Cho Miyeon jamás llegaba tarde al trabajo.
Siempre podían encontrársela entrando a tiempo al local de tatuajes, la mayoría de los días portando suéteres de cuello alto, ajustados pantalones, converse sucios y gorras hacía atrás de diversos colores.
Ese día no fue la excepción.
XX: ¡Buenos días, Miyeon! -Saludó una chica medianamente alta y de cabellos negros en cuánto la vió llegar. Era la recepcionista del lugar y tenía un hermoso sol tatuado en el cuello, al igual que un ángel con rostro de mujer cubriendo todo su brazo, el cual Miyeon se había encargado de tatuar. También tenía una perforación en el labio y un par en sus cejas.
Miyeon: Buen día, Shuhua -Respondió con una sonrisa mirando sus ojos oscuros durante algunos segundos-. Soojin quiere saber si la acompañaras al hospital infantil para leerle a los niños después del almuerzo.
Soojin era una de las muchas hermanas adoptivas que Miyeon tenía, la novia de Shuhua y el rostro del ángel.
Shuhua: Por supuesto -Asintió con una sonrisa-.
Luego de esta corta conversación la chica fue a su área de trabajo, deteniéndose antes para saludar a Park Choong-Min, el jefe y dueño del local, y a sus demás compañeros.
Si te acercabas al área de Cho Miyeon, no habrías encontrado nada fuera de lo común. La pared estaba repleta de grafitis de colores metalizados y llamas alrededor que citaban frases de diversos libros que se habían ganado su corazón, habían pequeñas personas con aspectos de ángeles llameantes saltando y jugando entre las letras. También tenía varios dibujos hechos por sus hermanos menores en otra parte de la pared, la cual estaba tan llena que pronto necesitaría un nuevo lugar para colocarlos.
Realmente, nada fuera de lo común.
Durante las tres primeras horas el lugar estuvo tranquilo y Miyeon solo realizó un par de pequeños tatuajes de los cuales estaba muy orgullosa.
Fue cuándo ella llegó, lista para cambiar su vida, aunque en un primer momento ninguna de las dos lo notó...
La campanilla de la puerta principal alertó a todos de que alguien había entrado, pero solo Miyeon se volteó a mirarla.
Llevaba pantalones ajustados, botas altas, una chaqueta de cuero abrochada hasta el cuello y un beanie, todo de color negro. Sus ojos estaban cubiertos por gafas de sol y sus perfectas facciones sobre una tersa piel algo pálida, no demostraban más que seriedad.
Miyeon sonrió. Seguramente sería una de esas locas clientas que pedían enormes calaveras en sus espaldas, o feroces y malignas serpientes enroscándose por su pierna y ascendiendo hasta devorar uno de sus pechos.
Miyeon, completamente hipnotizada, la observó acercarse a Shuhua.
Tenía un andar elegante y decidido, y su cabeza siempre se mantenía en alto, como si viviera sola en el mundo y las oportunidades de tropezarse fuesen nulas.
Era guapa. Realmente lo era, Miyeon podía darse cuenta de esto a la distancia.
... Sus facciones esculpidas, sus labios pintados con un labial oscuro, la forma en la que hizo su cabello a un lado al caminar... ¿Sería posible que ella fuese real? ¿No estaría alucinando?
Sus manos pasaban las páginas de los folios con delicadeza y observaba cada diseño un par de segundos, y poco a poco parecía descartar a cada tatuador del local... Hasta que solo quedó un folio.
Miyeon se acercó a la chica rápidamente. Al contrario de ella, su andar era torpe y constantemente solía tropezar con las cosas a su alrededor.
Ese día tuvo suerte y nada interrumpió su apresurado andar.
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La tatuadora de libélulas
RomanceCho Miyeon es una joven tatuadora de veinte años. Aunque no esta en el podio de los mejores tampoco es realmente mala y todos sus clientes suelen salir de la tienda bastante conformes con su trabajo. Sus compañeros admiran la pasión que desbordan su...