Prólogo (Parte 1C - Pasado de Keikai)

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A pesar de contarles detalladamente mi biografía, ha habido un dato que se me olvidó mencionar, y es que podría decirse que soy alguien "especial", porque en oportunidades concretas padecía algo que yo mismo catalogaba como "liberación espontánea de energía", momentos en los que a través de mis manos expulsaba pequeñas ráfagas luminosas las cuales terminaban por ocasionar explosiones y la destrucción de la materia (afortunadamente, solo me ocurría al momento de entrenar y en espacios abiertos, por lo no causé daño a ningún individuo). Desde que empecé a pasar por dichas situaciones, yo intenté sin éxito averiguar el origen de aquel poder, pero siempre me topaba con que mi cuerpo era como el de un humano normal; a causa de esto, me decanté por un lado más místico y decir que Dios me concedió el don de controlar la energía producida y liberada por los seres vivos, un don inicialmente muy fastidioso para mí, ya que cada vez que ocurría tenía que limpiar el desastre provocado por este. No obstante, la verdad es que al final acabé por aceptar y querer dicha virtud, pues me está ayudando a superar y enfrentar un fatídico e inesperado evento que sufrí recientemente.

Ocurrió en el año 775 un día durante la mañana, todo transcurría de manera normal y sin presión alguna, mi madre preparaba el almuerzo, mi padre descansaba mientras veía la televisión y yo aprovechaba mis ratos de ocio tras mi trabajo para mejorar mis habilidades físicas y controlar en mayor medida aquella cualidad mística que tenía. A la hora de la comida, nos sentamos y nos dispusimos a dar las gracias antes de consumir nuestros alimentos efectuados por mi mamá con la clásica oración.

- Señor, te damos gracias por darnos todo lo que colocas a nuestro alrededor: un techo que nos protege, una cama donde descansar, y por la bendición de tener alimentos sobre nuestra mesa. Asimismo, te vuelvo a agradecer por haberme dado un hijo tan inteligente y fuerte que nos ayude a salir, te pido por favor que continúe así y que vele por nuestra felicidad y salud.

- Sí madre, no te preocupes, siempre lo he hecho y jamás lo dejaré de hacer – le contesté sonriendo –

Es en ese preciso momento cuando íbamos a degustar nuestros alimentos cuando ocurrió una gran explosión dentro de mi hogar, uno tan fuerte que arrasó con todo a su paso. Por fortuna (o desgracia, según crean ustedes), logré sobrevivir al impacto con algunas heridas leves, seguramente por la resistencia que he ganado con mis entrenamientos; no me encontraba demasiado consciente y no podía caminar bien, pero con las fuerzas que me quedaban logré observar a los que considero yo los dos niños más malvados e inmaduros del mundo volando en dirección opuesta a mi ubicación, sin importarles los posibles daños que causaron. Por la distancia no los pude distinguir bien, pero por lo que fui capaz de observar fue que uno tenía pelo morado, mientras que el otro era pelinegro con un cabello similar a Son Goku (ha de ser su hijo, posiblemente). De todas maneras, encontrarlos no era lo primordial, puesto que en medio de los escombros yacían mis progenitores en un estado grave.

- Por favor, hijo, sé fuerte y sigue adelante, no dejes que lo sucedido te afecte, solo haz que los perpetradores de esto no se salgan con la suya- me dijo mi mamá con el poco aliento que le quedaba antes de irse al otro mundo-

Estaba en shock, pese a ser muy inteligente y racional no fui capaz de dar una respuesta idónea ante tal situación, la ira, la disconformidad y la angustia circulaban por todo mi cuerpo y alma; ante tales emociones, solo atiné a pegar el mayor grito que he dado en toda mi vida, algo que fue acompañado de manera inconsciente con la clásica liberación de energía que ya no era raro en mí.

Tras haberme desquitado y al cabo de unas horas, me senté en una pequeña colina y decidí mirar el atardecer, ¿Por qué?, ¿Por qué me tenía que pasar eso?, ¿Por qué a mí? Tras reflexionar, recordé lo que mencionó mi ahora difunta madre ("haz que los perpetradores de esto no se salgan con la suya") y empecé a rememorar todos los lindos momentos que había pasado con la única familia que tenía. A mi parecer, creo que lo menos que podía hacer era cumplir con lo que me había pedido, además que, aunque no me lo haya pedido, el sentimiento de venganza y el deseo de eliminarlos se encontraba cada vez más latente en mi ser.

No obstante, a pesar de que no sabía aún detectar sus niveles de poder, sí reconocía que estos tenían unas habilidades de combate mayores a las mías inclusive siendo apenas unos críos; afortunadamente, mi laboratorio se ubicaba en un lugar más alejado al lugar del fatídico hecho, por lo que lo podía emplear para elaborar algún aditamento que me ayude. Todavía ni tenía un invento o dispositivo específico como tal ni sabía si iba a servir o no, pero lo que sí tenía claro es que esos niños deben pagar caro por lo que hicieron y haré todo lo que esté a mi alcance para que dejen de vivir en su mundo de fantasía.

Dragon Ball Super GT: Los Guerreros de la Nueva Era - Goten y TrunksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora