CAPÍTULO 8.- Destellos de tristeza

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Después de que Tom se fue por la mañana, recibo una llamada de mi representante para recordarme de la grabación de un video promocional de una marca de ropa

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Después de que Tom se fue por la mañana, recibo una llamada de mi representante para recordarme de la grabación de un video promocional de una marca de ropa.

- ¿Estás seguro que es hoy? - Pregunto recostada en mi cama.

Me sentía físicamente agotada y tenía la peor jaqueca del mundo. No tenía ganas de ir a ningún lado.

- Sí, te lo comenté desde la semana pasada Agnes. - Ríe. - Y por cierto, esta vez no se podrán presentar Bruna y Wells.

Joder, ¿qué se supone que haría sin mis amigos?

- ¿Por qué?

- Ellos están en Miami.

Hago una mueca y suelto un suspiro de resignación. No podía cancelarlo el mismo día, si tan solo lo hubiera recordado antes, lo hubiera podido reagendar, sin embargo, últimamente mis días se iban comiendo porquerías y tomando alcohol hasta no reconocerme a mí misma.

- Ah, entiendo. Está bien, nos vemos allá.

Dan se despide y me quedo un momento recostada sobre mi cama. El techo es de un aburrido blanco y las lámparas de miles de dólares sueltan destellos por todo el lugar, me recuerdan a pequeñas estrellas, pero a mi alcance.

Tenía dinero, fama y era considerada una de las mujeres más hermosas de la actualidad, la sociedad pensaba que con eso una persona debería ser feliz, pero no lo era todo, estaban tan mal que me hacían enojar.

En algún momento de mi vida llegué a pensar que si lo era, que lo tenía todo, que había cumplido mis sueños y que era finalmente feliz. Tristemente, llegó Bozydar a mi vida a arruinar los planes que tenía perfectamente establecidos, mis ideas habían cambiado y había tenido un vistazo de primera mano a lo que era el amor, había sido feliz por unos cuantos meses, y ahora estaba sola y era consciente de lo infeliz que era.

Me incorporo para poder sentarme y vislumbro el desastre por toda la habitación. No recordaba la última vez que había arreglado el lugar y un día que estaba demasiado triste había despedido a la chica que ayudaba a mantener este desorden un poco más decente.

El timbre suena sacándome de mi ensoñación. Frunzo el ceño y me levanto. Seguramente era Tom, aunque ya había pasado un rato desde que se había marchado. Camino descalza por el corredor y finalmente llegó a la puerta. Me asomo por la mirilla pero no veo nada del otro lado.

Abro la puerta para poder observar mejor hacia el pasillo pero no encuentro a nadie del otro lado. Estoy a punto de volver a entrar cuando mi pie choca contra algo en el piso. Encima de mi tapete color lila de bienvenida, está una pequeña caja marrón.

Me quedo viéndola fijamente por unos cuantos minutos, mi mente está en blanco y mi estómago se ha anudado de los nervios. Un paquete no significaba algo debidamente peligroso o amenazante. Un escalofrío me recorre pero decido dejar mi paranoia de lado. Solamente era una caja. Finalmente me decido a recogerla y entro en mi departamento. La puerta se cierra detrás de mí y me aseguro de poner el cerrojo doble. Camino hacia la encimera y lo coloco con cuidado.

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