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Estaban acostados sobre la cama. Emilio apoyaba su cabeza en el pecho del ojimiel y con sus manos lo abrazaba. Sus piernas estaban entrelazadas en un lío.

Joaquín le hacía cariño en el pelo del oji-café con sus manitas.

Habían pasado algunas horas de lo ocurrido con los paparazzis, ya habían pedido comida en servicio a la habitación y se la habían pasado viendo películas animadas desde eso en la habitación del ojimiel.

La melodia de la lluvia cayendo en las calles de París los acompañaba en su noche. Y la luna a pesar del cielo estar nublado, se lograba visualizar levemente desde la ventana de la habitación.

"Moana" se reproducía en la televisión de la habitación.

Joaquín no había podido evitar sentir ternura y sonreír cuándo el rizado le dijo que verían Moana sí ó sí.

Y no le importaba, él solía ver todas esas películas con los mellizos, y debía admitir que le gustaban.

Igualmente, ¿A quién no le gusta Disney y sus caricaturas?

El ojimiel dirigió su mirada a sus manos haciéndole cariño al pelo del cantante.

Su mirada viajó hacía el rostro del rizado, quién veía la película muy concentrado. Las pestañas se movían suavemente en cada párpado, golpeando la suave piel de sus pómulos. Éstos, tan perfectos y definidos, reflejando la luz del televisor en ellos.

Joaquín sonrió inconscientemente y se inclinó dejando un suave beso en la cabeza del oji-café.

Emilio dejó salir una risita, y apretó el agarre del abrazo en los costados del ojimiel.

El castaño se inclinó de nuevo y ésta vez beso sus párpados con suavidad y cariño. Luego lo repitió una vez más.

Emilio levantó su cabeza del pecho del ojimiel y lo miró con una sonrisa en sus labios. Terminó el abrazo, con una de sus manos sosteniéndose en la cama y la otra la llevó a la mejilla del castaño.

Joaquín inclinó su cabeza disfrutando del contacto de la mano del cantante con su dorada y suave piel.

El rizado se inclinó hacía él y unieron sus labios en un beso. Inclinando sus cabezas al compás de éste. El castaño empezó a hacer suaves caricias en la cadera del cantante con su mano, provocando espasmos en el cuerpo del rizado.

La falta de aire fué la culpable de su separación, quedando a centímetros de la cara del otro. Sus ojos cerrados, y sus labios entreabiertos.

Emilio abrió los ojos encontrándose con una de las mejores imágenes existentes.

Un ojimiel con su pelo alborotado. Sus mejillas de un suave carmín, las pestañas tocando su piel con suavidad y delicadeza. Sus pómulos más definidos que nunca y esas perfectas clavículas que sin duda lo volvían loco.

Joaquín abrió sus ojos encontrándose con la mirada café sobre sí. Exhaló e inhaló en busca de aire, sintiendo cómo un cosquilleo en su vientre aparecía, expandiéndose cada vez más dentro por todo su cuerpo.

El cantante se inclinó dejando un suave beso en la frente del castaño, sonriendo entremedio de éste. Joaquín cerró sus ojos al sentir el contacto de los labios de Emilio contra su piel y suspiró.

Lentamente, después de una sección adecuada de besos, recuperaron su posición pasada. El rizado pasando sus manos por los costados de Joaquín y éste último haciéndole cariño en su pelo.

_ ¿Qué quieres hacer mañana? _ preguntó Emilio una vez que volvió a su posición.

_ Pensé que me dejarías ese día a mí _ mencionó Joaquín con un tono de ironía. _ Planeé algo, pero creo que mañana lloverá, al menos en la mañana y con éste clima no se podrá _ explicó lentamente arrastrando cada palabra con su acento singular uruguayo-mexicano.

Free // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora