28. Son como Tom y Jerry

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VICTORIA

A la mañana siguiente cuando me desperté, encontré a Jacob preparando el desayuno. Una hora más tarde, nos vestimos y fuimos de nuevo al hospital.

Al llegar nos encontramos a Carla y Colin dormidos en unas sillas, y a Alex sentado mientras que su pierna derecha subía y bajaba.

Nos acercamos a él y le preguntamos si había alguna novedad. Nos contestó que desde ayer por la noche no ha vuelto a tener noticias.

Así que al ver que horas más tarde nadie salía, decidí escribirle un mensaje a Mónica. Ella nos pidió que nos fuéramos a casa.

Su madre iba a quedarse ingresada durante unos días hasta que mejorara. Nos agradeció el haber venido y nos dijo que nos avisaría si pasaba algo.

Cuando les conté a los demás sobre esto, Col y Carla se fueron adormilados, pero Alex no se levantó. Últimamente estaba muy raro. No era normal en él estar tan callado y perdido en sus pensamientos.

Cuando Jacob me dejó en casa, me pasé tumbada con Niobe en el sofá durante casi todo el día.

Solo me apetecía pasar tiempo sola, después del día de hoy quería un poco de tranquilidad. Pasado el mediodía recordé que tenía que dar de comer al hámster de Hugo.

Cogí la llave y crucé el descansillo hasta el apartamento de enfrente. Una vez dentro me dirigí hasta la cocina y saqué una bolsa con comida para hámster.

Me acerque a la mesa de comedor, donde la jaula del hámster estaba y la abrí. Tenía una pequeña puertecita en el lateral.

Croqueta salió de su pequeña casita y se acercó rápidamente hasta mí moviendo su pequeño hocico.

—Tengo que echártela en un pequeño bol —miré por toda la jaula, —que al parecer no tienes.

Volví a la cocina y abrí los cajones hasta encontrar un pequeño recipiente de cristal.

—Aquí es donde pondré la comida Croqueta.

Al no verla revoloteando por la jaula me acerqué a la pequeña casita.

—¿Croqueta?

Me empecé a agobiar. Miré por todas las esquinas de la casa y seguía sin encontrarla.

—Vale, tranquilízate, Vicky. No puede haber ido muy lejos estará en...

Me callé de inmediato cuando me fijé que había dejado las puertas de los apartamentos abiertas.

Me levanté del suelo y después de pensarlo decidí llamar a alguien para que me ayudara.


—Ya estoy aquí. ¿Para qué me necesitas?

—La he cagado —me pasé la mano por la frente.

Jacob cerró la puerta detrás de él.

—¿Qué ha pasado aquí? —recorrió con sorpresa todo el salón. —Parece que te han entrado a robar.

Mi apartamento estaba hecho un desastre.

—Necesito que me ayudes a buscar a Croqueta.

—¿Croqueta?

—Un hámster.

—¿Tienes un hámster de mascota?

—No, yo no. Es de mi amigo Hugo. Se ha ido unos días fuera y me lo ha dejado para que lo cuide.

—¿Y cómo se te ha escapado?

Me agache a recoger los cojines.

—Dejé sin querer la puerta de la jaula abierta.

Acordes NevadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora