15.

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Jhoshua.

    Dolía verla así, tan rota,tan marchita. Se me encogía el alma por no haberme quedado como me sugirió mi hermana minutos después de bajar por aquellas escaleras.

   No sabría que hubiese pasado si la hubiese conseguido tirada,sin pulso.

          Traté de manera sobrehumana relajarla del todo,porque yo no era santo de su devoción;pero algo que nos habían enseñado a lo largo de nuestra vida juntos, como "familia", era siempre estar para el otro. Y debía,y tenía que ayudarla en esta situación.

    Le escribí a Agnes para tenerla al tanto,mientras deshice el desorden de su cama,la llevé a que se acostara.

—¿Por qué viniste? —pregunta al enrollarse bajo las sábanas gruesas. Giro en mis talones para verla mejor.

      Era bonita,lo sabía más que nadie. Sabía muchas de sus manías por seguir las reglas,aunque de vez en cuando rompía algunas,y la primera fue tener mi atención sin querer.

—Dejé el móvil en la cocina —mentí inmediatamente. No era necesario decirle ese rollo que antes conté.

    Era mejor que pensara que fue mera coincidencia que llegara en momentos como ese,y estaba bien. Yo salía ganando, para proteger mi propio pescuezo.

—No te creo —me lanza un peluche que atojo al instante.

—Aparte de irritante —comienzo con una sonrisa amarga—,con pésima puntería —me burlo para hacerla olvidar sus pensamientos.

     Lo que hace efecto inmediatamente, tuerce la boca, y se recuesta sin ánimos.
      

   Sus espesas pestañas brillaban con las gotas de sus propias lágrimas;las hacía parecer grande,y más oscuras de lo usual. Sus ojos azules decaídos miraron un punto en la pared. Seguí su mirada,y me encontré con un porta retrato,con una foto de Alex y Alec, ellos tres;juntos.

  E instantáneamente un baldazo de agua a mi rostro,siempre fueron ellos la vida de la ella;su todo. Nunca había sentido tanto dolor por la felicidad de alguien cuando los vi juntos,ese remordimiento de ser ellos cada que ella los abrazaba o daba cariño a su manera.

    Sin embargo,Lizzie no era del todo la chica que quería en mi vida. Sólo era la niña tonta que simplemente se metió solita en una burbuja, en un mundo donde sólo los Hiltons podrían habitar.

—Deberías dormir —se mueve incómoda, regresando una mirada nerviosa a la habitación.

   Me sersioro meticulosamente por si había algo fuera de lugar,que cuando llegué, no me habría dado cuenta;pero como antes,sólo deduje la falta que le hacían sus pastillas.

—No hay nada aquí —hablo monótono, sin querer quedarme un rato con ella.

—Podrían aparecer otra vez —susurra. Y levanto una ceja.

—A ver —digo,obteniendo su atención—,me quedaré aquí, para asegurarme de que no hay nadie,¿ok?

    Asiente ahora con más ánimo. Pero no se lo haría fácil, que fuera empático con ella,no significa que me dejara manipular tan fácil por su voz de niña asustada que siempre utilizaba.

—Pero no creas que te quiero,o algo por el estilo —chasqueo la lengua,fastidiado—. Lo hago por pura política.

     Hago que lo entienda perfectamente, y me giro en busca de un sillón que pueda usar como cama en ese momento,debía relajar mi cuerpo, estaba bajo presión por muchas cosas que habían pasado antes y después de mudarme de donde vinimos.

     Salgo y la claridad de la calle de enfrente me recibe,próximamente me mudaría allí, y no lo había comentado porque era algo sin importancia. Ni siquiera mi padre o Agnes se tomaron la molestia de comentar algo.

   Paso por el pasillo, y paseo por el cuarto del medio que yacía vacío y bajo llave,luego pasé al cuarto de Leah por una manta,para pasar las horas.

   Decido curiosear un poco,tía Leah no iba a llegar tan pronto,tenía turnos de media noche en el hospital. Y con Lizzie  en plena paranoia,no se tomará el tiempo en levantarse a ver por qué duraba. La conocía.

      El cuarto era demasiado cálido, a diferencia de toda la casa,que se sentía la falta de calor;que tiempo atrás, tenía.

Los trazos prolijos en el armario eran únicos, sin duda era uno de sus mejores trabajos,y era imposible alardear de ello. Paso mi mano por encima de una figura de flores desde la más diminuta a la más grande. Abro las puertas y busco la manta que antes me había planteado sacarla de una pequeña cómoda al otro extremo de la habitación,pero no me apetecía ir hasta allá.

    Al obtener lo que quiero,giro mis talones hasta toparme con unos marcos en toda la pared junto a la puerta,en su mayoría habían fotos de la familia,y una que era muy significativa para la familia Kennedy Willis.

 
La mujer que cargaba a una Lizzie de aproximadamente siete años,sonreía abiertamente a la pequeña que la miraba con sus ojos azules apagados. El hombre en traje,poseía una minúscula sonrisa torcida;pero demasiado sincera;y con sus manos,abrazaba al rubio de complexión demasiado delgada.

Ellos habían sido una familia feliz por mucho tiempo. Y cuando veía unos cuantos años después,aseguré que no todo es para siempre.

—Josh —recuerdo que no estaba solo. Salgo al escuchar la voz tan apagada de Kennedy en la otra habitación.

—No me he ido —aseguro pasando por el umbral de la puerta.

—Tengo miedo —vi sus ojos llenarse de miedo. Pero aún no sabía qué le había pasado tan grave para sentirse así.

—Estoy contigo —digo con severidad—. Nada malo te va a pasar mientras estés conmigo.

  Le digo sinceramente.

—Debes descansar,y no pretendo darle explicaciones a la tía Leah por tu culpa.

—Vete al infierno,no debes tratarme tan feo —suelta molesta,lo que me provoca una sonrisa más que nada, torcida—. Tu bipoliridad puedes guardartela,ni te pedí estar aquí.

—Pero yo me quise quedar aquí —eso parece sacarla de base. Así que aprovecho que se ha quedado sin habla,para apagar la luz.

    No escucho nada por parte de ella,me echo al sillón que tiene junto a la ventana de su cuarto. Me subo la manta al cuerpo y me acomodo muy a mi pesar.

   Al pasar de los minutos en completo silencio,mis ojos van cediendo al deseo de descansar;puesto que ha sido unas semanas difíciles. Cuando ya siento que logro mi objetivo, la chiquilla habla:

—Gracias.

   Y una sonrisa se dibujó en mis labios tras su palabras,y ahora sí, mis párpados se cerraron y no supe más nada.

¿ Presa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora