Capitulo 8

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Se reencontraron en el restaurante de sushi en el cual habían tenido su primera cita, en la misma mesa, y Minnie, de nuevo, pidió por ella.

Aún así, a pesar de que la situación era parecida, Minnie lucía casi incómoda en aquel lugar donde todos ponían su atención en ella, y Miyeon podía notarlo debido a su mirada baja y los brazos cruzados sobre su pecho, además de su pierna moviéndose nerviosamente de un lado a otro.

Miyeon: Podemos cambiar de lugar si quieres.

Minnie: Me gusta este lugar, My.

Y al contrario de las otras veces en las que la había llamado de esta forma, en ese momento Miyeon realmente pudo apreciarlo.

Miyeon: Me gusta que me llames así.

Minnie: Lo sé -Afirmó con una sonrisa. Y era una sonrisa real, como la de un niño al que su madre acaba de decirle que su dibujo es hermoso-. También se que te gusta Harry Styles, y la película de Bajo la Misma Estrella. Y te gustan mis ojos… Y mis pechos… Pero eso es otro tema.

Miyeon se sonrojó de inmediato y rió nerviosamente.

Minnie tenía razón. Le encantaba todo eso, y tal vez mucho más.

Le gustaba la forma en la que sus labios pintados con labial oscuro formaban hermosas sonrisas. Le gustaban sus palabras. Le gustaba la manera en la que apreciaba el cielo nocturno, y la devoción con la que comía todo tipo de alimentos.

Le gustaba Minnie Yontararak.

El mesero de la vez anterior llevó las bandejas de sushi a las chicas y se retiró antes de que Minnie pudiera decirle algo.

Miyeon la miró. En realidad no había parecido querer decirle nada a aquel joven.

Minnie: Perdón por no responder tus mensajes -Se disculpó, aunque no tenía que hacerlo-. La muerte de Jade me ha deprimido bastante… En realidad solo he salido de la cama hoy porque sabía que serías tú quien me tatuaría, y de alguna forma tú siempre logras subirme el ánimo.

No le gustaba verla así. No le gustaba verla tan rota.

Tampoco le gustaba saber que ella le subía el ánimo… No quería que Minnie necesitara que le subieran el ánimo.

Miyeon: Lamento lo de Jade -Murmuró extendiendo su mano sobre la mesa para acariciar la de Minnie, quien miró aquel gesto de la misma forma en la que había admirado sus caricias durante la noche de la fiesta de Seulgi.

Al contrario de esa vez, Minnie no se alejó… Al menos, no de inmediato.

Minnie: Yo también…

Silencio.

Miyeon: ¿Cómo te sientes, Minnie? -Preguntó con preocupación.

Necesitaba escuchar la respuesta. Necesitaba comprobar que estaba bien… o al menos, lo más cercano a la palabra “bien” que se puede estar luego de haber perdido una abuela, un hermano y una sobrina.

Minnie: Contigo aquí, estoy de maravilla. -Contestó con una sonrisa. Y no mentía-… Así que no te extrañes si comienzo a visitarte todos los días. Me gusta esto de sentirme maravillosamente viva.

Miyeon simplemente sonrió con cierta timidez y bajó la mirada hacia sus manos unidas.

Ahora podía entender por qué Minnie las miraba con tanta adoración.

Sus manos encajaban a la perfección… Y que lo hicieran la hacían sentir feliz.

Miyeon: ¿Quieres que hablemos de algo? -Quería escucharla hablar. Le encantaba. Incluso podría haber escuchado el reporte del clima salir de sus labios y no se habría aburrido ni un solo segundo.

La tatuadora de libélulas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora