

Su única manera de comunicarse conmigo es diciéndome que tuvo un mal día en el trabajo. Me pareció medio raro.

—Siempre tienes un día malo.

—Tengo un trabajo duro. —Me contestó.

—Bue. —dije.

—Venía a preguntarte algo en específico. ¿qué sabes de Celeste?

Ya esto era muy raro, ¿que le importaba? No era la primera vez que me preguntaba.

—Tenés una obsesión con el Celeste, siempre me preguntas de ella. ¿Qué te pasa?

—Ah no nada, quiero saber con la gente que te relacionas nada más.

Me acordé lo que pasó con la madre de Celeste en la bienvenida de Sebastián.

—¿Y por qué mirabas tan mal a la madre de Celeste el otro día?

Su expresión del rostro cambió rotundamente. Se puso serio.

—por nada Clara.—contestó

—Me decís, porque es algo que incumple a mi amiga.

Empezó a gritar y me di cuenta que se puso nervioso.

—¡Te dije que nada! —que la mire raro no significa nada. Dejame en paz.

—A mi no me gritas. Te vas de mi cuarto ya mismo.

—No me voy a ir, soy tu padre, y si yo te grito te gritaré porque es mi derecho.

—¡Fuera! —dije señalando con el dedo de la puerta

Se retiró con una cara de amargura.

No sabía lo que estaba pasando pero ya confirme que algo pasa, tenía que hablarlo con Celeste, pero tal vez no en mi casa, si no fuera.

Hoy no iba a poder ser porque tenía planes con Salvador y Sebastián. Íbamos a ayudarlo a poder declararse.

Le mandé un mensaje con las manos temblando.

—emergencia BFF. ¿Podremos juntarnos mañana en la plaza del agua?

—Sí, también tengo que decirte algo importante. ¿Pero por qué no puede ser hoy?

No le iba decir que me iba a juntar con Salvador para la declaración. Entonces escribí:

—Ya tengo planes hoy.

—Ah tranqui, perfecto, nos juntamos mañana a las 16:30 entonces. —contestó

—Genial.

Lo que pasó me asustaba un poco, no sabía que tenían entre manos porque sabía que algo bueno no era. No quería suponer cosas porque tal vez fuera peor.

Decidí ir a comprar algunas cosas, porque con Sebastián nos tomamos muy en serio esto de la declaración y hasta le íbamos a poner una pizarra. —Me reí de sólo pensar.

Eran las 2:30 de la tarde cuando ya estaba todo listo para que vinieran.

3:25 llegó Sebastián.

Le abrí la puerta.

—Buenas, buenas señorita.

— Hola Seba.

Me saludó con un beso en la mejilla y colocó su mano en la parte de abajo de mi espalda.

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