[ Perdidas ]

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El viento golpeaba con fuerza la cara de Sunny cada vez que caminaba por la solitaria acera. Al llegar a su destino logró divisar varios autos estacionados cerca de un supermercado bastante grande. Con prisa de volver a su casa y no querer ser regañado por ir tarde, apresuró el paso quedando frente a la puerta corrediza. Respiró hondamente mientras se disponía a entrar.

Unos mechones de un sedoso cabello rosado fué lo que divisó por el rabillo del ojo; ella tenía una gorra al igual que él ocultando una tristeza y soledad sin precedentes... Tenía benditas por cortes menores en sus brazos y piernas por lo que no traía nada grave del todo... Sintió que la conocía, pero no sabía de nadie con esos cabellos. Preguntaría, pero, tan rápido como la vió frente a él, se fué perdiéndose en la oscuridad de la tenue noche. Sintió estar un poco identificado pero estaba un tanto... Confundido, ¿quién iba a un supermercado así de grande y no comprar nada? No tenía sentido para él... Sin más, y tratando de ocultar lo mejor que podía sus vendajes, entró en esta.

Pescado... Pan... Medicamentos... Dulces... Bebida, ahí estaba lo que tanto buscaba con desesperación. Tomó un par de botellas mientras veía los precios; no quería gastar todo pero tampoco quería comprar algo de baja calidad... Con todo para no sufrir un castigo más severo. Tomando las de un precio aceptable, pasó por una de las únicas y pocas cintas transportadoras para pagar. La mujer adulta se extrañó de ver a un jóven, pero al ver las cervezas frías y unos muy perceptibles vendajes por sus brazos y ojo supo lo que pasaba y eso la ponía triste.

Sin mostrar la tarjeta ni pagar ni un centavo, la mujer dejó al niño pasar. Sunny se extrañó de sobremanera, se giró a verla y ahí notó un papel siendo estirado hacia él. Extrañado aún más lo tomó, y abrió los ojos como si hubiese habido un rayo de esperanza hacía el.

[ Si necesitas ayuda, llámame y arreglaremos esto.
Polly.
Número: xx xxxx xxxx ].

Polly... No sabía de dónde, pero le sonaba su nombre. Tomando ese papel, lo arrugó y guardó en el bolsillo de su camisa. Con algo de prisa asintió con su cabeza y se dispuso a salir del local. Polly se quedó allí, viendo con pena y tristeza al niño... Quería ayudar, pero un nudo en su estómago le impedía moverse para ser la luz que ilumine su futuro ya consumido por las penumbras. Con su turno ya terminado y despidiéndose de sus compañeros, se retiró a la casa donde vivía y cuidaba a un chico llamado Basil y a su abuela.

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[ ¿Por qué hay gente mala y tan poca buena, Mari? ]

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El rechinar de la puerta es lo que se escuchó en la casa Suzuki. Dejando las botellas con cuidado en la mesa junto a un tanto de dinero al lado de esta para que no sospeche del nulo dinero gastado se tumbó en el sillón... Buscando un lugar difícil para encontrar el dinero sobrante, la metió por debajo de las almohadas de esta dejandola ahí; quizás y funcionaba con su suerte restante. Al escuchar el bajar de las escaleras vió a su padre, se quedó mirando la bolsa y luego sonrió ampliamente mientras se acercaba a revisarlas.

- Aquí está el cambio... Están frescas como a mí me gustan... ¡Uf, esta marca es muy adictiva! -. Rió por lo bajo, tomó un vaso de vidrio y procedió a servirse un poco.

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