CAPÍTULO 4.- Decisión

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Hay un lago cerca de la vieja cabaña donde ahora vivía, aunque supongo que podría llamarlo hogar, ya que es el lugar en donde más tiempo he permanecido, no estaba seguro si me agradaba o no

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Hay un lago cerca de la vieja cabaña donde ahora vivía, aunque supongo que podría llamarlo hogar, ya que es el lugar en donde más tiempo he permanecido, no estaba seguro si me agradaba o no. Como sea, el lago tiene algunos peces y ranas de colores asquerosos. Me gustaba atraparlas y dejarlas libres.

Me gustaba caminar por el bosque por las tardes hasta que mis músculos ardían y mis piernas temblaban a punto de colapsar. No era fan de la naturaleza pero ayudaba a mi mente a distraerse.

Hoy no era la excepción. Mis botas dejan huella sobre la tierra húmeda y son acompañadas por el sonido de ramas rompiéndose debajo, los pájaros silban fuertemente mientras vuelan de regreso a sus nidos y los insectos se desplazan en la tierra buscando refugio para pasar la noche.

Estar en este lugar solía recordarme la primera cita que tuve con Agnes, aquel día que tuve el impulso de invitarla a salir y terminó saliendo mejor de lo que esperaba. La había invitado a un lugar poco común con el objetivo de molestarla pero ella se había adaptado completamente y terminé tragándome mis palabras.

Me había impresionado.

Caminábamos de regreso a mi automóvil y estaba jodiéndome la cabeza lo mal que salió esta cita, no tenía ningún interés en impresionarla, pero mierda, tampoco quería que pensara que era un hijo de puta.

- Vaya primera cita ¿eh? - Dije intentando romper el silencio que se ha instalado entre ambos.

- Ha sido interesante.

No me había perdido la parte donde ella se tomó un momento para encontrar una palabra que no lastimara mi ego.

- ¿En un buen modo o en uno malo? - No me pude contener de preguntarle.

- En uno bueno.- Contestó. - He visto luciérnagas, comido comida callejera y pasado la noche en un bosque. Ni las agencias de viajes te hacen pasar tremenda experiencia.

Estábamos cerca de mi automóvil y no pude evitar apreciar sus facciones; su cabello está despeinado, las mejillas están sonrojadas y parece que tuvo una mala noche - lo cual era cierto -, pero aún así se las arregló para verse bonita.

- Olvidaste la parte en dónde nos perdemos.

- Me ha encantado.

Y con esas palabras, un sentimiento de maldito orgullo masculino se plantó en mi pecho y me sentí por el resto de la semana como el cabrón más suertudo y creativo de Los Ángeles.

Salgo de mis recuerdos cuando algo colorido sobre la tierra oscura llama mi atención. Una flor. No era un experto en jardinería, pero estaba jodidamente seguro de qué planta era.

Una maldita lila para ser exactos.

La colorida flor está a unos cuantos metros de distancia, como si supiera en quién estaba pensando hace unos segundos se remueve por el aire como si se tratara de una burla, camino con prisa para acercarme a ella antes de que el fuerte viento se la lleve... cómo se llevó a Agnes de mi vida.

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