20-Calidez Hogareña

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El miércoles, después del partido de los Tigres, Jungkook presionó los números de la combinación en la entrada sin llave de la puerta principal de Jimin y dejó escapar un suspiro.

Hombre, qué día tan apestoso.

Su compresor de aire finalmente había dado su último suspiro, y la sustitución que había comprado había llegado faltándole partes vitales. Había asumido que el flamante aparato llegaría completo con un regulador como se indicaba en la caja. Había asumido mal. Para cuando fue de nuevo a la ferretería y regresó al taller, con el regulador faltante, Jungkook había perdido cerca de tres horas de su ocupado día laboral. El resto de la tarde la había ocupado para para ponerse al día, una hazaña imposible de cumplir.

Afortunadamente, todo estaba a punto de dar un giro para mejorar.

Con un prolongado bip, el bloqueo fue retirado, y Jungkook entró en la casa, inhalando el olor de ajo, hierbas y tomates. Cena tardía por lo general significaba que Jimin haría algo especialmente delicioso y a veces incluía postre. Hoy parecía no ser ninguna excepción. Por el olor, Jungkook supuso que el horno contenía su favorito: berenjena parmesano.

¿Cómo diablos había terminado amando una receta sin carne? Jungkook nunca lo sabría. Supuso que se debía a Yoongi que la mitad de la jodidamente fantástica variedad de platos que preparaba Jimin no contenían nada de carne. Pero ni su pésimo día ni el pensamiento del ex podrían arruinar el estado de ánimo de Jungkook.

Jungkook desató los cordones y se quitó las botas antes de ir por el pasillo hacia la cocina. Se detuvo en la entrada y miró la escena familiar. Jimin estaba de pie en la isla del centro cortando las verduras para una ensalada, de espaldas a Jungkook. Estudiando los movimientos de Jimin y su eficiencia en la cocina, Jungkook se cruzó de brazos, una sonrisa tiró de los bordes de su boca.

Cuando Jungkook miraba a Jimin, solía ver el cuerpo delgado de un académico. Entonces comenzaba a apreciar el culo bien formado y el abundante cabello rubio ideal para enterrar los dedos durante el sexo. Los ojos azules de Jimin emitían cada una de sus emociones —si estaba seguro, balbuceando, nervioso, o completamente mudo—, y Jungkook lo encontraba totalmente convincente.

Le gustaba especialmente ver los ojos de Jimin mientras se corría.

No había duda de que el hombre también disfrutaba del sexo, pero también le gustaba cada aspecto de tener a un compañero en su casa. Jimin rezumaba domesticidad, disfrutaba de actividades simples como cocinar para dos o hablar de su día en la cena.

Pese a las protestas de Jungkook, Jimin incluso insistía en ayudar con la limpieza, prefiriendo la compañía en la cocina que relajarse en la sala solo. Siempre esperaba a que Jungkook se instalara frente al televisor antes de tomar cualquier material de lectura que eligiera para la noche. Después de años de vivir solo, Jungkook debió haber necesitado tiempo para ajustarse.

Era curioso lo cómodo que se sentía aquí. Con el tiempo, sus herramientas se abrieron lentamente camino hasta el garaje de Jimin. Jungkook había comprado un banco de trabajo y una mesa de acero inoxidable que dejó en una esquina. Jungkook había reclamado un estante a lo largo de la pared y estaba ahora en camino para llenar el estante. Jimin había hecho un comentario sobre ensuciar la cosa y Jungkook había rodado sus ojos, secretamente complacido.

El sexo con Jimin se definía por la palabra impresionante.

Y ahora Jungkook podía elegir entre rápido, brusco y placentero que él anhelaba o largo y lento que lo dejaba muriéndose por más hasta que se corría. El alivio de la liberación era casi tan emocionante como el orgasmo en sí mismo.

Varios días habían pasado desde su confesión, y Jungkook se sentía más ligero, más libre y más cómodo con Jimin de lo que jamás había estado con otra persona. Nunca había compartido esa parte de su pasado con nadie. Ni siquiera con Tae.

NOVIO FALSO // JIKOOK // KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora