47. Acordes nevados

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Estuvimos horas y horas hablando. Los dos nos desahogamos, compartimos cada pensamiento e impulso que habíamos tenido durante estos días.

Esa tarde conseguí conocer un poquito más al chico que me tenía tan locamente enamorada. Cuando salimos de la cafetería se había hecho de noche.

Nos paramos en la acerca y miramos la cafetería con anhelo.

—Este fue al primer sitio al que te llevé ¿recuerdas? —asentí.

—Creía que me estaban siguiendo, y cómo no tú apareciste en mi ayuda.

Él se carcajeó antes de rodearme la cintura con sus fuertes brazos. Cuando las risas terminaron nos quedamos quietos. Embelesados y perdidos en la mirada del otro.

Puede que estuviéramos pensando en un millón de cosas y a la vez nada.

Un copo de nieve cayó en mi nariz provocando que mi mirada se desviara.

Los copos de nieve empezaron a caer. Nos rodearon.

Me cayeron un par de copos más por el rostro, haciendo que se me escapara una pequeña risa.

Cuando volví a abrir los ojos vi que él no había apartado su mirada de mí en ningún momento.

—Victoria. Te amo.

Al escuchar esas palabras no pude evitar volver a sonreír con fuerza.

—Yo también te amo Jacob.

Él hizo que el momento fuera especial.

Nuestros labios se fundieron en un largo beso. De vez en cuando se nos escapaban algunas sonrisas. Nos besamos con suavidad y tranquilidad. Queriendo recordar las sensaciones y emociones que estábamos sintiendo en estos momentos.

Él era único, especial. Me había abierto los ojos.

Gracias al chico con el que me tropecé todas esas veces, el de la mirada azulada tan intensa; había vuelto a recordar quien soy.

Tengo una teoría. El destino nos pone por delante a las personas porque todas ellas tienen una lección que darnos.

Puede que algunas nos dejen recuerdos agridulces, otras se vayan. Otras puede que se conviertan en personas esenciales y nos regalen momentos en los que queremos vivir congelados.

Yo quiero recordar este momento.

Quiero recordar los besos cargados de cariño que él me está dando mientras que los copos de nieve caen sobre nosotros, empapándonos.

Si pudiera describir este momento diría que Jacob es música. Por eso cada vez que nos juntamos los acordes nos rodean. Recopilan cada momento vivido, cada sonrisa y cada lágrima que nos acompaña.

Cada momento vivido era una partitura llena de notas, que describían a la perfección cómo nos sentíamos.

Por eso digo que Jacob es música.

Ahora mismo escucho la melodía de un piano, escucho como los copos de nieve simulan las notas agudas que nos envuelven con rapidez.

Por eso el título que le pondría a este momento tan especial para mí, es los acordes nevados.

FIN.

Acordes NevadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora