+ REALIDAD +

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Por fortuna, mi abuela dejó que conviviera un rato más con mi pequeña hermana. Yo la veía y no me cansaba de su sonrisa, hacía tanto que no la veía siendo feliz...

—Vane —le susurro mirándola a los ojos—. ¿Eres feliz con la abuela? —le pregunto con intriga—. ¿Qué hay de tía Dana? ¿Te trata bien?

Tras mis preguntas, ella baja la mirada, pero enseguida la levanta y asiente con una sonrisa falsa.

—Vane —la tomo de las manos—. Por favor, dime la verdad.

La veo con súplica y sus ojos se cristalizan. Ella comienza a llorar y me abraza con fuerza.

—¡Te extraño! Abuela siempre se enoja conmigo y mi tía no me quiere.

Escucharla llorar, me rompe el corazón en pedazos, me dan ganas de levantarme del jardín y huir con ella ahora mismo. La sujeto entre mis brazos mientras la sigo escuchando.

—Siempre me hacen trabajar para ellas y tía Dana me dice que soy una mentirosa y que tú estás loca... Ya no quiero estar con ellas. Yo siempre les dije que te quería ver, pero siempre me ignoraron. Esa noche mi abuelo me defendió de mi tía y se enojó mucho que murió. Por culpa de la discusión, él murió, pero mi abuela piensa que fue mi culpa y no me cree —llora con intensidad sobre mi hombro.

—Vane... —cierro los ojos con fuerza y aprieto mis manos en puño al sentir esa impotencia tan grande de querer huir con ella, pero no poder hacerlo—. Te prometo que iré a buscarte y te llevaré lejos. Solo tú y yo —le doy el meñique y ella lo entrelaza con el suyo.

Sonríe levemente y me vuelve a abrazar, ahí es cuando me percató de que tiene un gran moretón en su espalda. Estoy a punto de preguntarle sobre eso, pero la voz ronca y exigente de la abuela me interrumpe.

—Hora de irnos —exige ella y Vane aprieta el abrazo, no queriéndome soltar.

—Cumple tu promesa, por favor —susurra sobre mi oído y me besa la mejilla.

Vane se separa de mí con los ojos llorosos y se aleja para ir con la abuela.

—Abuela —la llamo antes de que ella diera media vuelta y se vaya.

—¿Qué quieres? ¿Me dirás que estás arrepentida de tus actos?

Sonrío sin gracia y camino hasta quedar frente a su rostro.

—Yo nunca me arrepentiré de proteger a mi hermana. Sí, seré una asesina y una loca, pero, ¿sabes? Me volvería el mismísimo demonio si me vuelvo a enterar de que golpeaste a Vanesa y que Dana y tú, la siguen molestando.

—¿Qué cosas te di...?

—No hace falta que mi hermana me diga algo para ver los moretones que tiene. No hace falta que llore para ver el sufrimiento que tiene en la mirada —la interrumpo.

Ella niega con la cabeza, pero puedo ver ese miedo en sus ojos, ella trata de dar media vuelta, pero la detengo tomándola del brazo.

—Es una advertencia abuela. Ahora dime, ¿Cuál fue la verdadera razón por la que viniste acá? No creo que yo sea importante para ti como para que vinieras solo a decirme que me trasladaras a otro internado.

Ella no duda en responder con seguridad:

—Vine porque Aron me lo pidió. Ese chico me llamó hace un par de días y me dijo que te sacará de aquí para que estuvieras a salvo, a cambio, yo recibiría beneficios económicos.

Tras escuchar sus palabras, suelto su brazo y dejo que se vaya mientras yo permanezco asombrada.

Aron la contacto...

CUANDO LAS LUCES SE APAGAN ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora