Pinturas

5.6K 524 101
                                    

Pinturas.

Editado: 21/10/24

Un día, sólo faltaba un día para la gran boda. Izayoi se sentía nerviosa e Inuyasha podía sentir eso también lo que lo hacía ansioso.

Izayoi se bañaba mientras Inuyasha dibujaba garabatos en una hoja.

Inuyasha se aburrió de tanto dibujar, miró por la ventana y ahí los vio... Niños. Un montón de niños jugando con una pelota, riendo y ensuciándose. Lo más divertido para un niño de 3 años (casi 4, pronto los cumpliría en unos días).

El hanyō emocionado trató de salir, pero estaba cerrado. Siguió observando con admiración a todos esos niños.

—¿Qué miras, Inuyasha? — le preguntó Izayoi, vestida con un lindo kimono rosa y cepillando su pelo negro como la noche.

—Quiero jugar con ellos— respondió el cachorro, entusiasmado.

Izayoi se acercó a él para mirar por la ventana y dio una sonrisa triste al ver a los niños jugar. Inuyasha siempre salía del palacio bajo su protección, pero nunca había niños o alguien para que el pequeño jugara, la mayoría de la gente del castillo seguía creyendo las absurdas historias que se decían sobre los hanyō.

—Inuyasha, ¿No te parecería mejor darte un baño antes de que llegue tu padre?

—¿Por qué no puedo jugar?

—Un baño parece adecuado, estarás limpio y fresco para poder jugar con el joven Sesshomaru.

—Pero... —Inuyasha bajó sus orejas y su sonrisa se desvaneció. Él realmente quería jugar con los niños.

—Después habrá tiempo para jugar con ellos, ¿De acuerdo? — dijo Izayoi y le ofreció una sonrisa tratando de animarlo.

Inuyasha asintió con tristeza—. No quiero un baño, me bañé ayer.

—Cierto, lo había olvidado. En ese caso, esperemos a tu padre.

Inuyasha asintió con desgano.

—Inuyasha, tengo algo importante que decirte.

La joven madre se puso a la altura de su hijo.

— ¿Quieres quedarte con tu padre mañana?

Inuyasha inclinó la cabeza sin comprender por qué la pregunta.

Izayoi suspiró, como podía aclararle la situación a un niño de 3 años.

Miró el cambio de actitud de su hijo a más animado y supo entonces que Inu no Taisho había llegado.

La relación entre Inu no Taisho e Izayoi había mejorado. Ya no eran tan cortantes ni fríos, al contrario, se hablaban animadamente; ya no románticamente o algo parecido, pero amistosamente por el bien de su hijo y el de ellos.

—¡Papá! — anunció el hanyō.

Inu no Taisho saludó como de costumbre y sostuvo a su cachorro preparándose para irse.

Izayoi se acercó a ellos antes de que partieran.

—Inu no Taisho, tenemos que hablar sobre lo de mañana, Inuyasha...

—Lo decidiremos más tarde, le explicaremos la situación— aclaró Inu no Taisho.

Izayoi asintió despidiéndose de su hijo e Inu no Taisho.

Inuyasha no comprendió la charla de sus padres delante de él. Quería preguntar (últimamente su curiosidad había aumentado mucho), pero sabía que tenía que mantenerse en silencio cuando dos adultos charlaban entre ellos.

Lazos que nos unen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora