Choque

397 58 11
                                    

"Cada vez que te sientas enojado, inhala y exhala profundamente"

Lincoln trató de hacer lo que le había sugerido su abuelo para mantener la mente fría.

Aunque claro, no dio bueno resultados al estar en una situación de estrés constante, ahora multipliquenlo por diez o incluso más.

Su mirada estaba fija en la ventana, buscando calma en todo este problema, tenía su mano en su boca, pues se mordía las uñas por el nerviosismo que todo esto le brindaba.

Movía su pierna con inquietud, de arriba hacia abajo, agitandola como si a un perro se le rascara en su punto débil.

Sintió un ligero tacto en su mano derecha, dos dedos que tocaron el dorso de esta.

Miro de reojo a su derecha y vio a quien podría terminar siendo otra víctima de toda esta catástrofe.

La repostera que había cautivado al joven pintor noto que había conseguido llamar la atención de este, al sentir su mirada en ella, le sonrió con sinceridad, dándole a entender que entendía la situación por la que estaba pasando el chico.

El chico no pudo evitar sonreír de vuelta y en un acto de cariño, tomó con suavidad la mano de la castaña, dando un pequeño apretón para transmitir gratitud por la acción.

Escuchó un chillido al lado de Judith, se asomó y vio a Luan con una sonrisa tan grande que podía ver sus frenillos con lujo de detalles.

Le dirigió una mirada llena de enojo y se regreso a su asiento, pero sin aflojar su agarre en la mano de Judith.

Una vez llegaron a la casa de los Loud, los hijos del matrimonio y la invitada bajaron de la van.

Las hermanas esperaron a que los tortolos entraran primero al hogar, mientras que entrarían después de ellos.

Lincoln se adelantó dos pasos para abrir la puerta y dejar pasar a la castaña, una vez ella entró, le siguió y cerró la puerta antes de que las demás chicas entraran.

Estuvo tentado a poner el seguro de la puerta para dejarlas fuera, pero sabía que no le convenía fastidiarlas.

Trato de dirigir su mente hacia otro lado, por lo que guió a su compañera hacia la cocina para que salude a sus padres.

Cuando entro a la cocina vio a sus padres preparar la comida, saludo a ambos quienes al voltear pudieron ver a su acompañante.

-Lincoln, ¿Quien es esta jovencita?- Habló su madre con sorpresa.

-Ella es Judith, mamá, y la invitamos a casa al salir de la escuela- Respondió el chico.

-Bueno, siempre es bueno tener un paladar extra para probar mis nuevas ideas, señorita Brown-

Su padre saludo a la chica con amistad, puesto que ambos ya se conocían gracias al padre de la chica.

-Verás, ambos tardamos en salir del trabajo, por lo que la comida sigue sin estar lista- Confesó la mujer.

-No hay problema, estaremos en mi habitación- Dijo el albino causando que sus padres y Cookie le miraran. -Sin hacer nada- Agregó algo avergonzado.

Dicho esto el muchacho indicó a la repostera que le siguiera escaleras arriba, y una vez llegaron a la planta alta de la casa, caminaron hacia la habitación del chico.

El Loud estaba algo nervioso, había escuchado distintas historias sobre cómo las personas se llevan una decepción al ver por primera vez la habitación de sus parejas, y solo esperaba que aquello no sucediera.

Mi humeante escapatoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora