CAPÍTULO 15.- Pasamontañas azul

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Inhala, mantiene y exhala

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Inhala, mantiene y exhala.

Música pop resuena en mis oídos mientras observo la ciudad a mi paso. Los edificios altos y orgullosos que contienen a trabajadores, las aceras amplías y opacas que diariamente ven pasar a miles de personas, las pequeñas tiendas locales de comida en donde la gente aprovecha para tomar un bocadillo rápido antes de ir a su trabajo. La ciudad era hermosa, tenía todo lo que pudieras imaginar, pero también era ruidosa. A pesar de que mis audífonos no permitían el paso de ruido, aún podía escuchar las bocinas de los carros gritando furiosamente entre el tráfico.

Inhala, mantiene y exhala.

Las palabras se repiten en mi cabeza mientras corro por las calles de Los ángeles. La coleta que sostiene mi cabello rubio se balancea a mis espaldas al ritmo de mis pasos. Mis ojos se mantienen enfocados al frente, cuidando de que no vaya a chocar con algún transeúnte despistado.

Inhala, mantiene y exhala.

Nunca había sido una persona sana, de esas que se enfermaban una vez al año de una simple gripa y se les pasaba el malestar en pocos días. No, yo siempre había sido la niña enfermiza que faltaba constantemente a clases, la que se perdía de las excursiones a los museos y parques de diversiones. Pero mis enfermedades nunca habían sido tan preocupantes como la que me acababan de diagnosticar. ¿Anemia? Eso simplemente era imposible. Comía todos los días, tomaba agua, hacía ejercicio, el diagnóstico seguramente estaba mal.

Una ráfaga de aire helado me golpea en el rostro sacándome de mis pensamientos y recordándome que el invierno entraría pronto. El invierno y lo que conllevaba; fiestas en familia, comida deliciosa y momentos agradables con las personas que más querías. Sin embargo, la temporada navideña para mi era aburrida; mi familia hacía una reunión, en donde mi madre se la pasaba la mayor parte juzgándome y mi padre fingía que nada pasaba o lo justificaba con posiciones planetarias. Mi única compañía solía ser Jossie, cuando nuestros padres dormían, nosotras nos escondíamos en una habitación y platicábamos hasta que el sol salía de nuevo.

Ahora Jossie no estaba, aún no despertaba y eso me haría pasar esas fechas con mis padres, a merced de sus palabras hirientes y sus comentarios con insultos cubiertos de palabras educadas. Buscaría la manera de quedarme en el hospital acompañando a mi hermana, cualquier cosa era mejor que convivir más de lo necesario con ellos.

La acera se llena de personas apresuradas intentando llegar a sus destinos, algunas empujan a quienes se atraviesan en su camino y otras solamente les fruncen el ceño con disgusto. Aminoro mi paso y volteo a mi alrededor para buscar una vía alterna en donde poder seguir mi rutina.
Un callejón a unos cuantos metros de distancia me llama la atención y apresuro el paso entre las personas. Nadie me reconoce, todos demasiado concentrados en su propio mundo como para poner un poco de atención a la chica con ropa deportiva oscura y una gorra a juego.

Giro a la derecha, el horrible olor a basura y comida descompuesta casi me hace regresar a la acera, pero del otro lado puedo ver un poco de luz, lo que me indica que este callejón lleva a una calle disponible.

NO LO ARRUINESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora