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Sintió ese agradable calor que amaba en su mano. Joaquín tenía su mano entrelazada con la del oji-café y él no podía estar más feliz.

La noche clara, las estrellas visibles en el ponente cielo y la luna iluminando todo con su suave brillo, los acompañaba en el auto, dirigiéndose al hotel.

Emilio le había dedicado una canción y aún él no podía llegar a creerlo. Nunca se hubiera imaginado amando otra vez, siendo alguien que de alguna forma dependiera de otra persona. Pero no se podría quejar.

Tal vez pudo haber amado a su antiguo ex novio que odiaba mencionar por obvias razones. Pero el sentimiento que tenía cada vez que mencionaban a Emilio ó cada vez que lo veía, era algo imposible de describir.

Podría decir que lo amaba, que estaba enamorado de él. Pero ese sentimiento iba más allá de amarlo. Era algo más que un sólo sentimiento. Iba más allá del entendimiento de las palabras.

Iban rumbo al hotel y Joaquín no sabía cómo, pero él debía de decirle a Emilio que lo amaba. Que sin él no podría vivir, eso lo tenía presente.

Ambos se amaban. No lo sabían aún, pero lo hacían...

Pronto bajaron del auto risueños, aún con las manos entrelazadas. Se encaminaron al elevador de la recepción para subir a la habitación de Joaquín. Que prácticamente era la de Emilio también.

Las puertas del elevador se cerraron, dejando a la pareja en privacidad, el elevador pronto empezó a moverse.

Emilio tenía su mente perdida, tantos pensamientos de un chico lindo de ojos mieles, la gobernaban. Sonrió, y entreabrió sus labios para formular una pregunta.

Sin embargo, Joaquín no lo dejó. Se abalanzó hacía él, uniendo sus labios en un profundo beso.

El oji-café se sorprendió un momento y rápido le siguió el beso. Pasó sus manos por la cintura de Joaquín hasta llegar a la parte baja de sus muslos. Lo alzó, Joaquín pasó sus piernas por la cintura de Emilio, tomándolo fuerte de su cuello con sus manos.

Sin dejar de seguir el beso, Emilio sonrió entre éste. Y con la poca estabilidad que tenían sus piernas por los sentimientos que tenía por el ojimiel en ese momento, lo pegó a la pared, siguiendo el beso.

El beso se profundizó, permitiendo que ambos jugaran con la lengua del otro. Con los movimiento de sus cabezas al compás de éste.

Emilio presionaba sus dedos en la cintura del ojimiel  y Joaquín pasó sus manos por el cabello del oji-café. La confirmación de que habían llegado a su piso, se escuchó.

Emilio sostuvo mejor su agarre y los encaminó a la habitación del ojimiel, sin detener el beso.

Al llegar, Joaquín buscó su tarjeta en el pantalón con visible prisa. Al encontrarla se la dió en la mano a Emilio. Entraron y Emilio recostó a Joaquín en la cama, quedando él encima de su cuerpo.

Las manos de Joaquín fueron al pecho del oji-café, pasándolas torpemente por ahí. Sonrió entre el beso al sentir sobre la camisa los más de dos pezones, con sus manos.

Con torpeza Emili9 se quitó su camisa, ayudándole a Joaquín con la suya después. Con sus bocas comiéndose con poca paciencia de ambos.

Se separaron apenas, quedando frente a frente, sus narices rozando entre sí y con una sonrisa en sus labios. El café y el miel conectando intensamente.

Emilio sabía que no iba a haber un mejor momento que ese. Él sabía que era ahora ó nunca. Sabía que ese momento era perfecto y ya estaba a tiempo.

Free // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora