CAPÍTULO 18.- La lista

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Había una mancha de comida en el sofá blanco y estaba decidida a erradicarla, sin importar lo que sucediera

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Había una mancha de comida en el sofá blanco y estaba decidida a erradicarla, sin importar lo que sucediera.

Tallo con fuerza sobre la mancha, el detergente líquido hace espuma sobre la tela pero no veo ningún cambio. El músculo de mis brazos me arde por tener minutos fregando la tela del sillón. Música pop suena en los altavoces y decido tomar un respiro. Me echo para atrás y termino sentada sobre la alfombra. Retiro con la mano el resto de la espuma y ahí está de nuevo, la mancha me mira con desafío.

Hacer la limpieza era mucho más cansado de lo que recordaba, el departamento estaba constantemente desordenado, la chica que venía renunció en cuanto se dió cuenta de que unos cuantos dólares no valían la pena para limpiar todo el desorden que creaba.

Como un intento patético por distraerme de la botella de tequila que sabía que tenía guardada en la alacena me había enfocado en limpiar mi departamento, suponía que si me mantenía lo suficientemente ocupada, entonces dejaría de pensar en eso y en las horribles ansías que me inundaban para tomar un poco.

Miro hacia la orilla del sofá, en donde hay una cesta con revistas. Había evitado deliberadamente ese rincón, tenía miedo de enfrentar lo que había ahí. Ni siquiera me había podido acercar estos días, era como si hubiera un portal al otro mundo, y si me acercaba lo suficiente, me tragaría.

Inhalo profundamente y cierro los ojos. La valentía llega a mí como un salvavidas y me aferro a él.

Me acerco lentamente, como si algo estuviera a punto de saltar. Quito el montón de revistas de la cesta, son tantas que debo hacerlo en dos partes por lo pesadas que son. Finalmente, en el fondo, está la caja que me llegó, se veía más pequeña de lo que recordaba, pero su contenido seguía siendo igual de grotesco.

Coloco la caja en el suelo del apartamento, no queriendo que toque la alfombra y la miro fijamente. Mi respiración se ha acelerado y siento que mis manos tiemblan un poco. Trago saliva y abro la caja de nuevo. El hermoso vestido arruinado por pintura roja me regresa la mirada.

No entendía quién había mandado este paquete, llevaba semanas evitándolo, sin querer saber lo que había detrás de esto, pero suponía que era un buen momento para hacerlo. Los culpables finalmente habían sido arrestados y puestos en prisión. La espera por el juicio había sido demasiado larga, pero las autoridades habían hecho su trabajo.

Así que con ellos en prisión, estaban fuera del mapa. Al principio pensé que me lo había mandado alguien de su mismo grupo de delincuentes, una amenaza silenciosa, pero no habían hecho nada al respecto. Por otro lado, ya ni siquiera estaba segura de que alguien me hubiera seguido en el callejón hace unos días. Simplemente parecía ridículo que alguien hubiera decidido ponerse un pasamontañas y seguirme mientras corría por una calle llena de personas. Era demasiado riesgoso.

El vestido yace en la caja como lo que es: una obra de arte arruinada. Me estiro para revisar mi celular y encuentro cientos de menciones en mis distintas redes sociales. Al parecer alguien había tomado fotos de la pequeña plática que tuve con Bozydar el día del juicio y todos estaban vueltos locos con las noticias. Sonrío al recordar el gran apoyo que fue, siempre le estaría agradecida por eso, aunque las cosas hubieran terminado mal entre nosotros y ahora no fuéramos más que un desastre.

NO LO ARRUINESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora