Finita alegría

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¡Beep! ¡Beep! ¡Beep! ¡Beep!

¿Qué pasa?, ¿ya es de día?, ¿y porque suena mi alarma?, si es que solo esta programada para los días de escuela.

Espera un momento, ¡¿Hoy es Lunes?!

Me levante de golpe y fui a ver mi teléfono, y en efecto, hoy era el inicio de una nueva semana de escuela.

Salí disparado hasta el baño y vi lo último que mis ojos desearían ver, mis hermanas.

Todas y cada una de ellas estaban haciendo fila frente al baño, esperando su turno para entrar.

Pero al escuchar el estruendo que hizo el albino al abrir la puerta de forma tan brusca no hicieron el mínimo esfuerzo en evitar voltearse hacia el origen del ruido.

–¡Cielos bro! ¿Porque tan agitado en la mañana?– La rockera preguntó al chico el cual seguía en estado de negación.

–A eso le llamo despertar con toda la energía, jeje, ¿entienden?–

En respuesta a la broma de la comediante las hermanas rodaron los ojos en señal de irritación.

–Nada...solo que la alarma no fue suficiente para despertarme–

El chico no estaba contento con la situación, pues justamente madrugaba para evitar toda clase de contacto con las chicas con quien compartía casa.

–Mira el lado bueno, ahora podrás hablarnos de tu día– Celebró Leni.

–Si...yupi...– Al joven le faltaba toda clase de humor.

La fila para que al fin sea su turno de usar el baño se le hizo eterna, definitivamente se había acostumbrado a ser el primero y único en ir al baño en las mañanas.

Cuando al fin pudo entrar al baño sintió la paz que le brindaba estar en soledad. Cosa que era difícil de estar en una casa coma esta en una familia como esa.

Salió del baño y de camino de vuelta a su cuarto escuchaba las platicas de sus hermanas que traspasaban las paredes de sus cuartos.

Al llegar se vistió como siempre lo hacía, tomo sus pertenencias y su mochila y bajo a desayunar.

En la cocina vio a sus padres terminar de preparar el desayuno, algo delicioso pero simple y rápido. Si había una cosa que se perdía al salir de madrugada a la escuela, era no tener la oportunidad de comer los platillos que sus padres les hacían con esfuerzo.

–Hola niños, buenos días–

El padre saludo como siempre a su familia mientras servía la comida.

–¿Lincoln?, ¿Alguna razón para salir más tarde?– La mamá lo recibió con intriga.

–Nada especial, Jeje, solo me dormí un poco tarde– El muchacho sonrió con ligera vergüenza, pues se apenaba de la verdad detrás de la excusa.

Ambos padre veían con atención la sonrisa de su hijo, y no podían evitar ocultar una sonrisa, ya que ellos estaban enterados en una pequeña parte de la aventura más reciente de su chico.

Seguido de eso todos se sentaron en aquella mesa para empezar con su desayuno, mientras compartían ideas y planes a futuro a lo largo de la semana.

–Chicas– Llamó la atención su madre. –¿Hay algún evento que tengan esta semana?–

–Tendré un partido esta semana, pero no han especificado un día ni nada por ahora– Habló la deportista.

–Pienso inscribirme con mi banda a otro concurso entre bandas, al parecer será el domingo– Aviso Luna.

Mi humeante escapatoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora