A los amigos de cerca

591 56 1
                                    

Ya era hora de volver a la escuela...y eso ya era esperado por todos, ¿Verdad?

Pues por mucho que Lincoln lo negara, atender sus clases era un gusto culposo, pues llegaba a disfrutarlo aunque sea un poco.

Y eso era más por la gente que había allí más que porque realmente le importe aprender algo del sistema educativo.

Pero volviendo a la rutina de siempre, nuestro protagonista se encontraba bajando las escaleras, ya listo, para después sentarse en el sofá esperando a que sus demás hermanas se terminen de preparar para su día.

Revisaba que su mochila, inspeccionando que sus libros y demás materiales se encuentren dentro, revisaba cada cosa una por una, hasta que vio su libro de dibujos.

Lo tomó entre sus manos y hojeo sus páginas una por una, viendo los dibujos que ha hecho a lo largo del tiempo y como han ido cambiando sus obras desde que empezó a dibujar en las hojas de dicha libreta.

Mientras observaba, un cierto sentimiento de nostalgia inundó su mente, todo ese dinero gastado en materiales, el esfuerzo que siente de hace echada vez más en vano...

¿A donde lo esta llevando?

(Todas estas discusiones, todos estos conflictos no son más que grandes basuras, ¿Que pensarán las demás con esto?) Pensaba el chico.

–Entonces...¿Qué estas dibujando?...–

(Genial...ahí están...)

Quien hizo aquella pregunta fueron las gemelas, quienes se sentaron una en cada lado del chico. Encimandose sobre el para ver lo más posible el contenido de su libro.

–Nada, solo veía lo mio– Ser evasivo era lo único que le quedaba al peliblanco. Después de todo...casi nadie era capaz de manejar la curiosidad de las gemelas.

–¿Quieres que vayamos al bosque? Conozco el parque como la palma de mi mano– Ideaba Lana. –Te llevare a los animales más exóticos del lugar–

–No soy tan bueno con...–

Y apenas empezó a hablar, Lincoln fue interrumpido por Lola.

–Deja los bichos raros de lado, el debe dibujar a damas como yo, y después repartir por este pueblucho los dibujos para admirar a la bella modelo–

(Pero no a quien lo pinto) Imaginó el chico mientras fruncía el ceño.

Cerro de manera algo agresiva la libreta, cosa que sobresaltó un poco a las niñas.

–¿Que es lo que quieren?–

–¿A que te refieres? Solo estamos hablando con nuestro hermano– Sonrió de manera falsa la amante del rosa.

–Ah claro, te dejaré pensar que me creí aquello–

Un suspiro molesto surgió de Lola, pero por alguna razón, estaba reacia a seguir con la conversación.

–¿Que no era esto lo que querías? Quiero decir, hablando de lo tuyo, ya sabes...hojas, pinturas, y el color blanco que ustedes dicen que sirve de todo–

–Quiero que todos en esta ciudad vean lo que hago, aunque perdón por decírtelo pero...ustedes serían la única excepción–

–¡Cuida tus modales! ¡No seas un niñito necio y déjanos ver!–

Y en un arrebató de furia, Lola salto para arrebatar la libreta de sus manos, para revisar sus hojas buscando algo interesaban o vergonzoso.

Algunas hojas sueltas salieron volando regandolas por el suelo y muebles.

Mi humeante escapatoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora