[ "Solitario" ]

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Las puertas corredizas del hospital le cedieron el paso al grupo de chicos, quienes veían el lugar con cierto nudo en su estómago. No era realmente fácil entrar a un lugar donde la vida y la muerte estaban colgando en un fino y delicado hilo imperceptible. Además, el ambiente de tristeza y felicidad mezclado por el lugar tampoco aliviaba la expresión fruncida de Aubrey. Pasó muchas veces por un hospital, pero nunca a uno tan... Desolador.

La única vez que Basil había ido al hospital fué para ver a su querida abuela por lo frágil que estaba su situación. Lloró ese día, cuando la tomó de su mano sintiendo como la calidez que tanto lo había protegido y cuidado se esfumaba entre el viento y en las hermosas y blanquecinas nubes. Nunca fué alguien devoto o cristiano, pero sabe que su abuela está ahí arriba, protegiéndolo. Fué de las pocas veces que fué a un hospital desde ese fatídico día. Ahora tenía que superar ese dolor de perder a alguien en el lugar donde nació para ayudar a un amigo.

Kel solo venía para algunas lesiones, medicamentos o chequeos médicos para entrenar y jugar algún partido importante. Siempre había sido así. Por suerte, no tuvo que asistir a un hospital por la muerte de un familiar, aunque podía sentir el ambiente a muerte por doquier.

Aubrey... No era la mejor, pero sabía cómo eran la mayoría de los hospitales del lugar. Optaba siempre por hospitales pequeños al no poder ir a uno así de gigante como en el que estaba parada, además de que atendían mucho más rápido allí por la poca gente casi pobre de la ciudad. Solo llegaba para una bendita o a apoyar a su madre en una cirugía importante. Desde que empezó a dejar la bebida se había convertido en alguien mil veces mejor que antes, aceptando que un padre casi negligente la había dejado por su culpa.

Era una relación un tanto rara.

Sin más rodeos, Aubrey fué la primera en acercarse a la mujer de la recepción. Había una odiosa fila, pero tenía que preguntar la habitación donde probablemente estuviera Sunny y su madre, además de avisar de ante mano sobre su visita.

Basil y Kel se juntaron con ella segundos después que decidió actuar por su cuenta.

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Aubrey jadeó de manera audible mientras arrastraba los pies por los pasillos blanquecinos del hospital, siendo capaz de ver tu reflejo por lo tan pulido que eran. Segundo piso, habitación 17. No sabía cuánto dinero tenía Sunny y su madre para tener que ir a este hospital en específico con más de 5 pisos en conjunto. Se sobó la espalda ciertamente angustiada; le dolía como el infierno. Se estaba haciendo vieja con tanto trabajo.

— Bien... Aquí es —. Tragó saliva el rubio mientras miraba la imponente puerta. La única cosa de madera que separaba cosas de otras.

— Sí, es aquí —. Tranquilamente Aubrey comentó. Un cierto sudor frío bajó por su frente. Estaba completamente nerviosa y era muy palpable.

Kel la miró ciertamente extrañado. La chica no siempre se ponía así de nerviosa a no ser que fuese algo que no pudiera manejar... O algo del pasado que no pudiera ni ver a la cara. Le ocurrió cuando vió un bate de béisbol en una tienda. Al verlo simplemente se puso nerviosa al notarla ahí, llamándola para gastar un buen dineral en él. Suponía que era por su sueño casi frustrado de jugar en un equipo profesional de béisbol... ¿O era Softball? No recordaba, pero le daba igual.

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