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A unos cuantos kilómetros,se encontraba el cementerio,igual de tranquilo y lleno de hojas como siempre. Pero había algo en ese día,justamente en ese día,que parecía algo lúgubre;sin color.

   La morena sale del vehículo con una bolsa oscura,que no daba mucha a la imaginación. Por ende,no tomé la molestia de indagar sobre su interior.
  Joshua me miró de reojo al pasar por mi lado,fue él quien dio marcha a la tumba de Alex.

  Sin dirigirnos la palabra, atraviesa la puerta que se había creado para que ningún ratero o fanático ritualista cogiera algo que no le perteneciera.

—Estaría feliz por veros aquí —manifiesta Agnes con una minúscula sonrisa.
  

Tenía razón, estaría feliz.

Un pitido tan fuerte ensordece mis sentidos. Siento mi cuerpo desvanecer,mis latidos aumentar. Una risa floja pasar por mis oídos. El olor a cigarrillo impregnar mi rostro ya empapado de lágrimas. Una respiración errática. Tres pares de sombras frente a mí. Dos decían mi nombre para que entrara en sí,el otro individuo sonrió de medio lado;con una sonrisa completamente aterradora. Y de sus labios salió «Mereces sufrir»

                        [***]

   
De mi mente no salía "mereces sufrir" Se repetía, una y otra vez. Pero ese ataque de ansiedad no fue el detonante de que ahora tenga una navaja entre mis manos,paseando esta por mis muñecas un tanto marcadas. De sólo verlas,me dolía.

   Antes de que me dejaran en el apartamento sola,se sersioraron de que estuviera bien. Y así les hice creer,cuando por dentro mi vida estaba hecha pedazos.

    Hay momentos,que tengo ganas de desaparecer, y esta,precisamente esta,era una.

—Quiero mi vida de antes —más lágrimas salían a medida que iba haciendo pequeñas líneas superficiales en mis muslos.

    De un momento a otro,mi dolor lo suavicé con otro,y así pasó mi vida. Tratando de curar algo que yo misma rompí.

  Mi alma fue cediendo al deseo de quitarme la vida,de hacerle un favor a mi madre que sólo conmigo obtenía gasto,tras gasto. Ayudarle a mi padre, con su peso de tenerme tan inestable. Le ayudaría a muchos si me fuera. Pero mi lado egoísta no me lo permite,aunque haya tenido muchas oportunidades.

   Cuando un ser querido muere,es doloroso;sin embargo,mis lágrimas dejaron de ser por él hace meses,cuando por cosas de la retorcida vida,me consigo en el mismo callejón sin salida.

—Todo esto es mi culpa —arrojé la navaja a quién sabe donde. Sólo la lancé en una parte de mi habitación.

     Golpeé mi cabeza varias veces,queriendo buscar sentido,pero no pasaba,sin embargo,se añadió un tic nervioso en mi ojo izquierdo,sudoración y palpitaciones muy fuertes. Entre grandes bocanadas decidí recobrar tranquilidad,pero no lograba mis esfuerzos.

—¡Maldición!

      
          Me deslicé por la pared hasta quedar sentada,viendo de frente la puerta. Veía sombras correr por todo el lugar,y no me gustaba en lo absoluto. Tenía miedo,eso lo tenía claro,y me desespera al saber que no había nadie conmigo;como era de esperar.

Mereces sufrir.

No,no —cerré los ojos con fuerza por la voz tan maliciosa que me atormentaba cada noche.

Lizzie,es hora de jugar...

   Me pegué con más fuerza donde estaba,rezando que parara. Deseando de una vez, no estar así.

—Ya no quiero —digo temblorosa—,ya no más.

       Sentí un leve mareo cuando abrí los ojos de golpe. Me aferré a lo primero que encontré,en este caso,la mesa a mi izquierda era de muy buena ayuda,así que equilibré mi peso,queriendo olvidar que había gente corriendo y riéndose de mí.

No has terminado de ser la presa.

¡Déjenme tranquila! —grito al tope de mi cordura.

—Kennedy,¿qué te pasa? —al ver su mota castaña,me retuerzo en alivio.

  Mira el cuarto,luego a mi diminuto cuerpo que yacía en el piso,tembloroso. Se acercó a mí, pero viendo meticulosamente mis manos. Palpó donde estaba,buscando algo. Y fue ahí cuando me acordé de mis marcas pasadas.

Era difícil que olvidara mi ataque de ansiedad cuando lo ví pasar por esa puerta. Todo el caos se esfumó con su presencia.

Por primera vez al ver sus ojos,detallé la preocupación. Y no sabía por qué presentía algo malo con aquella mirada.

—¿Volviste a caer? —habla áspero,entre dientes demasiado perfectos.

    Miro sus lindos ojos jades,y me pierdo un rato en ellos,sin tener alguna salida.

  Mi cuerpo ya se sentía seguro,más a gusto por terminar ese pequeño episodio amargo.


—Te estoy hablando,Kennedy —vuelve a hablar,pero más suave—¿lo volviste a sentir? —agarró mi rostro,alzándolo y dejando el mismo a su altura.

—No pude —hice un mohín,y lo próximo que hizo me dejó con el corazón en la boca.

Sus brazos rodearon mi espalda,acercando nuestros cuerpos,profundizando un abrazo demasiado cálido y sobreprotector. Me sentía estúpida, porque claramente aquella sensación de hormigas en mi cuerpo,no desvanecía cuando lo tenía cerca,inclusive,su olor tan peculiar me hacía regocijo.

—No estás sola.

¿ Presa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora