Castigo merecido

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Lincoln vio a su alrededor, inspeccionando aquel lugar en donde estaba. Estaba en una celda, y si alguien está en una celda significa que está en una comisaría, y si alguien está en una celda, significa que está en problemas.

Trataba de decirse que lo que veía no era real, que estaba soñando o que era un producto de su imaginación. Pero sin importar que pensara, la realidad era imposible de negar.

Estaba detenido, por la policía o las autoridades. Y eso significa que estaba en MUY SERIOS PROBLEMAS.

Volteó a su lado y vio a Chandler, estaba dormido, pero poco le importo pues quería saber lo que pasará con ellos.

–Chandler, Chandler– Le dijo el peliblanco mientras me agitaba de una lado a otro.

–¿Que pasa?– Le respondió.

–¡¿Como que que pasa?!– Estamos detenidos por la policía.

–Mierda Sherlock, no me di cuenta– Dijo irritado por la forma en la fue despertado.

–No me vengas con tus mierdas, ¿ahora que hacemos?–

–Nada, esperaremos a que nuestros padres vengan y eso– Habló para recostarse en la banca de la celda.

–Genial– Dijo ya derrotado.

–Aunque, hay que hablar de algo– Dijo para luego sentarse y estar de cara con su amigo.

–¿Y eso es?– Preguntó el peliblanco con duda.

–Tu ataque respiratorio– Dijo sin cambiar su expresión seria.

–¿Mi que?– Dijo expresando su confusión mediante su pregunta y expresión.

–Estábamos corriendo del guardia, después de una rato pudimos haber escapado, pero empezaste a toser humo como chimenea, casi y pensé que morirías...o mínimo que algo malo te pasaría–

–Debió ser el cansancio, recuerdo que escapamos por un bien rato–

–Pero no fue así, al menos no al punto de desplomarse al suelo mientras toses tanto que te tomas el cuello con desesperación y seguido de eso caes inconsciente–

–Mierda, no pensé que fuera así–

–Lo se, diablos, sabía que darte un cigarro era mala idea–

–Tranquilo, tendré más cuidado a la próxima–

–Si es que la hay– Este miró a la cara de su compañero, tenía una expresión llena de confusión. –Carajo, ¿No me oíste?, por un momento, pensé que habías muerto, y nunca me perdonaría eso. Creo que tienes que parar con esto–

Al oír aquella idea, la mente de Lincoln se lleno de ansias, pues no quería parar con su escapatoria.

–No, no quiero hacerlo, no voy a parar, créeme, tu lo sabes, cada día tengo que ver a gente que me desprecia, que me denigra al punto de hacerme nada en la casa, en mi hogar–

Mientras el peliblanco decía esto, tenía una expresión de miedo al respecto, no quería aceptarlo, pero su escapatoria, se volvió su nueva prisión.

–Si tu lo dices, solo no me digas que te lo advertí–

Pudieron seguir hablando, pero escucharon la pesada puerta del cuarto de celdas abrirse, seguido de eso, un guardia uniformado se postró frente a sí celda y preguntó.

–¿Lincoln Loud y Chandler Mccann?–

Ambos asintieron.

–Sus padres han llegado, son libres, traten de no meterse en problemas la próxima vez– Mientras les hablaba, abrió la celda con sus llaves.

Mi humeante escapatoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora