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Me veo a través del espejo y veo a una desconocida.

Una chica vestida de negro, con culpa, remordiéndole la consciencia.

Anoche todo pasó tan rápido que ni siquiera fui capaz de dormir, solo vine a mi cuarto y deje que una enfermera me diera medicamento, aunque eso no funcionó de nada. En realidad, no me siento nada bien.

Salgo del cuarto y veo cómo el resto de mis compañeras también visten de negro. En unos minutos iniciará el funeral de Jonathan y se hará aquí, ya que él no tenía familia y esa es la razón por la que él estaba aquí internado, porque John no tenía a nadie.

Salgo del edificio de las chicas y camino por el patio para llegar al edificio contrario. Necesito ver a Aron y hablar con él.

Entre pensamientos, recuerdos y una que otra lágrima necia saliendo de mis ojos, llego hasta la puerta de su habitación. Antes de tocar, escuchó nuevamente la voz de Araceli.

Ella está adentro del cuarto discutiendo con Aron.

—¿En serio no lo recuerdas? —pregunta Araceli para, posteriormente, comenzar a reír con burla—. Te emborrachaste, anoche y terminaste teniendo relaciones con Abigaíl.

—¿Qué...? —dice Aron con voz ronca.

—Y eso no es todo. Porque por tu maldita borrachera, uno más de los integrantes del Internado falleció y nuevamente, ni tú, ni yo, pudimos hacer nada para atrapar al asesino.

—¿Cómo...? ¿Quién...?

—Jonathan. Amigo de tu... novia.

—¿Jonathan? —Aron se escucha desconcertado.

—¿Te das cuenta de que todos los muertos tienen un denominador en común? Abigaíl. Todos eran amigos de ella.

—Pero ella no es la asesina, Aria.

¿Aria? ¿Por qué Aron llama Aria a Araceli? Y ¿Por qué Araceli le llamó Abdiel a Aron, anoche?

—Ajam.... ¿Me vas a volver a decir que todos estos asesinatos son obra de un fantasma?

Escucho decir a Araceli, sin embargo, no logró escuchar a Aron, porque en ese preciso momento, alguien toca mi hombro desde atrás.

—Abi —me sobresalto al sentir la mano de Paulo—. ¿Estás bien?

—¿Qué pasa? —susurro viéndolo a los ojos. Él, al igual que yo, tiene grandes ojeras y está cansado, pareciera que lloro toda la noche, como yo. Pues ambos perdimos a otro de nuestros mejores amigos... Jonathan

—Ya comenzó el funeral de John.

Asiento con la cabeza y me voy con él hacia el jardín. Al llegar ahí, veo como todos; compañeros, psicólogos, directivos... todos van vestidos de negro y se reúnen para despedir a una persona más.

El funeral comienza y escucho con atención las palabras que dicen en su honor, mientras que mis ojos permanecen en el féretro y en su fotografía...

«—Si hay un asesino en el internado, los directores tienen que hacer algo, Abi.

─No me creerán John.

—Yo te creo»

«No quiero verte sufrir»

«Me gustas Abi»

«—¿Qué quieres Abigaíl? ¿Quieres seguir jugando conmigo? ¿Eso quieres?

—No... te atrevas... a hacerle daño, Jonathan. O debería llamarte... ¿Sombra?

—¡Eres un maldito Jonathan! Y pensar que un día me llegue a enamorar de ti...»

CUANDO LAS LUCES SE APAGAN ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora