29. Alfa de voluntad débil.

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— Yo no quería tener hijos —confesó su madre, después de que él se sentó—. No lo tomes a mal, pero era muy joven, tenía muchas deudas que pagar y el mejor método era teniendo dos trabajos.

— ¿Por eso fue que nos decían cosas distintas cada vez que les preguntábamos?

— Sí, porque nacieron por inseminación artificial, no de la manera normal como muchos creen —habló Marco, entrelazando sus dedos—. Yo había pasado por varias roturas de amor en el pasado, mi alma gemela se casó con otro hombre... mejor dicho, es la hermana de Rebecca —apuntó—. No pienses mal, amo a tu madre, solo que las cosas no son como queríamos.

— La verdad es lo que mantenía unida a esta familia, no debieron ocultarnos algo como esto.

— Fue difícil, mi juventud nunca lo fue, porque yo nací de ese mismo modo —Rebecca hizo una mueca—. Mi padre, el cual maté para protegerlos, le pagó a mi madre para tener un niño y nací yo —se apuntó a su misma—. Lo siento si sueno dura, pero para una chica de veinte años, que va a una cita médica para verificar si está limpia y le digan que está embarazada siendo virgen, no es la mejor cosa de todas.

— Es por eso que yo le propuse que mantuviera al bebé...

—Somos dos...

— ¿Recuerdas cuando tu tío Mark dijo que no te hice caso? —Alexander asintió—. Fue porque en los estudios, salía uno solo, imaginé que Kiara era la única porque estaba en su forma de lobo.

— Y al final quien resultó ser qué colado fui yo.

— No digas palabras en donde no las hay, porque si no los hubiera querido a ninguno de los dos, las cosas serían distintas, no tienes idea de lo mucho que los quiero, son mi vida —Rebecca se mordió el labio—. Al inicio, no los quería, lo admito, tiempo después comencé a tenerles cariño y al final ustedes se volvieron esa parte de mí que nunca querré dejar ir.

— Madre, esto es algo que ustedes dos debieron contarnos desde el inicio, no guardarse nada —se pasó una mano por el cabello—. No me molesta el hecho de haber nacido por inseminación, sino que todo fue parte de juego de ustedes, porque hasta el tío Mark está metido en esto. ¿Bahir nació de ese modo?

— Sí, yo le di la idea a Clary de que le robara el esperma, pero al final fue Mark quién terminó dándoselo borracho.

— A ver si entendí bien —Alexander chasqueó la lengua—. ¿Kiara y yo nacimos por qué tú quieras un heredero? —Marco asintió—. Entonces, el tío Mark le pagó a un doctor para que metiera tu cosa en ella —volvió a asentir—. Después tú le hiciste lo mismo, pero con la tía Clary...

— Yo solo di la idea, nada que ver con lo otro.

— Sí, sin duda esta familia está loca —se levantó del sofá, pasándose una mano por el cabello—. Se andan embarazando como si fuera la cosa más bonita de todas. Están locos.

— ¿Y no fue eso lo que te pasó con Dahiana? —preguntó Rebecca, poniéndose de pie—. Estás enojado, lo admito, porque yo me sentí de ese modo cuando me enteré de qué nací de ese mismo modo —su madre suspiró—. Yo los quiero a los dos por igual, pero fueron una de las razones por las cuales no quise tener más hijos antes...

— Y te atreves de decir que nos quiere...

— No viví mi juventud como lo hubiera querido, tampoco pasé por cosas buenas antes de conocer a su padre —ella arrugó la nariz—. Solo quería tener algo mío, un recuerdo de mí...

— Literalmente me estás diciendo que soy un error...

— Que no lo son —Rebecca levantó las manos—. No tengo la paciencia ahora mismo para hablar contigo.

Una esposa para el alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora