Al llegar a casa, Miyeon se acurrucó contra el cuerpo de Soojin y lloró sobre su hombro. Yuqi y Chuu ya se habían ido a trabajar, pues no contaban con días de descanso, así que el único consuelo que encontró fue el de su hermana presente.
Y aunque sus abrazos podrían haber hecho feliz incluso a La Llorona, ese día no surtieron efecto en la tatuadora y esta solo continuó empapando el hombro de Soojin con sus lágrimas.
Soojin: ¿Ella de nuevo?
Miyeon asintió, pues no iba a mentirle.
Las lágrimas le quemaban las mejillas, pero estas eran bastante liberadoras, así que casi podría decirse que deseaba seguir llorando.
Soojin: ¿Puedes contarme qué sucedió?
Pero Miyeon se negó porque no quería recordar a Chan ni la tristeza y humillación en los hermosos ojos de Minnie. Tampoco quería pensar en ese estúpido hombre adueñándose de su hermoso cuerpo ni en Minnie no haciendo nada para detenerlo.
No quería pensar que ella vivía de esta forma, y tampoco quería creer que ella no era tan perfecta como lo pensaba.
Soojin: ¿Se marchó como la vez pasada?
Miyeon volvió a negar y dejó escapar un leve sollozo de sus labios, pues no sabía si era peor que Minnie hubiese huido días atrás o que se hubiese acostado con Chan solo para protegerla.
Silencio.
Soojin: Miyeon… -Un suspiro escapó por sus labios-. ¿Has considerado alejarte de ella?
La tatuadora no lo pensó durante más de un segundo.
Miyeon: No puedo alejarme de ella, Soo -Sollozó, y no mentía.
Tenía que seguir modelando, y Minnie tenía que seguir pagándole para que su familia tuviera una buena vida gracias a su indecoroso trabajo. Y regresar al departamento era enamorarse más, y el gran deseo de que su familia fuera feliz representaba un gran obstáculo ante todos sus intentos de no volver a verla.
Soojin: ¿Te amenazó? -Se escuchaba verdaderamente preocupada por ella.
Miyeon sorbió su nariz antes de responder.
Miyeon: Ella no es de esas. Es solo que -Lo meditó un poco antes de terminar aquella frase-… estoy jodida ¿Bien?
Soojin se abrazó a ella aún más y dejó escapar por sus labios una enorme exhalación. Y en ese momento Miyeon supo que su hermana la entendía.
***
Miyeon y Soojin durmieron abrazadas esa noche, y cuando Yuqi y Chuu llegaron a las cuatro de la madrugada a la habitación, ambas se levantaron sobresaltadas, pues, mientras las hermanas entraban bailando una canción de Beyoncé, chocaron fuertemente contra las camas haciendo que el chirrido de estas se uniera a los exagerados gritos adoloridos de Yuqi y Chuu.
Yuqi: ¡El dedo pequeño del pie! -Chilló mientras daba saltitos por todos lados-. ¡El puto dedo!
Chuu: ¡Creo que me rompí una uña Yuqi! -Sollozó.
Yuqi: ¡Mi puto dedo!
Chuu: ¡Mi uña!
Miyeon: ¡Por Dios, cállense de una vez! -Exclamó exasperada desde la cama de la litera inferior derecha, la cual pertenecía a Soojin.
Sus hermanas lo hicieron, pero no sin dejar de sollozar en silencio por aquel puto dedo y por la uña.
Silencio.
***
Cuando su turno empezó, el local no comenzó a llenarse de gente que se peleaba por un turno ni de pandillas que querían su logo en sus traseros. En realidad, las tiendas de tatuajes no suelen abarrotarse de tal forma.
Karina y Winter llegaron dos minutos tarde, lo cual era una atrocidad para Miyeon, pero nadie las reprendió por esto.
A nadie jamás parecía importarle esos estúpidos dos minutos perdidos.
Karina: Estábamos ocupadas haciendo… cosas -Explicó a Miyeon mientras la saludaba.
Karina y Winter eran pareja, pero no una exclusiva.
Miyeon: Por “cosas” debo deducir que…
Winter: Estábamos teniendo sexo, Miyeon. Eso es todo.
Miyeon: Bien -Contestó encogiéndose en hombros. Era lo único que podía hacer.
Karina: Hablando de sexo… Quiero que me tatúes esa palabra en el brazo izquierdo ahora mismo.
Es cierto que esto era poco profesional, pero Choong-Min decía que si la tienda estaba vacía y Karina estaba dispuesta a pagar, podían saltarse las reglas por unos minutos.
Miyeon: No creo que tengas espacio en el, Karina -Bromeó mientras sujetaba el brazo de la tatuadora. Lo cierto era que este estaba lleno de tatuajes sin significado que había pedido hacerse con imágenes y palabras que llegaban a su mente en momentos para nada importantes-. Ni acá ni en ninguna otra parte -. Todo el cuerpo de Karina era un lienzo ya usado. Incluso existía el rumor de que tenía tatuajes en su parte más intima, pero eso solo podía confirmarlo Winter, y la chica jamás hablaba sobre esto.
Karina: Vamos Miyeon, sé que encontrarás un lugar.
Y lo hizo, se prometió a sí misma que jamás llegaría al punto en donde su piel estuviese tan llena de tatuajes sin sentido que no quedaría espacio para los verdaderamente importantes.
Si iba a tatuarse quería que valiera la pena.
***
Ese día Miyeon también tatuó en la muñeca de una anciana el símbolo de la paz e hizo un pequeño pez dorado en una pantorrilla.
No eran tatuajes maravillosos si tomamos en cuenta el tiempo y el tamaño, pero para Miyeon, que los había hecho con tanta dedicación, no existían mejores en el mundo.
Fue entonces cuando, a menos de cinco minutos para que su turno terminara, Minnie Yontararak entró a la tienda de tatuajes.
Ese día llevaba pantalones negros ajustados, una chaqueta del mismo color y botas altas. Los lentes del sol y el beanie habían desaparecido.
Se dirigió de inmediato al puesto de Miyeon con pasos elegantes y seguros, y no le prestó atención a Shuhua, quien le dijo que no podía pasar sin anunciar primero su llegada.
Minnie: ¡Kim Miyeon! -Saludó con una sonrisa.
Ya no había ni tristeza ni enojo ni humillación en su voz, y esto puso a la tatuadora particularmente feliz.
Miyeon: Kim Miyeon suena muy mal… Cho es mejor.
Minnie: Espero que no le digas eso al juez el día que te cases…
La tatuadora rió ante esto.
Miyeon: Tengo suerte de no querer casarme pronto -Se burló, y su risa fue imitada por la de Minnie.
Y escuchar la risa de Minnie Yontararak era como si un ángel estuviese cantando.
Shuhua: ¡Señorita Yontararak! -Dijo alertada al llegar al puesto-. No puede estar aquí… Es un área de trabajo privada y…
Minnie: Lo entiendo… Solo venía a decirle a Miyeon que la estaré esperando en mi auto luego de su turno. Tenemos cosas muy importantes que hacer.
Y sin más, se fué dejando a Shuhua completamente desconcertada y a Miyeon con un fuerte deseo de salir corriendo de allí.
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La tatuadora de libélulas
RomanceCho Miyeon es una joven tatuadora de veinte años. Aunque no esta en el podio de los mejores tampoco es realmente mala y todos sus clientes suelen salir de la tienda bastante conformes con su trabajo. Sus compañeros admiran la pasión que desbordan su...