Capitulo 14

11 0 0
                                    

Comienza a escribir tu historia

Lamentablemente ya habían pasado tres semanas y media desde mi última visita. No tenía novedades y eso me preocupaba.

Los chicos me dijeron que no perdiera las esperanzas pero no soy tan fuerte. Siento que les fallé como amiga por qué no pude hacer nada.

En algún punto sé que no es mi culpa pero los chicos pusieron todas las esperanzas en mí.

Mientras pensaba todo esto estaba yendo al hospital.

Cuando entré por la puerta, su médico me recibió lo más gentil posible.

—Buenas tardes señorita— me dijo dándome la mano.

—Buenas tardes. —Conteste. Gracias por ayudarme en todo lo posible en estas tres semanas.

—Sé que es difícil pasar por esto, no es nada. Solo intento ayudar.

—Te lo agradezco mucho. —Dije

—Pasa a verlo tranquila y si necesitas más tiempo intento pedir un poco más.

—Gracias. —Conteste.

Antes de entrar respire hondo para no ponerme a llorar.

Colgué mi mochila y me senté.

Estando tan de cerca me puse a pensar en todo lo que me había planteado todas esas semanas.

Realmente no sé si el sentimiento que siento hacia él ahora mismo es por miedo a perderlo o es un sentimiento que siempre tuve pero que recién ahora sale a la luz.

Acaricié su panza con suavidad dudando de hacer lo que estaba por hacer.... Apoye los brazos y arriba de ellos mi cabeza.

Cerré los ojos. Sentía calma. Sabía que estaba protegida y que siempre lo estuve a pesar de todo. Estoy viva gracias a él. Siempre fue un gran amigo.

Se me ocurrió hablarle en voz alta para ver si servía de algo.

—Ay Sebas Dios mío. —dije mientras lanzaba una carcajada. —te gusta hacernos sufrir eh. —dije con un poco de gracia en la voz.

—Por favor... Sé que puedes salir de esta, hacelo por mí y por todos tus amigos que te extrañamos.

—Te necesitamos todos. Sos esa persona que no saca una sonrisa cuando nadie puede, que ve la luz a pesar de la oscuridad, sin importar que, vos estás con una sonrisa siempre.

El corazón me latía a mil, dudaba de decir la siguiente frase.

Pero tome valentía y le dije:

—¿Y sabes qué es lo peor? —dije en voz alta. —que a pesar de que lo niegue o lo mucho que me cueste admitirlo... me estoy enamorando de esa sonrisa.

Afloje todo mi cuerpo cuando lo dije. Por una parte tenía miedo porque eso lo hacía más real... Me estoy enamorando de mi mejor amigo.

—no sé si me anime a decírtelo cuando estés despierto, pero por lo menos lo dije enfrente tuyo. Tal vez no estés consciente pero algo es algo.

Volví a apoyarme en su panza. "Despertate por favor" —dije en voz alta, con una voz temblorosa.

No podía más, me tenía que ir. "como si eso clamara tu dolor Clara"—pensé.

Gracias por tu suavidad querida conciencia.

Daba igual, no podía verlo así, mi pecho me empezó a doler.

Sabía que si no salía de ese lugar, me desmayaba.

Con la poca fuerza que me quedaba me levanté de su panza. Respiré hondo.

Todavía tenía mis manos apoyadas en su panza.

Me limpie las lágrimas que estaban cayendo de mis ojos como gotas de lluvia sin freno.

No tenía fuerzas como para mirarlo a los ojos.

Me levanté de la silla.

"Vos podes, vos podes, siempre pudiste con todo." —me dije a mi misma mirando hacia arriba.

agarre mis cosas y me dirigí a la puerta.

—¿Clari?

Me sobresalté.

Pensé que tal vez era mi imaginación. no le preste atención.

—¿Me escuchaste? ¿estás bien?—me preguntó la voz de Sebastian.

Me di la vuelta con miedo.

Ahí estaba. despierto.

No podía creer lo que estaba viendo.

Se había despertado por fin.

Lancé un suspiro de alivio como nunca antes en mi vida, casi grito de alegría pero decidí no hacerlo ya que lo veía medio débil.

—¡Hola!— le dije con una mano en el corazón y una en la boca.

Había confusión en su rostro

-—Tranquilo estás bien. ¿te acuerdas de tu nombre?—¿Quién soy yo?

—Clari. Hola. ¿estás bien?

Cuando escuché esas palabras casi me caigo al piso de la emoción.

—Ahora sí. Gracias por despertar. Éstas inconsciente desde hace tres semanas y media.

—¿Qué?

—No importa. Ahora llamo al médico urgente.

Cuando llamé al médico sentía una paz increíble. No podía creer que este momento había llegado.

El médico lo primero que hizo fue preguntarme cómo se había despertado.

—No lo sé, fue rápido.

—Okey. Buena señal.

—Vamos a hacerle algunas pruebas, tardaremos bastante si querés puedes avisarle a tus amigos que vengan. Cuándo termine te llamo por teléfono. —me dijo el médico.

—Dale, gracias

—Clari. —dijo Sebastián.

— ¿Si?

—Gracias por estar pendiente de mí todo este tiempo, pero no te vayas del hospital ahora, te necesito.

Cuándo escuché eso me quedé estupefacta, no sabía que me necesitaba tanto después de lo que le hice. Pensé que iba a estar un poco molesto

—No me voy a ir, te lo prometo.

—quédate, se ve que te necesita, no salgas... con todo el cariño que te tome, puedo hacer una excepción.

—Gracias, de verdad. —le dije al médico. Voy a estar en mi silla. Les escribo a los chicos.

—Gracias Clari. —dijo Sebastián mirándome con ternura.

Le respondí con una sonrisa.

—Chicoooosssssss —escribí

—¿Qué pasó???? —respondieron los dos.

—Buena noticia... ¡¡¡Sebastián despertó!!! —les cuento todo acá. Vengan al hospital urgente.

—No te lo puedo creer. Escribió Salvador.

—Créelo porque es verdad.

—OK en cinco estamos allá. —Respondió Celeste.

Perfecto.

Luego llame a las dos madres. A la mía y a la de Sebastián. Sin poder creer que el día había llegado

Nosotros: InseparablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora