20. Una tarde llena de emociones

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Como hoy no tenía nada que hacer decidí ir a casa de Mónica y ver cómo se encontraba. Ayer me dejó bastante preocupada con la conversación que tuvimos.

Estuve llamando durante varios minutos al timbre y nadie respondía. Justo cuando estaba dispuesta a irme una mujer muy flaca con las ojeras muy marcadas me abrió la puerta. Al principio me asusté porque empezó a amenazarme y gritarme, pero cuando Mónica salió y ayudó a que la mujer entrara en casa, entendí que esa era su madre. Había empeorado muchísimo desde la última vez que estuve aquí.

Me pasé un rato hablando con Mónica y ella aprovechó el momento para desahogarse.

Cuando bajé del autobús aceleré el paso. Habíamos quedado Eric y yo en llevar a Hugo a la feria esta tarde. Y como no, llegaba tarde.

Me acerqué con la respiración entrecortada a la entrada del edificio, donde Eric y Hugo me esperaban.

—Siento llegar tarde —me disculpé.

—No pasa nada, lo importante es que has venido —dijo Eric. —¿Has visto Hugo? Te he dicho que vendría.

El pequeño que estaba de brazos cruzados se levantó de las escaleras y se acercó a mí. Nunca le había visto tan enfadado.

—¿Qué te pasa?

—Lleva así un rato. Está así porque creía que no ibas a venir.

—Solo me he retrasado diez minutos, pero he llegado que es lo importante. Sabes que siempre cumplo las promesas que te hago.

Poco a poco la expresión de Hugo se relajó.

—Ahora que estamos todos bien, al coche.

Pasados los veinte minutos Hugo se durmió.

—Ahora que Hugo no nos escucha explícame a dónde vamos.

—A la feria ya lo sabes.

—No te creo —respondí.

—¿Por qué no?

—Porque este no es el camino para ir a la feria.

Echó una miradita por el espejo retrovisor.

—Vale, me has pillado. Vamos de camino al parque de atracciones de Carpentersville.

—¿Y por qué hasta allí?

—Antes de que mi padre muriera le prometió a Hugo que iríamos todos juntos a ese parque de atracciones.

El silencio nos rodeó y lo que dijo me hizo reflexionar. Hugo lo había pasado muy mal, y tan solo es un niño.

—Eres un buen hermano, muy buen hermano.

—Eso intento Vicky.

Me sonrió antes de volver a centrar su atención en la carretera.

—Puedes dormirte un rato si quieres. Cuando lleguemos será de noche.

Le miré el perfil. En realidad, Eric es guapo y le admiraba muchísimo. Es una persona buena, tranquila y cariñosa. Por no decir que era el mejor hermano del mundo. Estaba dando todo lo que tenía por Hugo.

Cuando bajamos del coche abrí el maletero y saqué la mochila mientras que Eric cargaba a Hugo.

—¿Dónde estamos? —preguntó el pequeño.

—Adivina.

—Esto no es la feria.

—Ya lo sé.

Al acercarnos a la puerta de entrada Hugo empezó a alucinar.

—¡No puede ser! ¡Estamos en el parque de atracciones de Carpentersville!

Hugo escondió su carita en el cuello de su hermano.

—Vamos no llores —le acarició la cabeza con suavidad. —¿Estáis preparados para esta noche?


Cuando entré en casa eran pasadas las dos de la madrugada. Niobe se acercó maullando. Yo me agaché y le acaricié la cabecita a mi pequeña.

Decidí darme una ducha caliente antes de meterme en la cama. Cuando salí del baño y miré mi teléfono, vi que tenía varios mensajes de un número desconocido.

DESCONOCIDO

Hola, soy Jacob. He mirado mi horario y mañana el gimnasio no abre hasta las doce. ¿Te parece bien que empecemos con las clases mañana a las diez y media?

Tras agregarle le respondí.

YO

—Me parece genial.

JACOB

—Vale, te mando la ubicación. Mañana nos vemos ;)

Suspiré aún con el corazón acelerado. Muy en el fondo creí que no aceptaría.

El móvil volvió a sonar.

JACOB

—Tráete ropa cómoda. Buenas noches, Victoria <3

Mi corazón se saltó un latido. No tomé a Jacob por uno de esos chicos que mandaban corazones.

Acordes NevadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora