Presentaciones.

6.4K 595 165
                                    


Un año pasó rápido e Inu no Taisho se encontraba muy ocupado por las situaciones diplomáticas; Cuando se dio a conocer que tenía un hijo hanyō algunos demonios mostraron su indignación y querían desterrarlo. Inu no Taisho tenía que ser lo suficientemente cuidadoso y persuasivo con sus acciones para seguir manteniendo el apoyo de todos.

Mientras tanto, Sesshomaru veía como su padre pasaba menos tiempo con él y su madre. No era sorpresa, desde que tenía memoria su padre normalmente estaba ausente por alguna razón u otra. Pero estos últimos meses se encontraba constantemente presente, ocupado, pero nunca fuera de los terrenos. Se había acostumbrado a la presencia, y más cuando su padre le dedicaba tiempo. Desgraciadamente, quizás la presencia de su padre se debía al "bastardo". Sesshomaru no quería ni verlo, pero su padre en más de una ocasión lo había invitado a conocerlo. Le había dado la noticia de que tenía un hermanito, Sesshomaru se negaba rotundamente a aceptarlo como tal.

— ¿Qué sucede, cachorro? — preguntó Irasue, viendo que su hijo miraba por la ventana.

—Padre se fue de nuevo... él prometió que entrenaríamos— respondió Sesshomaru. Él lo decía sin ninguna emoción en su voz, sin embargo, Irasue era su madre y sabía a la perfección cuando su hijo ocultaba sus sentimientos.

—Tu padre está ocupado, pero volverá pronto... ¿Qué te angustia, Sesshomaru?

Sesshomaru no tenía angustia alguna, o por lo menos eso es lo que se decía así mismo. Simplemente su padre se lo había prometido, él debía cumplir su promesa. Que Sesshomaru deseara que su padre cumpliera su promesa no tenía nada de malo, pero decirlo en voz alta lo haría parecer un cachorrito algo que definitivamente no era.

Ya era lo suficientemente mayor como para requerir de su padre y madre.

Pronto le llegó el olor familiar de su padre, no sólo eso, había otro olor que tanto la madre como el hijo no conocían. Ambos observaron por la ventana del palacio como Inu no Taisho llegaba sosteniendo algo en sus brazos. Madre e hijo esperaron en la gran sala. En un corto tiempo Inu no Taisho se encontraba con ellos.

Inu no Taisho llegó con una sonrisa, su esposa e hijo miraban con curiosidad para saber que cargaba.

— ¿Quieren conocerlo? — Cuestionó.

— ¿Traes al cachorro contigo? —Preguntó la daiyōkai, desconcertada. Su hijo también miraba con incredulidad.

Él asintió aun sonriendo, aunque su sonrisa comenzaba a desvanecerse porque su familia no reaccionaba a la noticia como esperaba. No es que presentar al nuevo cachorro sería una alegría para su familia dado los acontecimientos de su nacimiento, pero Inuyasha era un cachorro tan adorable, no había duda que se rendirían al encanto del pequeño. Pero sus suposiciones habían fallado, tanto la madre como el hijo se quedaron congelados en su lugar. Quizás había sido demasiado entusiasta y optimista.

Sesshomaru no sabía cómo reaccionar por lo que miró a su madre esperando una respuesta, sin embargo, ella sólo se miraba pensativa.

Inu no Taisho estaba decepcionado, así no era como se imaginaba el encuentro. Estuvo a punto de decir lo que fuera, pero su compañera lo interrumpió:

—Quiero conocerlo.

El alivió que sintió el gran demonio no tenía comparación. Irasue le sonrió y caminó hacia él, mirando a la pequeña cría con genuina curiosidad.

Irasue observaba con asombro al pequeño cachorro hanyō. Nunca había visto uno, sólo escuchado lo que decían sobre ellos. Entre sus conocidas, ellas o sus compañeros de vida, llegaron a tener un hanyō al que se mantenía oculto, abandonado o asesinado por su otro compañero o un familiar cercano por la vergüenza que era tener una de estas criaturas.

Lazos que nos unen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora