Narrador omnisciente
Como un mal chiste, como un programa repetido, Ethel lo había arruinado todo y no era una sorpresa.
Mientras iba de camino a su habitación por los mudos y fríos pasillos de la academia, sin más compañia que el sonido de sus botas , la mediana de las Hallow tuvo ese ya reconocido sentimiento para su ser. Aquel repudio a si misma y aquellas ganas de destruir todo a si alrededor, aquéllas eran Talves las únicas características que compartía con su madre y que ahora que lo pensaban no la hacian tan lejana a ella.
Poco a poco Ethel se estaba convirtiendo en un vivido reflejo de su madre tan obscuro y vacío de amor como ella.
Cuando llegó a la puerta de su habitación simplemente la abrió con desdén, se quitó las botas de cuero y las arrojó a cualquier parte del dormitorio, luego simplemente se dejó caer sobre las frías y a la vez suaves sabanas de la cama. En aquel momento, en su soledad abrazadora y en el frío que irónicamente le quemaba las entrañas la joven bruja rubia se dio cuenta no únicamente de lo sola que estaba, que siempre había sabido pero se negaba a aceptar, pero también se dio cuenta de algo que había temido desde que conoció a Mildred Hubble:
Había caído enamorada por aquella niña tonta del mundo no mágico con trenzas molestas, sus horribles ojos color miel se habían hecho un espacio en su corazón y eran como la miel para la abeja, su molesta y chillona voz se había vuelto la melodía favorita de su día a día y le llenaba de miedo el no poder escucharla algún día, recordar sus torpes acciones le habían hecho sonreír a oscuras en su habitación por varias noches y lo peor de todo; su estúpida forma de ser y su toque hacían que perdiera la razón de si misma.
Desafortunadamente para Ethel, sólo se dio cuenta de que había caído locamente por la bruja de trenzas mientras las primeras lágrimas rebeldes bajaban por sus mejillas y terminaban en una de sus almohadas a la que se había abrazado casi de manera inconsciente, quizás en búsqueda de aquella calidez.
Lo único que tenía claro es que ahora era muy tarde para hacer o decir algo. En su lugar, se hundió nuevamente en su miseria y utilizó la almohada para ahogar los sollozos como lo había hecho noches pasadas, sólo que esta noche no era por la crueldad de su madre, esta vez las lágrimas por la razón que más tenía la rubia.
Ethel no contó los minutos, ni le iimportó el mascullido de la señorita Hardbroom anunciando que era la hora de dormir. Tan sólo dejó que la oscuridad se la llevara quizás por un par de horas hasta no pudo sentir nada más ni tener sueños ni pesadillas.
La joven bruja de listón morado solo supo de si misma hasta que la molestia del sol se le coló por los ojos y le ardieron hasta no soportar, sólo ahí se puso de pie y cerró la cortina de la habitación y acto seguido miró la demacrada figura en el espejo.
Hoy tenía un propósito, uno tan importante que le hizo ignorar las ojeras y los ojos aún llorosos los cuales ocultó con un hechizo de limpieza.
Ya lo había dañado todo, ¿Qué más importaba dañarlo un poco más?
Narra Mildred
Sentirse estupdia y manipulada era más fácil que tratar de entender a Ethel, ahora más que nunca están segura de que la despreciaba casi como lo hacía con Agatha.
¿No es estúpido? Creer tantas veces en alguien que es cruel y duro, eso realmente es un acto de masoquismo y de mucha inocencia.
Desprecio a Ethel, realmente lo hago y aún así sigo tras ella esperando que haga el tipo de cosas que hace Ethel Hallow.
Incluso para ella es muy bajo haberle hecho eso a Índigo y me llena de ira no poder entenderla ni poder enfrentarla, porque es pelear con calor helado y frío abrasador. Mas aunque la ira me rebosa no puedo olvidar su rostro hecho trizas al escuchar mis palabras y me hace creer que quizás fui muy dura.
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EGOIST-MITHEL LA PEOR BRUJA
FanfictionEthel, tan egoísta, piensa Mildred. No puede comprender su actuar tan horrible con los demás, siempre pone un muro frente a todos. Aunque realmente a Mildred no le interesaba. Al menos hasta que en un arrebato de ira y tristeza, Ethel deja caer sus...